miércoles, 9 de mayo de 2012

Rara avis


Cd. Victoria, Tam.- No me pesa el reiterar que, para mi gusto, el ingeniero GABRIEL QUADRI DE LA TORRE lució mejor que cualquier otra opción en el debate del domingo. 
Entre otras cosas porque me queda muy claro que el reconocer la eficacia discursiva no implica identidad ideológica ni aplauso alguno a sus propuestas.
Y seguramente no estaré de acuerdo con sus posturas fundamentales, aunque ello no me impida decir que las expuso con la contundencia necesaria y una puntería que ya quisieran sus adversarios formales. 
Fue mejor porque fue claro y congruente en los temas que manejó. Supo hablar con la espontaneidad debida, sin memorizar un guión ni pedir neuronas prestadas.
Había en sus palabras información abundante que fluyó con naturalidad porque no le fue embutida de última hora en su cerebro por mercadólogo alguno, pues la conoce bien por interés genuino y vocación personal.
La pregunta obligada: ¿Ganó QUADRI?...
Jamás llegó a tanto porque para ganar (lo que se dice ganar) necesitaría haberse impuesto con claridad sobre temas comunes y (ahí está el detalle) no hubo temas comunes.
No ganó porque jamás ocurrió la interacción necesaria con sus contendientes sobre asuntos cercanos. No debatieron con él, ni siquiera lo pelaron.
Entre otras cosas porque AMLO y JOSEFINA consagraron su tiempo a disparar contra PEÑA NIETO y este a repeler los ataques.
Ayer dije que no hubo ganadores, sólo buenos o malos expositores. En esta tesitura resultó más eficiente QUADRI.
La intervención de GABRIEL fue un discurso paralelo que no tenía manera de involucrarse en la dinámica de sus vecinos porque para ellos el cuarto competidor jamás existió.
Podremos reconocer que sus posturas políticas pecan, en más de un aspecto, de fundamentalistas.
Me pareció terrorífico que al proponer una policía nacional ponga de ejemplo a los carabineros de Chile, cuyo historial de horrores se remonta a los tiempos del general PINOCHET.
Su idea de privatizar, sin más, los hidrocarburos y la energía eléctrica parece inspirada en una suerte de liberalismo económico extremo (laissez faire) que tal vez aplauda CARLOS SALINAS, pero que tendría un efecto devastador sobre la economía mexicana.
Peor aún, la liberalidad del candidato aliancista choca con el talante monopólico y autoritario de su principal patrocinadora, la dueña del PANAL y regenteadora vitalicia del magisterio ELBA ESTHER GORDILLO.
Imposible olvidar que tras la sonrisa franca y el discurso fresco del empresario ambientalista se agazapa la sombra reptante de GORDILLO.
Y el hombre podrá declarar en los días subsiguientes que odia a las mafias sindicales, pero nadie en su sano juicio podrá tomarlo en serio. Habla por hablar, ni modo de que ataque a su patrocinadora.
Rara avis, el liberalismo económico de GABRIEL choca también con la defensa que hace de la naturaleza. Esa queja por los bosques y selvas arrasados por el capitalismo salvaje que todo lo convierte en mercancía, aún a costa de la salud planetaria.
En efecto, rara avis, un “hippie” de derechas, favorable a la despenalización de los estupefacientes, en lo cuál coincide con las ocurrencias saltarinas de FOX.
Su participación, sin embargo, aportó algo muy importante. Sirvió para poner en evidencia el anquilosamiento del discurso político que prevalece en la actual contienda presidencial.
Disputa empantanada por el excesivo cuidado de los candidatos y el concurso desmedido de los especialistas. La obsesión por lo políticamente correcto.
En broma hoy se dice que la pequeñez del debate puede calcularse observando el impacto que causó un detalle absolutamente nimio como fue la intervención fugaz de JULIA ORAYEN, edecán y playmate argentina.
Vaya tragedia la nuestra, el que hoy se discuta en medios y redes sociales donde empieza y termina la extensión propia o impropia de un escote, en lugar de la respectiva oferta política de los participantes.
Centímetros más, centímetros menos, esta es la medida de nuestra inmadurez democrática.