Cd. Victoria, Tam.- Desde luego resulta incorrecto decirle “licenciado COLDWELL” porque siendo, en efecto, abogado, no es este su apelativo paterno sino materno. Se apellida JOAQUIN por parte de padre, el empresario de Cozumel NASSIM JOAQUÍN IBARRA, de origen libanés.
En 1981, a la edad de 31 años, PEDRO JOAQUIN COLDWELL fue el segundo gobernador constitucional de Quintana Roo tras el decreto presidencial emitido por LUIS ECHEVERRÍA (octubre de 1974) que convertía al antiguo territorio en entidad soberana.
Después de ello PEDRO JOAQUÍN ha sido director de FONATUR, Secretario de Turismo, Secretario General del PRI y senador de la República.
Su inesperado arribo a la dirigencia tricolor el 8 de diciembre pasado ocurre tras la dimisión del coahuilense HUMBERTO MOREIRA, desbancado por el escándalo de corrupción en Coahuila.
En calidad de relevista, el quintanarroense ha debido afrontar el acoso tenaz de los grupos contrarios al proyecto de ENRIQUE PEÑA NIETO, incluyendo la secuela de golpes bajos propinados por el gobierno federal contra militantes del mimo PRI.
El más reciente punto de fricción se registró el jueves pasado en una reunión de banqueros donde FELIPE CALDERON presumió estadísticas “patito” que le abonan un nivel alto de simpatías a la candidata de su partido JOSEFINA VAZQUEZ MOTA.
El escándalo no se hizo esperar y un furibundo grupo de diputados perredistas encabezados por ALEJANDRO ENCINAS levantó denuncia penal contra CALDERON ante la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales (FEPADE).
El tropiezo propició además que el grito de “manos fuera de las urnas” se escuchase fuerte en las redes sociales, lo cuál es música para los oídos de la más alta cúpula tricolor.
El viernes pasado me permití comentarle en esta columna que las tareas de “control de daños” por el error de CALDERON empezaron el jueves mismo en los espacios noticiosos de Internet, luego de que el periódico LA JORNADA dio la nota sobre las declaraciones presidenciales alrededor de las 11 horas.
Durante toda esa tarde, un amplio concierto de medios nacionales se convirtió en portavoz de la aclaración enviada por Presidencia negando una y otra vez que FELIPE hubiese manejado cifras electorales en su mensaje a los banqueros.
Y como un despacho de prensa resultó insuficiente, en su posterior discurso del viernes (Día de la Bandera) el propio CALDERON hubo de tomar el toro por los cuernos y declarar públicamente su compromiso de neutralidad ante el proceso sucesorio.
El problema es que el arrepentimiento no cambia lo ocurrido, como bien lo comenta JOAQUIN LOPEZ DORIGA en MILENIO este martes cuando compara dicha enmienda con la píldora del día siguiente, que llega, dice, cuando “el palo ya estaba dado”. (¡Ups!)
No muy distinto es el argumento manejado por el PRD en boca de su diputado AGUSTÍN GUERRERO: “Que el presidente ahora se arrepienta, no niega los hechos que sucedieron la semana pasada.”
Añadiendo el legislador que de resultar ciertas las acusaciones por utilización de recursos públicos para favorecer a la precandidata panista, la sanción ascendería a 420 días de salario mínimo y 6 años de cárcel.
Asunto que se antoja (para nuestro gusto) muy lejano, aunque, por lo pronto, el tropiezo dio la pauta necesaria para que PEDRO JOAQUIN COLDWELL fuera recibido en Los Pinos.
El comunicado oficial dice en tono amable que CALDERÓN se comprometió a promover un proceso electoral en estricto apego a la legalidad y que el dirigente tricolor expresó la confianza de su partido en el gobierno.
Muros adentro, el incidente pudiera marcar un umbral muy interesante si, como se piensa, PEDRO JOAQUIN no fue a Los Pinos por disculpas sino por compromisos que van más allá de la oficina presidencial.
La verdadera neutralidad, el armisticio viable y creíble empieza en la propia PGR, dependencia convertida hoy por hoy en la “mano negra” favorita del Presidente contra sus adversarios.
Veremos si cumplen.