Cd. Victoria.- Intensa la rumorología, encontradas las versiones,
variada la interpretación en torno a las andanzas del excandidato priísta a la
gubernatura BALTAZAR HINOJOSA en tierras cuerudas.
Lo más sensato,
sano, lógico (y urgente) sería que alguien en su lugar y con su historial
reciente asumiera la iniciativa de reorganizar las fuerzas del partido tras la debacle
electoral.
Nada tendría de
oscuro ni de tenebroso, aunque la pregunta es ¿por qué hasta ahora, nueve meses
después, cuando no hay siquiera comité directivo y nadie ha tenido la
generosidad de emprender el control de daños?
Que se reúna con
su equipo de campaña, exfuncionarios, exalcaldes, es lo de menos, ¿por qué al
margen de la estructura tricolor, desde las orillitas, en el clandestinaje
cupular, sin llenar el ominoso vacío que hoy aqueja al partido, sectores y
organizaciones?
En una
democracia desarrollada nada habría impedido que BALTA asumiera el liderazgo
del nuevo priísmo opositor, a la semana siguiente de confirmar su derrota.
Tenía estructura
y posicionamiento, experiencia y preparación, la inercia y vuelo de una
campaña, mando sobre grupos y operadores, amén del poderoso aval (la
legitimidad) de representar a medio millón de votantes.
Pero se
desapareció, se autoflageló en silencio, retornó discreto a su curul federal y
nada quiso saber del abandono que dejaba atrás.
El olvido que en
meses posteriores devastó al PRI como al Macondo de las horas finales, el que
narra AURELIANO BABILONIA.
Un pavoroso
remolino de polvo y escombros centrifugado por la cólera del huracán, carcomido
por la hormiga, la polilla, el comején.
¿QUIERE MÁS?
Volver ahora sin
asumir responsabilidad ninguna, ni asomo de autocrítica, ni planes, ni
estrategia para apuntalar desde abajo un partido, no deja espacio para pensar
otra cosa que la mezquina ambición de corto plazo.
La hambruna
urgente del escaño senatorial que le evite la pena de quedar en la banca el
próximo año, cuando el peñismo sucumba y quien sabe cuánto PRI sobreviva luego
del 2018.
Y lo reclama al
descubrir con espanto que lo buscan los mismos que le disputaron antes la candidatura
a gobernador: GUEVARA, CÁRDENAS, BERNAL, ETIENNE, PALOMA.
Y siguen las
preguntas, ¿Con qué cara habrá de convocar de nuevo a los priístas si los
abandonó a su suerte, nada quiso saber de las bases que vivieron como nunca la
humillación de una derrota histórica?
Como piensa
tocar puertas si nunca ha dicho “esta boca es mía” ante quienes perdieron el
empleo, si ni siquiera ha dado la cara ante la opinión pública para asumir con
claridad sus errores.
Haya o no bases
disponibles, lo que parece buscar ahora es reinstalar a la burocracia de
partido. Con un grupito basta. El politburó necesario que despache trámites y
gesticule como si hubiera todavía seguidores.
UN TRAMPOLÍN
Que algún
personero de su secta (TOÑO, FELIPE, BLADI) haga las veces de dirigente estatal
(camine, hable, declare como tal) y le ayude a montar un tenderete, un remedo
temporal, nomás para la pura campaña.
Versión desmontable
(y desechable) de lo que antes fue la tarea partidista. Algo barato y rápido
que le otorgue la anhelada beca senatorial de seis años, de mayoría o por
“pluri”, es igual.
Y frenar, de
paso, al muchacho de Mante, quien también quiere controlar lo mismo (partido y
escaño) con el mismo fin utilitario, para desecharlo luego.
Trepar en la
chatarra del viejo aparato, catapultarse al senado y sobrevivir al cataclismo
sexenal.
Brincar la
aduana, refrendar fueros y privilegios aunque se pierdan Los Pinos.
Vender después
el cacharro en pedazos.
Ya verán ellos
si en los años posteriores deben aplaudir al PEJE, a RAFAEL, a MARGARITA, para
continuar subsistiendo con semejante afán y similar propósito.
Para seguir
viviendo de la política.