martes, 3 de enero de 2017

Dos dígitos, otra vez

Cd. Victoria.- Quien haya vivido y además recuerde los aciagos años ochentas, sabrá lo que representó (1) sufrir incrementos permanentes a precios y tarifas de bienes y servicios que ofrece el Estado: luz, agua, combustibles.
Y también (2) el impacto que estos productos líderes tenían en el esquema general de precios, particularmente en la canasta básica, el transporte urbano y foráneo.
Por supuesto, existe memoria del (3) inmenso sacrificio que representó para toda una generación de mexicanos la “purga de caballo” aplicada en la economía para bajar de tres a dos dígitos y finalmente a un dígito la inflación y las tasas de interés.
De ahí la preocupación ante el retorno a los incrementos en combustibles con cifras de dos dígitos (Magna 14%, Premium 20%y Diesel 16.5%) que por supuesto impactarán al resto de la economía.
A lo cuál habría que añadir ajustes menores previstos en tarifas eléctricas.

FONDO Y FORMA
En el contexto, analistas señalan que el esquema de precios fijos sostenido por Pemex durante tres cuartos de siglo ya habría quedado obsoleto, al menos bajo la perspectiva neoliberal.
Concluyen de aquí que en realidad estamos ante un fenómeno de mayor trascendencia que un simple aumento de precios.
Constituye un paso más en la apertura de este mercado donde distintos vendedores competirán entre sí no solo en calidad de servicio sino ahora bajo un esquema de precios variables, como en Estados Unidos y buena parte de Europa.
Interesante al menos en el aspecto técnico, el argumento no amortigua en lo más mínimo el impacto social que está provocando la medida.
Si la decisión es (de por sí) amarga, se diría que su implementación y la ausencia de “timing” la hicieron aún más impopular.
Cabe preguntar en dónde quedó aquel viejo cuidado de las formas que los gobernantes de antaño emplearon para aterrizar las medidas difíciles con la menor rudeza posible y las compensaciones necesarias.

EL CÓMO
Hay, al menos, tres aspectos de orden táctico que podrían haberse cuidado:
(1) Por principio, cabría preguntar si el camino seguido para operar estas alzas (¡de sopetón!) era la única opción o existían alternativas graduales.
Repartirlas por bimestres, trimestres, cuatrimestres, de más fácil digestión y con un costo político menor.
(2) Otra más, ¿el primer mes del año, cuando los mexicanos van saliendo de las fiestas navideñas con los bolsillos vacíos y la dura “cuesta de enero”.
Macabra sinergia de carencias y carestías, que tal vez pudo ser prevista con algo de sentido común. La forma es fondo, de esto no hay duda.
(3) Amen de que existía un precedente difícil de explicar para el gobierno de la República. Que el propio ENRIQUE PEÑA NIETO haya prometido en un mensaje televisado a principios de 2015, la disminución de las tarifas eléctricas y el fin de los gasolinazos.

LA RESPUESTA
De aquí la inconformidad política que hoy se observa en las principales plazas del país. No será, desde luego, la primera vez que un mandatario mexicano incumple de manera flagrante un compromiso explícito.
Al respecto, los priístas suelen recordar que FELIPE CALDERÓN prometió también acabar con los gasolinazos y tampoco lo logró.
Aunque el incumplimiento de PEÑA parece condenado a llevarse los reflectores por ser su promesa más cercana en el tiempo (hace dos años), encontrarse hoy día en el poder y por el estilo categórico, enfático, explícito que le imprimió a su mensaje.
Difícil olvidarlo. Anda, pues, mucha gente inconforme en las calles, hay cierres de carreteras, “clausuras” simbólicas de gasolineras.
Y una predicción circula entre los analistas nacionales, poniendo los pelos de punta al sector patronal. El principal beneficiario político es (de nueva cuenta) ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.