En dicho sondeo la
economista marcha adelante con un elocuente 62% en las intenciones del voto,
contra el 15% de ERNESTO CORDERO y el 14% de SANTIAGO CREEL.
Ventaja que
constituye, por si misma, un logro estimulante y muy plausible, sin importar lo
que ocurra después.
Ni sumando sus
respectivos apoyos, el favorito de FELIPE CALDERÓN (CORDERO) y el favorito de
VICENTE FOX (CREEL) cosecharían siquiera la mitad de las simpatías que registra
JOSEFINA.
Otra coincidencia
significativa: aunque FOX y CALDERON la hicieron secretaria (SEDESOL y SEP, en
ese orden) ninguno le vio o le reconoció estatura presidencial.
Incluso se diría
que VAZQUEZ MOTA sobrevivió en ambos cargos por mérito propio, venciendo
animadversiones sucesivas de MARTHA SAHAGUN y ELBA ESTHER GORDILLO.
Amen de lucir dos
ministerios nacionales en su curriculum vitae, JOSEFINA ya fue también diputada
federal dos veces, en las legislaturas 58 y 61, durante el primer trienio de
FOX y el segundo de CALDERON, en ambos casos por la vía plurinominal.
Cincuentona, casada
con un vendedor de productos informáticos, madre de tres hijas, la economista de
la Universidad Iberoamericana convertida luego en conferencista profesional y
escritora de autoayuda, es producto, a su manera, de la cultura del esfuerzo.
Es hija del
“mexicana tú puedes” y su vocabulario la revela experta en las liturgias del
éxito, las promesas y esperanzas de la voluntad frente al destino.
De todo ello habla
en el libro “Dios mío, hazme viuda por favor” que en 1999 le publicó Editorial
Panorama, cuyo título es, por cierto, bastante más audaz que el contenido
mismo.
Sobre el particular, la misma autora aclara desde las
primeras líneas que “no es un manual en
contra del hombre” sino “una invitación a la mujer para que cobre conciencia de su voluntad e
inteligencia y se atreva a ser viuda del miedo a elegir, del temor a
desarrollar sus talentos y potencialidades.”
Nada distinto,
pues, a las toneladas de recetarios infaustos de superación personal que engulle
la clase media mexicana año con año.
Cuidadosa en el
hablar, poco dada a los dislates, instalada en la corrección como estilo de
vida, su mirada parece vigilar de cerca y con gesto estrábico los movimientos
de la lengua.
Por ello sorprendió
mucho que en noviembre del 2008, siendo titular de la SEP, aludiera a la novela
de CARLOS FUENTES “La región más transparente” rebautizándola como “La ciudad
más transparente”, confundiendo al propio FUENTES con OCTAVIO PAZ.
Supo pedir
disculpas a tiempo aunque la memoria del tropezón ahí queda, en el archivo de
desencuentros entre la clase política mexicana y la literatura.
Líneas aparte, entre
GUADALUPE VICTORIA y FELIPE CALDERON, no hay registro de mujer alguna que haya
ocupado la primera magistratura del país.
Candidatas recuerdo
cuatro (todas fallidas y de partidos menores) rogándole al lector me corrija si
falta alguna:
- ROSARIO IBARRA
(PRT), 1982.
- MARCELA LOMBARDO
(PPS), 1994.
- CECILIA SOTO
(PT), 1994.
- PATRICIA MERCADO
(PAS), 2006.
Sin embargo, ninguno
de los partidos grandes (PRI, PAN, PRD) ha postulado hasta ahora una mujer a la
silla grande.
Por eso destaca hoy
JOSEFINA. De cristalizar la tendencia marcada por las encuestas, no tendría
problema en superar a sus dos contendientes y convertirse en candidata del
Partido Acción Nacional a la Presidencia.
Finalmente, yendo
al terreno de los imponderables, no imagino que suerte de trapacería monumental
tendría que orquestar FELIPE CALDERON en la elección interna panista si decidiera
imponer a su delfín ERNESTO CORDERO.
De ocurrir algo así,
el costo sería altísimo para CALDERON y
su dirigente formal GUSTAVO MADERO.
Y, la verdad, el
PAN no está para suicidios.