Cd. Victoria.- La disputa por la dirigencia estatal del PRI tiene diversas trincheras pero un gran ausente: el ideal de competencia abierta y democrática por el cargo. Nadie lo busca.
Parecería que todos esperan llegar por dedazo, algunos reclamando derechos de antigüedad, otros argumentando padrinazgos del altiplano, el renovado cariño de Insurgentes norte o Palacio Nacional.
Si de antigüedad se trata, desfilan entre los reclamantes los señores EDGARDO MELHEM, HUMBERTO VALDEZ, HERIBERTO RUIZ y ENRIQUE CÁRDENAS.
Si de cambio generacional hablamos, ALEJANDRO GUEVARA levanta la mano apoyado en el perfil joven del nuevo dirigente nacional ENRIQUE OCHOA.
Y aunque la discusión en torno al método brille por su ausencia, algunas ideas interesantes permean en el discurso de los prospectos.
El reynosense HUMBERTO VALDEZ RICHAUD, a la sazón dirigente del Movimiento Territorial, ha señalado un punto medular de este relevo.
La ambición encubierta de quienes buscan el liderazgo para obtener una candidatura. El ya mencionado empleo del cargo partidista como simple catapulta de ambiciones personales.
Por ello apunta BETICO que el PRI necesita en Tamaulipas “un dirigente de tiempo completo” que se preocupe más por el partido y su militancia que de buscar beneficios de carácter personal.
Y propone algo que suena bien, se antoja atractivo, sin duda interesante, aunque muy difícil de llevar a la práctica.
Que los aspirantes firmen ante notario público el compromiso de no utilizar dicho cargo como plataforma o trampolín para lograr una candidatura en 2018. Se entiende que un escaño o una curul federal.
RECURRENCIA FATAL
La pregunta es a quién le puede interesar y quién lo va aceptar. De hecho nadie, a menos que la dirigencia saliente a cargo de RAFAEL GONZÁLEZ BENAVIDES hiciera suyo el propósito, posibilidad algo lejana.
Y aún en el caso de que quisieran firmar, faltaría todavía por ver si quien llegue estaría dispuesto a cumplir su palabra, por muy notariada que fuera.
Suponiendo que todo compromiso implica sanción para aquel que lo incumpla, ¿Cuál sería en este caso y qué autoridad la encargada de aplicarlo?
El dicho de HUMBERTO no hace sino poner el dedo en el renglón, en algo que todos sabemos.
La ambición desbordada por los cargos del 2018 es el motivo mayor que impulsa a quienes buscan la dirigencia estatal del PRI.
No hay desinterés ni filantropía ni idealismo en los embates de hombres como GUEVARA o CÁRDENAS.
Marchan de frente con el mismo ímpetu con que dirigieron sus precampañas a la gubernatura en la segunda mitad del 2015 y las primeras semanas del 2016.
Sin menoscabo de duda, hoy afloran los mismos vicios que antes vimos en la interna por la candidatura a gobernador.
Van por la dirigencia impulsados por el voluntarismo que caracterizó su lucha tras la nominación. Acaso solo falten las polvorientas cabalgatas y los costosos espectaculares.
Pero al igual que entonces, nadie habla de que se consulte, se llame a votaciones, discutan propuestas, diriman proyectos o se manifieste la diversidad interna del partido.
Tampoco proponen el convocar a sus militantes para que expresen sus necesidades, realicen alguna suerte de autocrítica o diagnóstico y, en base a ello, fijen el rumbo.
Ausente el método, ausentes las bases, ausente la discusión doctrinal o ideológica, ausentes las ideas, todo se reduce a la ambición desnuda de poder. La elemental, arcaica y minimalista expresión de un deseo. Yo quiero y punto.
NOS LEEMOS
Con motivo del asueto veraniego, esta columna hace un alto en el camino, un respiro de dos semanas, agradeciendo al lector su paciencia y con la intención clara de restablecer el contacto a partir del lunes primero de agosto. Pásenla bien.