Cd. Victoria, Tam.- Un giro heterodoxo en la composición del equipo tricolor ha ido cobrando forma a medida que avanzan las campañas presidenciales.
Y esto no solamente ocurre por alguna vocación incluyente o pluralista del candidato mexiquense.
Habría, al menos, un par de motivos de orden práctico, sin duda más poderosos:
(1) La necesidad de ideas frescas que por cierto no abundan en la cantera del grupo original y…
(2) El reencuentro con aquella estrategia de cooptación y compra de voluntades tan socorrida en los primeros 70 años de PRI, la cuál permitió al sistema conjurar inconformidades, aunque también sumar algunas inteligencias.
Por favor observe usted la diversidad de figuras que se han ido subiendo al barco de PEÑA NIETO, con uno u otro pretexto.
El 27 de abril, la exjefa del gobierno capitalino y exdirigente perredista ROSARIO ROBLES BERLANGA anunció su apoyo a la campaña tricolor, en el marco de una reunión convocada por la Red de Mujeres de la Sociedad Civil, en Acapulco, Guerrero.
Su hija MARIANA MOGUEL ROBLES es candidata a diputada federal por la coalición PRI-PVEM en un distrito de la capital mexicana.
Una semana después, el miércoles 2 de mayo, PEÑA NIETO daría un paso más en la misma dirección, al firmar un acuerdo con el denominado Movimiento de Izquierda Alternativa donde figuran, entre otros, los señores RENÉ ARCE y VÍCTOR HUGO CÍRIGO, alguna vez miembros de la Liga 23 de septiembre.
En dicho pacto denominado “Alianza por un proyecto de país”, entran también personalidades oriundas del PRD como la exdirigente legislativa RUTH ZAVALETA y RAMÓN SOSAMONTES, exjefe delegacional.
La heterodoxia de estas alianzas llegó todavía más lejos ayer martes cuando el mismo PEÑA NIETO presidió un encuentro con la organización “Volver a empezar”, encabezada por el ex dirigente del PAN, MANUEL ESPINO.
El señor ESPINO se comprometió a trabajar para la consecución de “votos útiles” en favor de la causa priísta (cabe pensar que entre sus amigos del PAN).
Acaso como coartada, MANUEL recordó que hace seis años hizo lo mismo pero en sentido inverso, pepenando apoyos útiles del PRI a la candidatura de FELIPE CALDERÓN, todo en aras del pluralismo.
El fenómeno, desde luego, tiene múltiples lecturas.
Para el candidato del PRI representa un triunfo esta suma de voluntades que quizás no aporte muchos votos de manera directa, pero sí abona dentro de la opinión pública la sensación de estar desfondando a los partidos rivales.
Para los que se brincaron de trinchera, la justificación más socorrida insiste en la necesidad de buscar acuerdos y consensos ciudadanos más allá de los partidos políticos.
Los uniría, pues, un proyecto común abrigado en el contexto de la emergencia nacional que se sufre en materia de seguridad.
Aunque la idea de que un enemigo emboscado torne necesario abrigar a tirios y troyanos bajo el manto generoso del Estado, es tan antigua como el mismísimo PRI y figura entre las características de eso que llaman corporativismo.
Cerrar filas en torno al Presidente (en este caso, al candidato) frente a conjuras y amenazas innombrables que ponen en peligro a la república ha sido el argumento favorito de los opositores leales de todos los tiempos, de LOMBARDO TOLEDADO a HECTOR AGUILAR CAMÍN.
Contaba un amigo (y aquí lo comenté) que cuando SOCRATES RIZZO llegó a la gubernatura de Nuevo León, era posible ver despachando en los más altos cargos, pared con pared, puerta con puerta, a exmilitantes de grupos ultraderechistas y antiguos miembros de la guerrilla.
El elemento cohesionador (la pegadura, el engrudo) de esta combinación tan heterodoxa era, sin duda, el presupuesto.
No han cambiado mucho las cosas, si hoy vemos a ESPINO y a RENE ARCE, como el noble y el villano en aquella canción de SERRAT, que “bailan y se dan la mano sin importarles la facha”.
Razón tenía MONSIVAIS al decir que el antigobiernismo a menudo se nutre de quienes “despotrican en gayola porque quieren aplaudir en primera fila”.