martes, 8 de mayo de 2012
Todos y ninguno
Cd. Victoria, Tam.- No hubo ganador absoluto en el debate presidencial del domingo o acaso cada cuál ganó y perdió a su manera.
El priísta ENRIQUE PEÑA NIETO lucía desde la víspera como el blanco central de los ataques por su consabida condición de puntero y llegaba al encuentro, antes que nada, para administrar su ventaja.
Había expectación por ver al mexiquense actuar fuera de la burbuja, sin red protectora, ni teleprompter ni guión predigerido. Sin ángeles de la guarda.
Coincidencia curiosa pero explicable. Sus dos principales contendientes, JOSEFINA VAZQUEZ MOTA y ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR, centraron el 100% de sus ataques en el abanderado priísta.
Ni JOSEFINA se ocupó de ANDRES MANUEL ni este último de la panista. Menos osaron dirigir su mirada al cuarto tirador, GABRIEL QUADRI.
Las dos horas que duró el debate se pueden resumir así, como un sostenido ejercicio de artillería verbal del PAN y el PRD contra el PRI.
Y nadie tiene porque extrañarse ni, mucho menos, quejarse. No hay maldad siquiera en ello. La estrategia está en el ABC de cualquier campaña: elige bien a tu interlocutor, selecciona al mejor, pégale al líder.
Cualquiera que haya visto el debate recordará a PEÑA NIETO quejándose una y otra vez de estar repeliendo dos fuegos y disculpándose por no tener tiempo para responder a todos los cuestionamientos.
El candidato tricolor se entrenó intensivamente. Contrató la asesoría del experto peruano en comunicación política JAVIER MAZA.
Se mencionan nombres de colaboradores inmediatos como FRANK GUZMÁN, AURELIO NUÑO y el coordinador de comunicación social, DAVID LÓPEZ, que habrían fungido como “sparrings”.
Práctica intensiva con resultados disparejos. Hay avances pero todavía carencias. El mexiquense ya elabora argumentaciones largas y congruentes pero aún le tiembla la voz, su entrecejo se crispa, se trompica con las palabras.
No tiene medida para sus réplicas. A menudo las alarga demasiado, golpea de más y sin suficiente acopio de datos duros.
Cuando hubo de responder a JOSEFINA insistió demasiado en el asunto aquel del ausentismo legislativo, la inasistencia de la panista a sus tareas camerales.
Aquí comenté ayer lunes que LOPEZ OBRADOR tendría por ventaja su mayor experiencia en estas lides. No le espantan las cámaras ni necesita demasiados consejos de sus eventuales asesores en marketing.
Al tabasqueño le basta con ser él mismo. Tampoco requiere memorizar nada. En su viejo y voluminoso bagaje de inconformidades hay argumentos de sobra para abordar cualquier asunto.
En este aspecto, el contraste de AMLO con JOSEFINA y ENRIQUE es evidente. El priísta hubo de elaborar y ensayar respuestas precisas contra centenares de argumentos potenciales que podrían ser empleados en su contra.
La panista (estudiante machetera, al fin) memorizó salidas, defensas, contraataques y toda suerte de ardides en previsión de ser pillada por cualquiera de sus muchos flancos vulnerables.
Tensa JOSEFINA, se atiene a un mismo sonsonete, una sola forma de repetir (de recitar) sus argumentos con la entonación propia de una declamadora escolar.
Frente a ellos, GABRIEL QUADRI es una presencia fresca que a la postre se convertirá en la revelación de la noche.
Ninguna preocupación conmueve a quien sabe que está condenado fatalmente al cuarto lugar de la competencia.
Es espontáneo, nada tiene que perder pues sabe bien que ni siquiera será tema de sus interlocutores, por más que los desafíe.
De ahí su tranquilidad que además se suma a un buen manejo de la información expuesta sobre temas ambientales, educación y ciencia.
Lo hace con la exactitud matemática que le provee su profesión de ingeniero civil y la naturalidad expositiva que la han dado sus años de cátedra.
QUADRI se lleva la noche, aún sin tener los mejores argumentos y pese a que sus posturas fundadas en el neoliberalismo incurren en el exceso.
Si hubiera que calificarlos yo pasaría a los cuatro de panzazo. Los tres mayores con seis. Al más pequeño con siete. Insisto, nadie ganó.