Cd.
Victoria, Tam. – La equidad de género
en cargos de elección es un tema que llegó para quedarse. Me atrevo a
calificarlo de ineludible y, a la postre, irreversible.
De aquí la importancia del
posicionamiento refrendado por el dirigente tricolor ENRIQUE OCHOA REZA quien
aprovechó su intervención en la reciente XXII asamblea nacional para insistir
en un tema que ha sido recurrente en sus discursos desde que llegó a la
dirigencia nacional en 2016.
El que la equidad debe ser verdadera y
no una mera simulación, insistiendo en condenar el fenómeno de las “Juanitas”.
La anécdota data de la elección federal
de 2009 (la intermedia de FELIPE CALDERÓN) cuando varios partidos otorgaron a
mujeres candidaturas a diputaciones federales, pretendiendo cumplir con la
cuota de género.
Una vez conquistadas las curules, las
damas ya posesionadas del cargo fueron obligadas a pedir licencia y dejar el sillón
a sus suplentes varones. En total se habló de cuatro asientos en el PRI, cuatro
más en el PVEM, dos del PRD y uno del PT.
En Tamaulipas destacó el caso del potosino
SALOMÓN ROSAS, entonces delegado regional del CEN, quien fingió ser candidato
suplente a la curul federal llevando por titular a su esposa GABRIELA MONTIEL,
a la cual reemplazó una vez concluido el proceso.
IZTAPALAPA
El nombre de “Juanitas” viene de un
incidente muy penoso ocurrido también ese año (y en dicha elección) en el seno de
la izquierda capitalina.
En pocas palabras, el entonces
excandidato presidencial (y exjefe de gobierno) ANDRES MANUEL LÓPEZ OBRADOR había
impulsado como candidata del PRD para la delegación Iztapalapa a una militante
de todas sus confianzas como era CLARA BRUGADA.
Territorio que por entonces contaba con
un millón 800 mil habitantes, superior en número a la población de entidades
federativas como Colima, Tlaxcala o Nayarit.
Ocurrió entonces que la nominación fue
anulada por el Tribunal Electoral, alegando anomalías en el proceso interno de
selección.
Lo cual provocaría un gran cisma en la
izquierda nacional y un enfrentamiento entre el grupo de AMLO y la corriente
del entonces gobernante MARCELO EBRARD.
La respuesta de LÓPEZ OBRADOR sería
montar una simulación deliberada y asumida públicamente, al convencer a un rústico
líder de colonias de nombre RAFAEL ACOSTA (apodado “Juanito”) para que asumiera
la candidatura por el Partido del Trabajo (PT).
Con el apoyo de AMLO, “Juanito” debía
ganar la elección para luego pedir licencia y entregar el mando a BRUGADA.
Ello, en tanto el PRD de EBRARD
postulaba para el mismo puesto a una militante de su equipo de nombre SILVIA
OLIVA.
Lo cual, amén de revelar desavenencias profundas
con el propio MARCELO, representaba un chocante malabarismo político de LÓPEZ
OBRADOR.
La gran popularidad de ANDRES MANUEL en Iztapalapa
alcanzó fácilmente la primera meta. Hacer ganar a “Juanito” en las urnas.
Sin embargo, sus planes se atoraron en
el segundo paso, cuando el improvisado candidato se resistió a cumplir su
promesa de asumir la jefatura delegacional y luego renunciar.
Lo cual desató una jocosa controversia
donde AMLO quedaba expuesto como el “engañador engañado” y “Juanito” como el
títere que se rebeló contra su titiritero, acicateado por una repentina
ambición de poder.
Al final, hubo de intervenir el propio EBRARD
para convencer a “Juanito” que debía separarse del cargo, tras descubrir el uso
de documentos falsos durante su apresurado registro como candidato del PT. Falta
grave que podría costarle la destitución y la cárcel.
De ahí derivaría entonces el nombre que
ese mismo año se aplicaría a las falsas postulaciones y, en particular, se
aplica hoy a los partidos que fingen cumplir con la cuota de género para luego disponer
el reemplazo.