miércoles, 24 de mayo de 2017

¿Tromba o tornado?

Cd. Victoria, Tam.- El clima planetario se ha vuelto loco y se carcajea de nosotros con inviernos calurosos, nevadas en abril y la presencia de tornados en la frontera tamaulipeca a los que el gobernador FRANCISCO JAVIER prefirió catalogar como trombas.
Aunque las definiciones de ambos fenómenos son tan cercanas que habría que recurrir a especificaciones algo técnicas para distinguirlas. Detalles como temperatura, presión atmosférica y hasta el tipo de nubes involucradas. 
Acaso por ello una salida prudente consistiría en recurrir a un tercer término que englobe a los dos anteriores. ¿Torbellino?
Ventisca acuosa en forma de embudo, cono, cucurucho gaseoso, malévolo y ruidoso.
Algo parecido al rastro que deja TAZ, personaje creado por la compañía de animaciones LOONEY TUNES en honor a cierto marsupial australiano conocido como demonio de Tasmania.
Remolino, en efecto, más delgado en la base que en la copa donde extiende sus giros formando un nubarrón amplio y oscuro.
Ciclones chiquitos, dicen los granjeros, a menudo más destructivos por concentrar su fuerza en un radio muy corto de terreno. Se desplazan a mayor velocidad y suelen ser menos predecibles que los huracanes.
Aparecen de golpe y son temibles en la Norteamérica rural donde predominan todavía las construcciones de madera, cuyos habitantes preparan refugios bajo tierra.
De la más modesta a la más lujosa, todas sucumben al paso de estos meteoros, con resultados que las compañías aseguradoras conocen bien. Pérdida total.
Minimalista, el diccionario general de la Real Academia Española (RAE) no ayuda mucho para distinguir trombas de tornados. Despierta más confianza el compendio etimológico de JOAN COROMINAS (también de RAE).
Por variado y extenso en sus definiciones, suelo recurrir también al Diccionario Farlex que incluye referencias cruzadas de fuentes como el Heritage Dictionary y la Columbia Encyclopedia.
Si tromba viene del italiano “trompa” (trompeta grande, nariz del elefante) en efecto su aspecto alargado ameritaría equipararla a un tornado.
Nube (dice Farlex) en forma de embudo y poco diámetro, la tromba es “animada de un fuerte movimiento de rotación, cuyo tubo desciende hasta la superficie del agua, o de la tierra y arrastra todo lo que encuentra.”
Curiosidades del lenguaje, la tromba es nombrada, básicamente, por su figura. El tornado, en cambio, fue bautizado así por su movimiento rotatorio. Se torna, gira veloz.
Y aunque (en realidad) ambos se retuerzan proyectando un cuerpo en forma de cono hacia el cielo, justo es recordar que (al menos en el habla mexicana) una tromba es también una tormenta severa (tenga o no silueta de embudo).
La costumbre indicaría que la palabra tornado se emplea más para los remolinos que aparecen en tierra firme mientras que el concepto de tromba se usa, por igual, en mar y tierra. 
Los académicos españoles suelen aderezar sus definiciones con elementos secundarios, a veces risibles, por no ser consustanciales al término.
Con aquella simpleza que extrañaría el más tozudo gallego, mencionan como característica de una tromba el hecho de que desborde ríos.
A ver si entendí bien, ¿Si no desborda ríos no es tromba?
Y luego ejemplifican que los niños en edad escolar entran al salón de clase “como tromba”. Detalle que acaso ilustre cierto uso figurado de la palabra, aunque tampoco apunte hacia su significado primario.
El caso es que la zona norte de Tamaulipas se vio impactada por un fenómeno de estos y lo preocupante es que ya no sean privativos de las grandes llanuras norteamericanas.
Son cada vez más frecuentes en el noreste mexicano. De ahí la alerta que este martes emitió el Servicio Meteorológico Nacional para Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.