lunes, 9 de enero de 2017

Vana disputa de culpas

Cd. Victoria.- Pierden tiempo, sin duda, partidos, organizaciones, medios, redes y hasta las instancias oficiales en el (por demás) ocioso deslinde de responsabilidades respecto a los disturbios y saqueos que incendian hoy al país.
El hartazgo es prácticamente el mismo. Y aplica igual si pensamos en (1) expresiones espontáneas de rebelión social que si (2) le hacemos un huequito a las tesis conspirativas que ubican como gestor al gobierno federal, o bien (3) a su demonio favorito LÓPEZ OBRADOR o, incluso, (4) si actúan con financiamiento de la delincuencia organizada.
Y pierden tiempo porque hay un hecho objetivo por encima de todas las explicaciones, tesis o marcos teóricos.
El hambre. La caída drástica en el poder adquisitivo de los trabajadores, gestada desde los primeros años ochentas y que parece haber tocado nuevamente fondo con el gasolinazo.
Justo es decir que ni los gobiernos de la alternancia (FOX, CALDERÓN) ni el actual de PEÑA NIETO hicieron algo por corregir el daño de las cuatro administraciones anteriores.
Élites, al fin, la tesis que comparten ambos partidos descansa en estilos variables de administración, gobernanza eficaz, distintas maneras de entender la gestión pública y (como elemento común) la mano dura.
Pero todo desde una óptica que excluye, de entrada, cualquier diagnóstico serio sobre la desesperación que se vive en la base de la pirámide social.

HIPÓTESIS VARIAS
No hay, siquiera, un reconocimiento responsable al origen netamente económico de la explosión delictiva.
Entender, por ejemplo, que los saqueadores (como los sicarios) son prófugos del salario legal. O, como dijera TED KENNEDY, los trabajadores le perdieron respeto a la ley cuando la ley se convirtió en su principal enemigo.
Al respecto, poco interés tiene el saber en cuáles casos la violencia es genuina y en dónde resulta prohijada por las fuerzas oscuras del Estado, los sótanos del gobierno, para dividir la inconformidad popular.
O en cuáles más se siente la mano de AMLO, los grupos anarquistas, la vieja y nueva guerrilla y demás argumentos espectrales.
Al final de cuentas es lo mismo. Sin pasto seco la llamarada no sería posible. Son razones de supervivencia colectiva las que llevan mano en cualquier explicación que pretenda ser congruente.
Se cumplirán este lunes nueve días consecutivos de inconformidad manifiesta (unos más, otros menos) en todos los estados de la República.
Resulta difícil de creer que sean de México esas imágenes de supermercados saqueados o tiendas de conveniencia devastadas por la furia y la rapacidad sin freno.
Cualquiera diría que corresponden a sucesos lejanos, en África, acaso de Sudamérica en los tiempos del “caracazo” o el “bogotazo”, cuando masas humanas desesperadas rebasaron con creces a los agentes del orden.
Solo que en México tales estados de anomia (ausencia generalizada de respeto por la ley) están ocurriendo no solo en la ciudad capital (Caracas, Bogotá, México) sino en todo el territorio nacional, urbano y también rural.
El más reciente reporte de SEGOB habla de mil 500 detenidos por los actos vandálicos cometidos particularmente en comercios. Medio millar de tiendas, cifra conservadora. Acaso más.

EMERGENCIAS
Este lunes entra en vigor el nuevo número telefónico 911, implementado en todo el país de manera gradual entre septiembre y octubre, en sustitución del 066.
Más que un reemplazo de dígitos, el Centro de Comando, Control, Cómputo y Comunicaciones se homologa a un sistema de carácter nacional que atenderá emergencias bajo una óptica nacional.
Aplica en los 43 municipios de la entidad, involucrando en ello a todas las corporaciones policíacas así como Bomberos, Cruz Roja, Cruz Ámbar y Ángeles Verdes.