Cd. Victoria.- El cabildo de Victoria tiene en la mira al cronista
municipal GUSTAVO ADOLFO GARCÍA PAZ, a quien se le acusa (mire usted) de cobrar
sin trabajar y desempeñar únicamente una labor de ornato.
Lo cuál no es
nuevo ni privativo de esta capital, parece más bien un deporte nacional, tan
acendrado que se transmite felizmente de generación en generación.
Al ciudadano
GARCÍA PAZ se le está llamando a cuentas también sobre el destino (ubicación,
estado que guardan) los documentos, litografías, fotografías y demás material
de valor histórico pertenecientes al acervo municipal.
Los tesoros que
por años estuvieron bajo custodia del cronista anterior ANTONIO MALDONADO y de
cuyo paradero poco se sabe y menos aún se informa.
Tan mal andan
las cosas que, en plan de guasa, desde hace tiempo algunos medios de prensa le
cambiaron el nombre de cronista por el de “corista”.
Corifeo de
postín, una voz más en el devoto club de incondicionales, sin trabajo visible,
concreto, tangible, cuantificable.
Por desgracia,
esto aplica a buena parte de los municipios tamaulipecos donde (con muy
honrosas excepciones) la memoria de las localidades rueda por ahí en manos
carentes de propósito, ajenas al más elemental sentido de la responsabilidad y
sin programa formal de trabajo.
FUNCIÓN REAL
A menudo con
poco o nulo presupuesto, suele adjudicarse a los cronistas la triste misión de aportar
lustre o grandilocuencia al discurso oficial.
Los encargan de
dictar algún pronunciamiento florido en actos solemnes, fechas conmemorativas,
ceremonias fúnebres y festejos patrios.
Amen de conocer
la efemérides del día, ellos aportan la anécdota pintoresca y el tono
grandilocuente en las charlas de pasillo, la nota aguda en los chismorreos de
oficina y el retruécano feliz a la hora del almuerzo.
Misión de
sabelotodo que (a falta de programa) colinda con la de bufón, ¿Quién como los
cronistas para hacer sonreír al jefe en las mañanas de tedio?
Algo de ello abordó
en plena sesión de cabildo, el regidor del Partido Verde Ecologista FERNANDO
ARIZPE cuando pidió llamar a cuentas a GARCÍA PAZ para que explique en qué
consiste su labor y en qué condiciones se encuentra el acervo legado por su
antecesor.
Sobre el cargo
de cronista, ARIZPE demandó que “deje de ser considerado como un favor
político” y lo que calificó como “un puesto de fantasía, de adorno.”
Al respecto, el
regidor del PVEM está proponiendo, por principio, la formación de un consejo de
la crónica, como órgano colegiado donde participen verdaderos especialistas en
la historia local.
ATRASO REGIONAL
Y, desde luego,
emprender una magna labor de rescate, ubicando y reorganizando el acervo
victorense, poniéndolo en manos responsables y a buen resguardo institucional.
Esto es, en
instalaciones adecuadas, con la amplitud necesaria, seguras y acondicionadas
para dicho propósito.
Necesario es
decir que el atraso en materia de acervos municipales afecta a nuestros
ayuntamientos pero compete (o debiera competir) a la autoridad estatal.
No existe ley
que regule el perfil académico exigido para estos cargos cuyos titulares un
buen día llegan por capricho de alcalde para eternizarse en la silla, nombrados
a perpetuidad, como si fueran parte del inventario.
Ello, sin contar
con la preparación ni los estudios pertinentes para garantizar un buen
desempeño y (sobre todo) brindar resultados.
Lo mínimo que
acaso debiera exigírseles sería el contar con algún grado académico en historia
(licenciatura, maestría, diplomado) en una institución reconocida.
Aunque es asunto
también de los señores presidentes municipales. Porque sin un plan de difusión
cultural que incluya la valoración del pasado local, resulta difícil que la
crónica florezca. El problema es, en buena medida, de conciencia.