Cd.
Victoria, Tam. – La contienda de 2018
tiene ya dos variables despejadas, AMLO y MEADE, ambos por designación directa,
es decir, sin competencia interna que valga la pena reseñar.
ANDRES MANUEL se autonombró, al señor
MEADE lo destapó su amigo VIDEGARAY desde cancillería, antes de que el
presidente PEÑA confirmara su renuncia en SHCP.
Queda pendiente el Frente por México, debilitado
por la ausencia de consenso en el método de selección.
Las mejores intenciones de MARGARITA
ZAVALA, RAFAEL MORENO VALLE y MIGUEL ANGEL MANCERA se han topado hasta ahora con
la habilidosa terquedad de RICARDO ANAYA para retener el liderazgo y porfiar en
la candidatura.
Se sacudió a MARGARITA, tiene bloqueado
a RAFAEL y sus diferencias con MIGUEL ANGEL no logran resolverse, por la
sencilla razón de que RICARDO no quiere competencia sino imposición.
Difícil imaginar qué podrían hacer los adversarios
internos de ANAYA para modificar sus planes.
Los amarres con DANTE DELGADO (MC) lucen
tan firmes como su pacto con ALEJANDRA BARRALES (PRD) a quien tiene prometida
la nominación frentista a la jefatura del gobierno capitalino.
Sus argumentos contra la elección
abierta lucen, al menos, congruencia lógica. Si cualquiera que tenga credencial
del INE (IFE) puede votar, partidos ajenos al Frente (PRI, MORENA) podrían
meter “mano negra”, apoyar o descarrilar opciones específicas.
Por ello la cuestión del método se
mantiene en suspenso y todo indica que los tres cabecillas harán hasta lo
imposible para que ANAYA sea postulado a la Presidencia y BARRALES vaya por la
Ciudad de México.
Lo de TOÑO MEADE es hecho consumado. Aplauden
su precandidatura, además de PEÑA, los tres mandatarios anteriores, CALDERÓN,
FOX y ZEDILLO. Cabe pensar que también SALINAS, dada su identidad de intereses.
Es el hombre del sistema. Encarna esos
acuerdos y amarres donde la política y la economía se entrecruzan, operan por
encima de los partidos y cuya mejor expresión se revela en su trayectoria.
Sin ser militante de organización alguna,
ha colaborado con dos, el PRI y el PAN, en cargos ejecutivos donde se vinculó estrechamente
al sector privado, que ahora lo reconoce como uno de los suyos.
Satisfacción en las cúpulas, más allá de
doctrinas y militancias. Aprobación entre banqueros y empresarios, guiños de
aliento en la paridad peso-dólar y el mercado bursátil.
Confirmado el destape de MEADE,
ratificado por la incontrolable cargada, se entiende mejor el enojo de PEÑA por
la imprudencia de LUIS VIDEGARAY en la víspera.
Desde luego, LUIS pronunció el nombre correcto.
Aunque al presidente le hubiera gustado llevarse la exclusiva. Respetar la
liturgia, cuando los sectores y organizaciones del partido manifiestan en
cascada su apoyo a la decisión filtrada desde Los Pinos.
Ayer se comentó aquí. El desplante de
VIDEGARAY no solo le ganó la noticia al PRI, sino que transmite la sensación de
que el gran elector fue él.
Toda una afrenta, aunque EPN haya reclamado
para sí el derecho al pataleo cuando declaró aquello de “no se despisten”.
“El despistado fue otro” dice la
caricatura de JABAZ en Milenio este lunes. Si bien PEÑA encabezaría la
ceremonia donde anunció los cambios en SHCP y PEMEX, por ahí tuvo un desliz
cuando se refiere a MEADE como “quien deja la Cancillería”.
En efecto, el caballero había estado
antes en Relaciones Exteriores y también en SEDESOL, aunque su renuncia de ayer
fue en Hacienda.
Quien hoy ocupa cancillería es VIDEGARAY.
Hombre cuya influencia en el proceso sucesorio alcanzó a proyectar una sombra muy
evidente en la reunión, al grado de provocar el lapsus presidencial.
Segundo dedazo, en efecto, después de
AMLO. Falta un tercero (el del Frente) y tal vez haya un cuarto, si el PRD se divorcia
del proyecto común y lanza a MANCERA.