martes, 24 de enero de 2012

Darwinismo político


Cd. Victoria, Tam.- En la vida de los partidos políticos no siempre sobrevive el más fuerte o el que mejor se adapta. En México también perdura el que mejor se arrastra y transita como eterno “socio junior”, a la sombra de un partido grande.
En razón de esas mañas hoy permanecen dentro del espectro nacional organizaciones que bajo marcos jurídicos distintos hace mucho habrían desaparecido.
Curiosa manera de caminar por el tiempo y en el proceloso tráfago de los sexenios, amparados en una táctica que recuerda a las rémoras, aquellos peces que viajan grandes distancias adheridos a un animal de mayor tamaño.
En inglés reciben nombres un tanto chocantes: “sharksucker” los que viajan prendidos a los tiburones y “whalesucker” los que van adheridos a las ballenas.
Pues bien, el actual panorama de la izquierda (PRD, PT, Movimiento Ciudadano) es resultado de un largo historial de divisiones y proyectos unificadores, de fisiones y fusiones, que vieron pasar una veintena de membretes con registro desde la reforma fundacional encabezada por JESUS REYES HEROLES entre 1977 y 1979.
El PRD, como partido más exitoso de la izquierda mexicana, nace al unificar las fuerzas que apoyaron al ingeniero CUAUHTEMOC CÁRDENAS en 1988, en lo que entonces se conocía como Frente Democrático Nacional y donde destacaban el Partido Mexicano Socialista (PMS), el Frente Cardenista (antiguo PST), el PARM, el PPS y la Corriente Democrática, entre otros.
El PMS, a su vez, venía de un proyecto de fusión anterior que se remonta a 1987 cuando sumaron sus activos los partidos Mexicano de los Trabajadores (PMT) y Socialista Unificado de México (PSUM).
Pero hete aquí que el PSUM había nacido en 1981 a resultas de un esfuerzo de integración similar que tenía como eje al viejo Partido Comunista Mexicano (PCM) y donde participaron membretes como el Partido Socialista Revolucionario (PSR) y el Movimiento de Acción Popular (MAP), entre tantos otros.
Pues bien, en el presente 2012, la izquierda se lanza de nuevo tras la concreción de sus dos grandes sueños: (1) la conquista del poder y (2) la reunión de todas sus fuerzas en un solo rostro.
Lo primero está todavía por verse, pues depende de una competencia que aún no empieza y donde todavía falta por calibrar el impacto y conocer la oferta política de cada participante.
Sin embargo, el sueño del partido único se observa más cercano pues no aparece esta vez supeditado a unos comicios sino más bien como planteamiento de prospectiva más ambiciosa que va más allá de las urnas.
Sin importar quien gane en julio próximo, ya está agendado el concepto que daría vida a una nueva formación que tentativamente llevaría el nombre de Partido Frente Amplio Progresista (PFAP) y en cuyo diseño trabajan desde ahora los equipos de MARCELO EBRARD y MANUEL CAMACHO.
Importa decir que en la derecha no ha existido tal dispersión desde que en 1939 se fundó el Partido Acción Nacional (PAN).
Se sabe de membretes menores y sin trascendencia alguna como el sinarquista Partido Demócrata Mexicana (gallito colorado) de corta vida entre 1979 y 1997, del cuál aún se desprendería el Partido Alianza Social (PAS), hoy también desaparecido.
Para la elección del próximo primero de julio se enfilan siete partidos, tres de ellos (PAN, PRI, PRD) con fuerza propia, gran tamaño, experiencia amplia de gobierno y personalidad bien definida.
La izquierda tiene también al Movimiento Ciudadano (MC, antes Convergencia, de DANTE DELGADO) y al PT, dirigido desde su nacimiento en 1990 (hace 22 años) por el economista regiomontano ALBERTO ANAYA.
De cuajar los planes de EBRARD, CAMACHO y LOPEZ OBRADOR, esas dos organizaciones menores (PT y MC) serían engullidas junto con el PRD por el naciente Partido Frente Amplio Progresista.
Queda entonces por ver hacia donde caminan (o si ya caminaron) los dos minipartidos restantes: Nueva Alianza y Verde Ecologista. Pero como aquí se acabó el espacio, mañana le seguimos.