lunes, 14 de mayo de 2012

Veritas liberavit…


Cd. Victoria, Tam.- Estridente, intensa y, por añadidura, obstinada, se antoja la protesta estudiantil del pasado viernes contra ENRIQUE PEÑA NIETO en la Universidad Iberoamericana (UIA).
Cualquiera diría que por tratarse de un centro educativo privado con un perfil económicamente alto, toda queja contra el invitado provendría de posturas conservadoras.
La sorpresa (entre otros, para el mismo PEÑA NIETO) es que el clamor juvenil brotó impregnado de banderas contestatarias de inclinación progresista o francamente de izquierdas.
El reclamo por los muertos de Atenco, por citar un argumento ejemplar.
Me entero, miro, oigo y evoco aquella UIA anterior a Cuajimalpa, la de Cerro de las Torres, en Campestre Churubusco, cercana al metro Taxqueña.
Ese conjunto de edificios en forma de peine, concurrentes todos a una nave central, que cayeron con el temblor de 1979 y donde lo único que se mantuvo en pié (señal inequívoca) fue su hermosa biblioteca CLAVIJERO, enclavada a un costado, junto al verdor de las instalaciones deportivas.
A finales de los setentas, la Iberoamericana se debatía en un dilema moral que tenía una raíz económica.
Retirado el subsidio gubernamental, a los padres jesuitas no les quedaba otra que incrementar las colegiaturas, con lo cuál prácticamente se decía adiós al estudiantado clasemediero que los marcó por años.
Ese perfil que en 68 había permitido una participación más que digna en solidaridad con la UNAM y el Politécnico.
Por eso, hoy que la veo brincar a las primeras planas, que la observo rabiar por las familias miserables acribilladas en San Salvador Atenco, pienso que, después de todo, los hijos de LOYOLA no han rendido sus banderas.
De alguna manera sigue vivo aquel humanismo (a ratos cristiano, no siempre) que me permitió conocer la teología de la liberación, igual que a IVAN ILICH, NOAM CHOMSKY, MICHEL FOUCAULT, ROLAND BARTHES, HUMBERTO ECO y (¡Vive Dios!) GASTON BACHELARD.
Hoy descubro que los dos lobos rampantes repujados en hierro en una austera placa a la entrada de Las Torres, son ahora estatuas formidables en el patio central de Cuajimalpa.
Pero sigue vigente la cita evangélica (Juan, 8-32) escogida como divisa desde los lejanos cincuentas: “Veritas liberavit vos” que en castellano significa: “la verdad nos hará libres”.
Sin olvidar el recordatorio del profesor MANZUR, en Filosofía de la Comunicación: “a quienes permanecieren en ella.”
En verdad sorprende que, pese a la mudanza a un entorno habitacional de primer mundo y al notorio cambio de clientela, se sostenga en dichas aulas esa vocación de increpar al poder.
La primera pista me pasó zumbando por las orejas hace algunas semanas cuando leí que LOPEZ OBRADOR había sido recibido con ovaciones en la Iberoamericana.
Me resistí a darle demasiada credibilidad a informaciones de prensa que a menudo vienen sesgadas por la buena voluntad de quienes redactan.
Pero luego vino la confirmación, en el puñado de videos subidos a YouTube (en HD, por supuesto) con el testimonio directo de quienes estuvieron ahí, con PEÑA NIETO.
Para ser francos, me hubiese gustado que en lugar de la estridencia (“¡Fuera, fuera, fuera!”) se hubiesen dado tiempo para ofrecer un contrapunto más elaborado.
Les ganó (hoy, como antaño) el espontaneísmo, esa suerte de pulsión rebelde centrada en la palabra “no”, pero escasa en alternativas claras.
Bien podrían haberlo escuchado con la cordura y el respeto necesarios, para luego plantearle la otra cara de la moneda. 
El México profundo que ENRIQUE no ve, el que desatiende con sus recetarios predigeridos y sus maneras acartonadas.
Habría sido un diálogo más fértil que simplemente hacerlo huir bajo la copiosa cantaleta de: “la Ibero no te quiere.”
Aún así, para PEÑA NIETO la experiencia en Cuajimalpa ocupa ya un lugar en su memoria de largo plazo.
Vistas las cosas con optimismo, acaso fuera un impacto nutricio, una sacudida necesaria, de esas que abren los ojos, aunque sea por unos instantes.
Bienvenido a la realidad.