Cd. Victoria, Tam.- Tres miembros cercanos del equipo calderonista son demasiadas personas cuando declaran en paralelo sobre el mismo asunto y con semejante intención.
El presidente del PAN GUSTAVO MADERO, el exsecretario del Trabajo JAVIER LOZANO y el extitular de Hacienda ERNESTO CORDERO se unieron en coro y desde distintos escenarios para deturpar a VICENTE FOX.
Le reclaman no sólo su apoyo a un partido distinto sino, además, la despatarrada crítica que lanzó contra CALDERÓN en reciente entrevista con la prensa española.
Se percibe hoy en el ánimo de Los Pinos una furia largamente contenida contra ese antecesor incómodo, ingrato y deslenguado. Un cúmulo de agravios que estaría muy cercano a la erupción y sólo espera la hora señalada.
Ciertamente, FELIPE hubo de soportar toda suerte de intromisiones y perversidades de su predecesor en estos años de gobierno.
Y lo más frustrante: sin poder ajustarle cuentas por temor a que ello debilitase a un régimen tan endeble como el suyo, que llegó con el sanbenito de ilegítimo, acotado por contrapesos muy poderosos del PRI y el PRD.
Un régimen calderonista al que VICENTE FOX le palomeó las listas de diputados y senadores, le impuso líderes en las dos fracciones parlamentarias y le heredó a MANUEL ESPINO.
La perspectiva de seis años permite hoy concluir que FOX jamás superó su rencor contra ese ex-colaborador que le machacó el dedo, le arrebató la decisión sucesoria y desde la banca supo ganarle la candidatura panista a su delfín SANTIAGO CREEL en 2005.
Respiró VICENTE por la herida durante seis años, con esa lengua irredenta que semana tras semana, desde el rancho San Cristóbal tuvo siempre una declaración afrentosa y bellaca contra su sucesor.
Está pendiente todavía conocer los motivos de CALDERÓN para soportar tanto tiempo. Cuesta trabajo pensar en dicha tolerancia como una cualidad “per se” del Presidente.
Me intriga saber en qué argumentos descansó esa paciencia franciscana que no tiene parangón en la historia del presidencialismo contemporáneo.
Los motivos prácticos, concretos, que han frenado la iracundia en un hombre de mecha corta y con la autoestima tan a flor de piel como FELIPE.
Acaso haya sido la vulnerabilidad extrema con que asumió el poder, entrando a escondidas a San Lázaro, mientras una turba de opositores vociferaba en su contra.
O acaso FOX sabe demasiado en dos aspectos torales: (1) los números reales del 2006, (2) los dineros de campaña.
Lo cierto es que le soportó hasta la ignominia: sus verbosidades, sus críticas a menudo injustas, sus intrigas recurrentes desde el exilio guanajuatense.
Por menos que eso, LÓPEZ PORTILLO le obsequió una embajada a ECHEVERRÍA en las Islas Fidji. ¿Por qué no lo hizo CALDERÓN?, nos debe esa respuesta.
La novedad es que las cosas están cambiando y esa proverbial paciencia pudiera llegar a su fin el primero de julio, cuando ya no hay mucho que cuidar en imagen ante un régimen que va de salida.
Los reclamos de MADERO, LOZANO y CORDERO serían apenas los primeros relámpagos de la tormenta que viene después del domingo próximo.
Con dos agravantes:
(1) La debacle electoral de un panismo que no sólo pierde sino que además cae al tercer lugar tanto en la urna presidencial como en las cámaras, amen de sufrir graves derrotas en gubernaturas.
(2) La ausencia de tacto que observó FOX al momento de brindar su apoyo al PRI. Pudo haberlo hecho con mayor elegancia, pero lo cierto es que la sutileza no se le da.
Correrán, pues, ríos de amargura en toda la geografía panista y (como la derrota es huérfana) los afectados tendrán una lista culpables que sin duda encabeza VICENTE FOX.
Ya conté en este espacio mi percepción de que FOX y CALDERÓN se van a disputar ferozmente el control del aparato partidista, como los zedillistas y salinistas en los noventas.
Cabe esperar persecuciones, expulsiones, golpes bajos, filtraciones y escándalos que dañen a uno y otro grupo. La descomposición del partido gobernante dará mucho de que hablar a los medios.