martes, 15 de mayo de 2012

Cuentas pendientes


Cd. Victoria, Tam.- A estas alturas, cualquier caso criminal abierto en Estados Unidos contra políticos mexicanos debe leerse en el contexto de la lucha por el poder que hoy se libra en nuestro país.
Entre otras razones por la amplia y diversificada red de relaciones institucionales que hay entre ambos gobiernos y la primacía que la Casa Blanca otorga a su frontera sur en materia de seguridad nacional.
Una larga historia de colaboración permanente y de la más diversa especie, desde capacitación y armamento hasta intercambio de información, abierta y discreta.
Recordando al maestro británico JOHN VENN y su teoría de conjuntos, es muy amplia la zona de intersección entre ambos campos de trabajo. Esa franja sombreada donde se yuxtaponen las tareas binacionales en seguridad y justicia.
Por ello cuesta trabajo aceptar como algo ingenuo o casual el que los casos mexicanos investigados del lado estadounidense aparezcan con un “timing” tan preciso al sur de la línea divisoria.
Esto es, en la coyuntura más propicia para afectar a un partido o grupo político, en beneficio de sus adversarios. 
Inducir acciones más allá de la frontera (y en ambas direcciones) es menos difícil de lo que la opinión pública pudiera pensar. El intercambio de favores incluye también acciones de orden discrecional.
Por ello habría que digerir con una pizca de sal la noticia de que el empresario MANUEL BRIBIESCA SAHAGUN (hijastro de VICENTE FOX) se encuentra en la mira del FBI.
La lista de cargos incluye tráfico de influencias, enriquecimiento inexplicable, corrupción, fraude electrónico, conspiración, complicidad y encubrimiento.
El expediente criminal fincado por una corte de California fue presentado por la fiscal federal KAREN HEWITT y está en manos del juez JOHN HOUSTON.
Y aunque el caso date del 2008, sin duda es sintomático el que hoy se reabra y difunda con particular dedicatoria hacia la opinión pública mexicana.
Todo ello en el contexto de una pugna sorda entre las dos figuras más importantes del PAN: el presidente FELIPE CALDERÓN y su antecesor VICENTE FOX.
Perfiles contrapuestos, FOX despidió a CALDERÓN cuando este ocupaba la Secretaría de Energía porque se atrevió a aceptar públicamente sus aspiraciones presidenciales, en tiempos en que MARTHA SAHAGUN todavía albergaba esperanzas de ser candidata.
Una pataleta de SAHAGUN habría desencadenado la caída de FELIPE quien, no obstante, pudo organizar desde la fría banca el exitoso proyecto que le permitió ganar la contienda interna, venciendo a SANTIAGO CREEL en el otoño del 2005.
Herido en su orgullo, FOX finalmente hubo de apoyar con la fuerza de la institución presidencial la candidatura de CALDERÓN en 2006, ante el temor de que llegase a la Presidencia alguien más odiado todavía: ANDRES MANUEL LÓPEZ OBRADOR.
Aunque ello no disminuyó un gramo la malquerencia de origen entre VICENTE y FELIPE.
Durante estos cinco años y medio del gobierno calderonista, FOX se ha dedicado a una sistemática y compulsiva tarea de boicotear a CALDERÓN.
A ello habría que añadir la vileza con que FOX ha tratado a JOSEFINA VAZQUEZ MOTA, a la que torpedea sin descanso mientras hace públicas sus simpatías por PEÑA NIETO.
Atrapado FELIPE entre dos adversarios muy poderosos (el PRI y el PRD) el escaso margen de maniobra con que aterrizó en diciembre del 2006 parece explicar su resistencia a saldar cuentas con su antecesor.
Sin embargo, la tolerancia de CALDERON podría alcanzar su límite el primero de julio próximo. Después de ese umbral todo puede ocurrir.
El escenario panista tras lo que parece ser una derrota inminente permite prefigurar una disputa feroz por el control del partido, similar a la que libraron salinistas y zedillistas en los años noventas. Acaso peor.
Y en esto no hay diferencia entre panistas y priístas. El uso de la justicia para el ajuste de cuentas podría ser la herramienta más cercana de un mandatario que habrá de concluir su gestión asediado por los peores augurios.