viernes, 29 de junio de 2012

Rodolfo Torre Cantú


Cd. Victoria, Tam.- Lo conocí en edad muy tierna, acudiendo al mismo colegio pero seis o siete grados más abajo. Empezando la hora de recreo solía acudir al salón de su hermano mayor, quien lo abrazaba y cuidaba con la ternura de un padre.
Lo vi crecer en política. En Banrural, en el DIF local, en el PRI municipal, en la Secretaría de Salud, como diputado federal y, finalmente, candidato a la gubernatura.
En “Zona Tres”, el programa radial que conduce ADRIANA HEREDIA recuerdo haberlo entrevistado al menos cinco veces, en sus diferentes facetas.
Le decíamos en broma que era nuestro “padrino” porque cuando “Zona Tres” pasó de la XEBJ a la XEGW para convertirse en programa diario, RODOLFO fue el primer invitado.
En cierta ocasión le marcamos a su celular para que nos ayudara a contactar un especialista para una emisión del día lunes, cuando el tema era, precisamente, salud.
-“No hay problema, yo voy.”
Recuerdo su última visita, durante a la campaña a diputado, acompañado por el candidato suplente MORELOS CANSECO y su coordinador, el inolvidable “Güero” BLACKMORE.
Apenas cabíamos los dos conductores y los tres invitados en la cabina de la XEGW. A través del cristal, nos observaba ENRIQUE CÁRDENAS DEL AVELLANO.
En el transcurso de la charla le pregunté a RODOLFO de su primo OSCAR, quien se había lanzado a competirle por el mismo distrito quinto, abanderado por el Partido Acción Nacional.
Con gran naturalidad me dijo que la unión familiar está por encima de todo.
-“Las campañas pasan, la familia permanece.”
Ya de salida, caminando por el pasillo de Organización Radiofónica Tamaulipeca, abordó de nuevo el asunto.
-“Que bueno que me preguntaste, para así dejar las cosas en claro”.
Le respondí con un guiño de ojo, palmeando la espalda al ingeniero CÁRDENAS:
-“No te preocupes, tener un primo panista es algo que sucede hasta en las mejores familias”.
La carcajada de ambos se escuchó hasta la calle Juárez.
La mañana del 28 de junio del 2010, NORMA ALICIA mi esposa se encontraba en el Hospital General finiquitando un trámite administrativo tras la atención de un familiar cercano.
De pronto me llama asustada…
- “Ven por mí rápido, pasó algo muy malo, están llegando policías y soldados por todas partes, ya evacuaron la sala de espera, escuché que por radio pedían urgentemente cinco quirófanos.”
Había estacionado su camioneta algo lejos de ahí, le daba miedo salir.
Cercana mi casa al nosocomio, no tardé ni cinco minutos en llegar al punto y orillarme frente a la explanada, donde se veía correr gente asustada mientras uniformados de diversas corporaciones empezaban a copar las calles aledañas.
Apenas tuve tiempo de recogerla, para salir a toda prisa sorteando un camión de soldados y dar vuelta sobre el retorno más cercano.
Con una mano al volante virando hacia la izquierda, respondo una llamada por celular.
Era ADRIANA, me cuenta lo sucedido…
-“¿Estás segura?”, le dije, ya no contestó.
Llegando a casa, los noticieros de TV tenían la noticia.
Desde luego, estupefacción, horror. En una hora más entraríamos al aire, en lunes, precisamente, cuando solíamos decir “hoy toca salud” y llamábamos a RODOLFO.
Y, en efecto, nos tocó en “Zona Tres” confirmar la nota al micrófono. Me recuerdo triste, pero, sobre todo, me recuerdo muy enojado, molesto, exacerbado.
Con ese ánimo, de profunda indignación, escribí aquella tarde la columna que hoy todavía puede ser consultada en mi blog.
Se han planteado muchas hipótesis, yo me sostengo en lo publicado aquel martes 29 de junio:
-“Encubrimiento, colusión, complicidad, silencio… ¿Qué más?... Los asesinos han andado sueltos en las carreteras nuestras por demasiado tiempo, sin que nadie haga algo para detenerlos. Los lamentables hechos de este lunes tienen por antecedente esos largos meses de abandono y desidia, ese vacío de poder convenenciero, ofensivo y cobarde que entregó los caminos de la entidad al feliz arbitrio del crimen.”
Dos años después, mi dolor no cesa.
La justicia tampoco llega.