viernes, 4 de mayo de 2012

Rounds de sombra


Cd. Victoria, Tam.- Cuenta la anécdota que un candidato norteamericano a gobernador pidió a su principal asesor de campaña fungiera como “sparring” en sus tareas de entrenamiento para un debate próximo.
El aspirante tenía un fundado temor a ser sorprendido por la agresividad de su adversario en asuntos clave que igual podrían apuntar hacia algunas fallas cometidas a lo largo de su trayectoria pública como a temas algo delicados, relativos a su vida personal.
Necesitaba, pues, vacunarse contra cualquier cuestionamiento y endurecer la piel para que ningún ataque, por alevoso que fuera, pudiera sacudirlo frente a las cámaras, agilizando además sus reflejos mentales para responder con tranquilidad y eficacia.
De lograr esto quedaría inmunizado, es decir, cabalmente preparado contra cualquier golpe bajo, pues nada debilita más la imagen de un político que el verlo trastabillar en un debate tras ser conectado sólidamente por su rival.
Y nadie mejor que su hombre de mayor confianza para fungir como “abogado del diablo” en dicho simulacro que se llevaría a cabo en la intimidad del cuarto de guerra, sin más público que un par de allegados muy cercanos.
Hombre previsor, el amigo y entrenador era además un profesional ya muy curtido en el manejo de campañas y por ello le hizo una advertencia.
Le dijo que sus puntos débiles eran como heridas abiertas que debían ser aporreadas sin piedad. 
El entrenamiento incluía, pues, echar sal en todas sus llagas, experiencia que en un principio provocaría un ardor endemoniado pero a la postre lo habría de cauterizar.
Y, en efecto, una vez puesta en marcha la practica, al menos una docena de veces el sparring sacudió violentamente al candidato al increparlo con abuso de sorna y malevolencia sobre los asuntos más espinosos de su vida.
Empleaba para ello el arsenal de chismes callejeros que cuestionaban la calidad moral del personaje, el origen presuntamente turbio de su fortuna, las fallas que habría cometido durante su carrera, sus errores de cálculo, sus mentiras y hasta los rumores que lo involucraban en asuntos de libertinaje, alcoholismo y consumo de drogas.
La lógica del asesor era impecable. Sus martillazos debían ser más duros que cualquier andanada del contrincante.
Por supuesto, hubo momentos en que el candidato hubo de ser controlado por sus ayudantes para que no la emprendiera a puñetazos contra su sinodal.
Pero al final, cuando concluyó la práctica, se dieron un abrazo y destaparon la primera ronda de cervezas, el aspirante a gobernador había perdido todos sus miedos.
Ahora sí estaba seguro que por horribles que fueran las imputaciones que le lanzase el enemigo real, ninguna podría ser tan dura como las que le propinó su preparador.
La historia viene a cuento en la víspera del primer debate televisivo que sostendrán los cuatro aspirantes a la presidencia de la República: ENRIQUE PEÑA NIETO, JOSEFINA VAZQUEZ MOTA, ANDRES MANUEL LÓPEZ OBRADOR y GABRIEL QUADRI.
Hasta donde creo recordar, ni PEÑA NIETO ni QUADRI han participado, jamás, en un debate.
De ANDRES MANUEL se recuerda su participación en la contienda presidencial del 2006 y también un diálogo improvisado que data del año 2000, donde el tabasqueño le asestó una paliza memorable a DIEGO FERNANDEZ DE CEVALLOS en el noticiero (por entonces matutino) de JOAQUÍN LOPEZ DÓRIGA.
En cuanto a JOSEFINA, su único referente son los debates de la reciente elección interna, cuando enfrentó a ERNESTO CORDERO y SANTIAGO CREEL.
Encuentros donde mostró algunas flaquezas cuando CORDERO señaló con números precisos el marcado ausentismo observado por VAZQUEZ MOTA en sus tareas como diputada federal y coordinadora de la bancada panista.
Comprensiblemente, el más presionado en un evento de esta naturaleza es el candidato puntero, en este caso PEÑA NIETO, pues la lógica más elemental aconseja dirigir la ofensiva al rival que marcha adelante.
La cita es el próximo domingo 6 de mayo a las 20 horas, en el World Trade Center de la capital mexicana.