viernes, 17 de febrero de 2012
Dos mil doce
Cd. Victoria, Tam.- De los cinco procesos electorales que me permití reseñar a lo largo de esta semana, la elección del 2012 es la única que no tiene nombre y apellido, aunque posee desde ahora su marca anímica.
Si en 88 fue la indignación identificada con CUAUHTEMOC, en 94 el voto del miedo que se acogió al abrigo de ZEDILLO, en 2000 el sueño reencontrado en FOX y en 2006 la frustración reflejada en ANDRES MANUEL, para 2012 habrá que hurgar en el pavor cotidiano.
Desde luego, no es lo mismo que el voto del miedo en 94, cuando el olor de la pólvora parecía focalizado en personajes y escenarios concretos: Lomas Taurinas (COLOSIO) o la selva lacandona (MARCOS).
Lo de hoy tampoco tiene origen político ni lo vemos de lejos como una reyerta entre élites, sino que lo padecen a diario los ciudadanos de a pié, la gente común, como un predador anónimo que se incrustó en nuestro paisaje, en calidad de amenaza cumplida.
Necesario es decir que el voto del horror cercano no ha encontrado todavía rostro que lo encarne entre los aspirantes a la Presidencia (tres hombres y una mujer) tal vez porque las campañas empiezan hasta marzo y aún no se han difundido diagnósticos ni propuestas.
Haciendo memoria, todavía en la elección federal mediera (2009) los mercadólogos electorales se animaban a discutir cual de las dos crisis (económica y de inseguridad) sería el tema del momento.
En aquel año, la estrategia de FELIPE CALDERÓN y su entonces dirigente partidista GERMÁN MARTÍNEZ optaría finalmente por reivindicar la guerra contra el crimen organizado como “tema insignia” de la campaña albiazul.
La historia posterior es harto conocida. El frentazo del PAN en dicho proceso provocaría que los analistas nacionales le recordasen a CALDERÓN la vieja frase de campaña empleada por el demócrata BILL CLINTON cuando enfrentó con éxito a GEORGE BUSH padre en 1992: “¡Es la economía, estúpido!” (the economy, stupid).
Tal fracaso, entre otras consecuencias, provocaría el despido fulminante de GERMÁN y su relevo en la persona de CÉSAR NAVA.
¿Pero era la economía, realmente?
La mala instrumentación de las campañas blanquiazules y el desprestigio de esta guerra quizás pudieran hoy verse como variables independientes a la selección (acertada o errónea) del “tema insignia”.
Teniendo a la vista lo que ocurriría después (2010, 2011 y lo que llevamos del 2012) acaso podríamos decir que el diagnóstico era correcto pero estuvo mal instrumentado.
Ello, reconociendo que si bien la economía familiar tenía un lugar destacado en el ánimo nacional, la inseguridad merecía desde entonces un trato preponderante.
Y bueno, si alguna polémica existía en los comicios de hace tres años en cuanto a la preocupación central de la gente, en el actual 2012 a nadie le debe quedar duda que la inseguridad no tiene competidor. Es el tema y punto.
Desde luego, candidatos y partidos hablarán hoy de empleo, presentarán planes de vivienda, salud, educación, comunicaciones, reforma energética y fiscal, pero el asunto de la violencia estará por encima y será la pieza clave que defina la empatía con la época.
Lo cuál no necesariamente lleva al triunfo. Recuérdese que CÁRDENAS y AMLO fueron en 88 y 2006 quienes atraparon el ánimo colectivo, pero ambos perdieron al enfrentar circunstancias adversas derivadas de poderes fácticos inamovibles.
Sin importar, por lo pronto, quien triunfe en julio, la pregunta más urgente es cuál de los cuatro candidatos será capaz de entender el momento mexicano del 2012: JOSEFINA VAZQUEZ MOTA, ENRIQUE PEÑA NIETO, ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR o el recién llegado GABRIEL QUADRI DE LA TORRE.
Y no será precisamente quien ofrezca mano dura ante el crimen pues CALDERÓN ya experimentó con ella inútilmente.
La lucha en este campo empieza por el diagnóstico, el que los respectivos cuartos de guerra se hagan las preguntas adecuadas y elaboren propuestas certeras, viables y creíbles.