Cd.
Victoria.- Es tema que abunda en campañas de
legisladores y gira en torno al compromiso de velar por los intereses de la
gente, las mayorías.
Vigilar que el poder de enfrente (el
Ejecutivo) gobierne bien y apoyar leyes justas inspiradas en el mejor interés
ciudadano.
Tan recurrentes son estos argumentos en
todas las contiendas, que la rendición de cuentas se antoja un compromiso
automático, obligado, forzoso.
En particular cuando se votan asuntos
como el encarecimiento repentino, desmesurado, inoportuno de los energéticos, electricidad
y combustibles.
Con aire festivo y lujo de celebración se
propagó desde los más diversos foros que la reforma energética representaba un
avance histórico.
Importa recordar que dicha reforma fue el
sueño incumplido de tres presidentes consecutivos: ZEDILLO, FOX y CALDERÓN.
Lo hizo posible PEÑA NIETO porque hasta
ahora se dieron las sinergias legislativas necesarias.
En especial porque el paquete de reformas
exigía modificaciones a la Carta Magna. Lo cuál entrañó una colaboración muy
cercana del PRI y el PAN en las cámaras, llevando de cabús al PRD.
DICHOS,
HECHOS
Llama la atención que la realidad haya
echado por tierra de manera tajante y rápida las promesas felices expresadas
por los tres partidos firmantes del pacto que asumieron dicha reforma.
Más difícil de explicar resulta el
triunfalismo de quien dio la cara y asumió riesgos. El presidente PEÑA NIETO que
apenas dos años antes anunciaba en cadena nacional el fin de los gasolinazos y
la pronta baja en los cobros eléctricos.
La razón de un despropósito tan claro como
costoso aún está por verse. Caben aproximaciones:
(1) El presidente faltó a la verdad en su
célebre mensaje de 2015. A sabiendas de que habría turbulencias, no solamente
las ocultó sino que (además) las disfrazó de bondades con miras a la elección
federal de ese año.
(2) Otra interpretación es que EPN haya
creído sinceramente en la visión que le vendieron sus colaboradores y asesores inmediatos.
La reforma traería resultados tan prontos y positivos que valdría la pena
presumirlos de antemano y reciclarlos como capital político.
(3) Ni una cosa ni otra. Fueron las condiciones
adversas del mercado internacional del crudo las que arruinaron la expectativa razonable
ideada por los estrategas económicos del régimen tricolor, con las simpatías
del PAN y el apoyo pragmático del PRD.
Aunque si el error vino de un agravamiento
del entorno mundial habría que preguntar por qué no estuvo en sus previsiones.
Sobre todo si la caída en los precios de
los hidrocarburos se empezó a sentir (y a sufrir) desde la administración
calderonista.
Más claro aún, se sabía que el barril de petróleo
iría a la baja y con ello los ingresos que le permiten al gobierno mexicano solventar
su tren de gasto público.
CORRESPONSABLES
En ese sentido, los legisladores tamaulipecos
del PRI y el PAN que votaron la iniciativa mostraron su verdadero rostro.
O bien una postura extremadamente
conservadora en materia de política económica. O (en el mejor de los casos) mansedumbre
supina ante los arreglos de sus respectivas cúpulas.
Entre ellos, al menos dos personajes que buscaron
abiertamente la gubernatura: BALTAZAR HINOJOSA y ALEJANDRO GUEVARA.
En cuanto al voto en contra de GUSTAVO CÁRDENAS,
valdría la pena recordar que actualmente funge como dirigente de un partido teóricamente
de izquierda (MC, antes Convergencia), cercano a las luchas de AMLO.
Y, bueno, si algo define a dicha
corriente es su oposición a las reformas de PEÑA NIETO, en particular a la
energética.
Por ende resulta del todo comprensible
que sus legisladores voten igual, aún tratándose de un empresario expanista
como GUSTAVO.
Se diría, al respecto, que “membrete
obliga”.