miércoles, 1 de marzo de 2017

AMLO: pare de sufrir

Cd. Victoria.- En aquel ya lejano siglo 20, solía decir CARLOS MONSIVAIS que en México primero fundan los partidos de masas y luego buscan a las masas para que se afilien.
Con el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) está pasando algo muy curioso. Lo que se anunció como un proyecto de izquierda más congruente que el descompuesto PRD, hoy parece estar superando en muy corto tiempo las mezquindades y vicios del Sol Azteca.
Nacido en 2011 como asociación civil y reformulado en 2014 como partido, la organización interna de MORENA muy pronto acusó dos lastres lamentables:
(1) CAUDILLISMO. No es un proyecto que gire en torno a principios compartidos sino que se constituye, más bien, en torno a una figura carismática.
AMLO, el señor perseverancia, hombre de arrastre comprobado, imán electoral indiscutible mientras dure su vida útil.
Nacido en 1953, si la salud se lo permite, en 2018 estará cumpliendo 65 años, para 2024 tendría 71 y en 2030 cumpliría 77.
Que un perfil partidista nazca fincado en un individuo le aporta, ciertamente, una gran capacidad operativa en el corto plazo.
Ello, al contar con un solo fiel de la balanza (candidato y dirigente en una misma persona) capaz de dictar línea por encima de las contradicciones internas.
El problema viene después, cuando el tiempo vital se agote y el partido vaya quedando en orfandad gradual, como ya empieza a ocurrir con el MC ante el declive de DANTE DELGADO; con el PANAL sin ELBA; el PT y el PVEM ante el visible desgaste de sus padres fundadores.
¿Tendría MORENA estructura interna, hábitos democráticos, reglas del juego claras en la competencia por candidaturas y cargos directivos, para sobrevivir a LÓPEZ OBRADOR?, ¿O será tan domesticable como las siglas previas: PPS, PARM, PST, FCRN, PT, MC y PRD?
De aquí su segunda debilidad:
(2) CORTOPLACISMO. A ojos vistos, MORENA nace con el 2018 como su segundo nombre y bajo el eslogan de “la tercera es la vencida”.
Nada garantiza que ANDRÉS MANUEL tenga “pila” para una cuarta oportunidad en 2024, tras la operación de coronarias que le fue practicada en diciembre de 2013, luego de un infarto al miocardio.
Conciente acaso de que es su última oportunidad, AMLO se sacude sus postreros escrúpulos, abriendo puertas a la más diversa ralea política que pueda aportar algún número a su lucha.
Reclutamiento de cuadros que no parece implicar compromiso alguno de orden ideológico ni doctrinal.
No hace distingos, el que quiera puede trepar, más si cuenta con recursos para acarrearle votos a MORENA en cada región y comarca. Todo en aras del 2018.
Tan laxo es el control de calidad en la incorporación de figuras, que cualquier día podrían abrir la puerta a ELBA ESTHER GORDILLO, CARLOS ROMERO DESCHAMPS, HUMBERTO MOREIRA o FIDEL HERRERA.
Nadie pregunta que va a pasar después, cuando el viento barra los últimos confetis de la contienda presidencial.
¿Que tipo de organismo nacería de combinar elementos tan contrapuestos, sin plan ni estrategia, yuxtaponiendo egos y vanidades con la mirada fija en un sueño personal?
Por principio un problema de identidad que hoy mismo resulta palpable. ¿Es de izquierda MORENA con FERNANDO AZCÁRRAGA y su pandilla entre sus filas?
La contradicción es mayor si además recordamos que la lucha contra la corrupción es bandera central de AMLO en sus recorridos por la República.
Cuando (1) identifica a críticos y adversarios como parte de la fantasmal “mafia del poder”, aunque luego (2) promete perdón a los miembros de dicha mafia que apoyen su proyecto presidencial.
Si lo aceptan como su señor y salvador, tiene agua bendita suficiente para esparcir con manguera por todo el país, purificando en masa a los arrepentidos. Les salen alitas, se les caen los cuernos. Absolución, carpetazo, oferta de impunidad.