miércoles, 8 de febrero de 2012

Escaramuzas de papel


Cd. Victoria, Tam.- Impávido el rostro, áspero, destemplado, el ex-gobernador quintanarroense MARIO VILLANUEVA MADRID (1993-1999) parecería evocar el rictus de las estrellas mayores que hicieron grande al cine mudo, de repente HAROLD LOYD pero, sobre todo, el inolvidable “Cara de Palo” (de piedra, dicen otros) BUSTER KEATON.
Podríamos recordar a VILLANUEVA en distintas etapas, acaso gobernando en plan de supervivencia bajo el encono pertinaz de ERNESTO ZEDILLO.
Lo evocaríamos defendiéndose en el último tercio de su gestión ante acusaciones graves que hablaban de solapamiento a la delincuencia organizada.
Dedo flamígero que provenía de Los Pinos y amenazaba con prenderlo al primer minuto en que dejase de ser mandatario y se convirtiera en ciudadano común.
Razón por la cuál, VILLANUEVA efectuaría un postrero acto de picardía escapista estilo HOUDINI un 4 de abril de 1999, al mandar representante a la ceremonia de traspaso de poderes donde tomaría protesta su sucesor JOAQUÍN HENDRICKS, dejando plantados a los agentes de la PGR que lo esperaban a la salida.
Será arrestado hasta dos años después en Cancún, el 24 de mayo del 2001, de donde lo trasladarán a la prisión federal de Almoloya. Ya para entonces gobierna VICENTE FOX.
Otra estampa que tengo de MARIO es su extradición (a pedido expreso) rumbo a los Estados Unidos, el 8 de mayo de 2010, entre otras cosas porque su trayecto pasa por la mirada de los medios y el interfecto alcanza a gritarles aquello de “me están secuestrando, me están jalando”, mientras agentes federales lo trepan a la Suburban que habrá de llevarlo al aeropuerto.
Lo maravilloso ahora (en el actual febrero del 2012) es la noticia de que numerosos ranchos, propiedades urbanas y cuentas bancarias de VILLANUEVA MADRID le han sido devueltos por el gobierno de FELIPE CALDERÓN HINOJOSA, lo mismo en Quintana Roo, que en Campeche y el Distrito Federal.
Entre ellas destacaría la oportuna restitución de una cuantiosa propiedad en Isla Mujeres, donde hoy camina un megaproyecto residencial que comprende una inversión de mil 400 millones de dólares.
Sobre dicho ex-gobernador pesa hoy condena de 32 años en una corte de Manhattan, por narcotráfico y lavado de dinero, misma que sus defensores buscan anular haciendo acopio de todos los medios posibles.
Aunque para la familia del “Chueco” VILLANUEVA ya es, por lo pronto, una buena noticia el que la justicia mexicana haya torcido el brazo y ordenado el reembolso de una colección por demás valiosa de bienes.
Lo cuál no debiera extrañarnos, pues vivimos en el sexenio de las intenciones fallidas, donde hampones de gran calado retornan a sus hogares y recuperan felizmente sus haberes.
Según la agencia internacional Washington Office on Latin America (WOLA), alrededor del 4% de los narcos apresados recibe sentencia.
Escaramuzas de papel, las guerras inútiles de FELIPE CALDERÓN parecerían dejar su marca en todos los órdenes, si recordamos los palos de ciego dados en Tijuana con JORGE HANK, en Guerrero, Jalisco, Quintana Roo y, desde luego, durante el tristemente célebre “michoacanazo”.
Digo, para no hablar de lo ocurrido en Tamaulipas con aquella alerta migratoria que resultó una síntesis de todos los casos anteriores, pero en versión de GROUCHO MARX.
Hurgando en significados, en “nortes” que tal vez ayudarían a entender acciones aparentemente disparatadas del gobierno calderonista, exabruptos campiranos que inevitablemente nacen, crecen, se desperdician y mueren, la interpretación podría variar, al menos en dos vertientes:
(1) O bien estamos hablando de un mandatario impecable en propósitos y limpio de intenciones, a quien sus mandos operativos le fallan al precipitar los arrestos e integrar mal las averiguaciones…
(2) O acaso la atención del Presidente jamás se ha centrado en la etapa final de los procesos judiciales, tan sólo en su efecto político inicial, cuando despuntan en los medios y golpean a partidos opositores. Logrado el fin electorero, lo demás no importa.