Cd.
Victoria, Tam. – Haciendo a un lado trayectorias
y merecimientos del líder panista RICARDO ANAYA y su temporal interlocutor OSCAR
LUEBBERT.
Observando únicamente su desempeño como
oradores, tribunos y hombres del micrófono. Ciertamente estamos ante dos pesos
minimosca de la esgrima verbal.
Atildados ambos, de voz aflautada el
primero, tartamudo el segundo, intercambiaron señalamientos que poco o nada
aportan a la vida política actual.
Lo que vino a decir ANAYA con su peinado
skinhead, no hizo más que repetir argumentos que ya se caían de viejos en la primera
mitad del calderonismo, hace una década.
Que el priísmo es narco y sus gobernadores
igual, que la violencia se exacerba ante la corrupción y colusión de autoridades.
Por favor, platíquenme algo nuevo.
Incluyendo en ello el raspón a LUEBBERT.
No es reciente su referencia en el megaproceso binacional que hoy se cocina
contra dos exgobernadores.
OSCAR
RESPONDE
Igual de penosa resultó la respuesta en
vidéo de LUEBBERT. Algo bajo de nivel, a pesar de su copiosa hoja de servicios.
Exdiputado federal, exsenador, alcalde en dos ocasiones, presidente estatal de
su partido, titular de Sedesol, entre otros cargos.
Discurso pobre en concepción y
ejecución. Tan desabrido, que algunos bromistas señalan como asesor a BALTAZAR
HINOJOSA. Para colmo, un subtitulaje salpicado con faltas de ortografía.
Mire usted, ese recurso audaz de
hablarle a la cámara en tono pendenciero, como si tuviera enfrente al
interlocutor específico, puede ser muy efectivo cuando se tienen las cualidades
necesarias.
Entre ellas, (1) determinación, (2)
claridad de propósitos y (3) habilidades técnicas como entonación, dicción, vocalización,
manejo de volumen y hasta la administración del aire.
Ejemplo reciente, la feroz respuesta que
ofreció HUMBERTO MOREIRA a FELIPE CALDERÓN al calor de la disputa electoral en
Coahuila.
Algunos analistas opinaron que MOREIRA habría
mentido en todo lo que dijo, lo cuál no sería raro. Otros señalaron que no
tiene autoridad moral para criticar a nadie y quizás tuvieran razón
Aunque ese no es el tema. El éxito del
golpe descansa en que lo haya expresado en voz clara y firme, con autosuficiencia
y sentido didáctico, sin tropiezos.
Se plantó además matizando la voz,
dándole a cada frase la entonación necesaria, en una bien actuada postura de
hombre agraviado por las ofensas. Lo hizo creíble.
Si MOREIRA fue mal gobernador, si sus
afirmaciones carecen de sustento, es otro cantar. Lo que dijo contra FELIPE fue
con tal seguridad y aplomo que logró sacudir a su oponente.
En box se diría que lo conectó en la
mandíbula varias veces, incluyendo un par de golpes abajo del cinturón.
Otro ejemplo es AMLO. Aunque sus
intervenciones estén plagadas de patrañas, sus videos logran grandes audiencias
en YouTube, por su hábil manejo del aspecto formal, luego de tres décadas
ensayando el mismo papel.
Sabe tocar puntos sensibles y vender
desde ahora la contienda del 2018 como si fuera un libro de DAN BROWN, Ángeles y
Demonios, Morena contra la Mafia del Poder.
COLOFÓN
Por algo hubo en el pasado escuelas de
oratoria, hoy en vías de extinción porque el discurso del siglo 21 ya no tiene
que ver con las florituras de antaño, cuando la prensa burlona puso el mote de
“jilgueros” a los viejos oradores del partido tricolor.
En un formato más compacto, el lenguaje
oral (y visual) está de regreso en diversos campos de la vida profesional. Políticos
que envían sus posicionamientos vía YouTube, columnistas que además de publicar
en papel, leen su escrito frente a la cámara web.
Abogados que deben ahora aprender a ser
más convincentes en su expresión verbal, ante la exigencia de los juicios
orales.
Es un cambio de paradigma, en efecto.