miércoles, 5 de octubre de 2016

Privacidad violada

Cd. Victoria.- La delincuencia telefónica se manifiesta ahora con un hábil disfraz. La presunta cobranza por adeudos de particulares con empresas como Telcel, Axtel, Alestra, Comisión Federal de Electricidad y similares.
Pero ojo al detalle. Si usted se toma la molestia de buscar en Internet, descubrirá que el número del que le están llamando tiene una gran cantidad de reportes donde lo vinculan al negocio de la extorsión.
Cabe preguntar cómo se entera la delincuencia de que determinada persona arrastra adeudos con una compañía, banco, empresa y hasta dependencia gubernamental (ITABEC, por citar un ejemplo cercano).
Mediante el acceso a las bases de datos donde no solamente aparecen los deudores y sus estados de cuenta, sino también los números de amigos o familiares que, por requisito, se piden como referencias.
¿Y cómo consiguen esas bases de datos?, por robo o venta.
Bien puede ser que logren hackear los servidores donde se almacena esta información o bien pagan por ella contactando a empleados o ejecutivos desleales. O en el mercado negro.
Recordará el lector que hace algún tiempo se descubrió la venta del padrón completo del IFE (hoy INE) con datos muy detallados de cada votante.
Aunque si le escarba más puede encontrar reportes de prensa que denuncian la vendimia de acervos extraídos de organismos como el IMSS, INEGI, Ticketmaster, bancos, aseguradoras y hasta suscriptores de cable.

MENTIR CON LA VERDAD
El engaño es con datos reales. La cuenta existe, el usuario está identificado con nombre y apellido, por eso la gente cae redondita. Piensan que se trata de cobranza verdadera, aunque en realidad sea extorsión.
Y el reclamo es más que insistente, mire usted. A menudo emplean mujeres de voz engolada y facilidad de palabra, diestras en el lenguaje de las ventas (“Muy buenos días, ¿Cómo se siente hoy?”) y reflejos mentales lo suficientemente buenos para impedir que la víctima cuelgue.
No aceptan un “aquí no vive”, ni un “no lo conozco”. Pasan rápidamente del acento persuasivo a la fase intimidatoria, interrogan, exigen, presionan, elevando el tono hasta llegar a la amenaza. Y si usted cuelga, le vuelven a marcar.
De entrada infunden la culpa (lo cuál, en una cultura como la mexicana no es nada difícil) haciendo a la gente responsable de que algún amigo, pariente o vecino acumule algún pasivo por un servicio.
De cualquier manera se trata de una mentira. La llamada no es de cobranza sino de pura y simple estafa. No representan a compañía alguna, fingen operar como tal para que el incauto les deposite dinero en determinada cuenta bancaria.
La persona que cae en el engaño no salda deudas, paga extorsiones.

COMPLICIDADES
El abuso ocurre en buena medida porque bancos y empresas de telefonía sobreprotegen el anonimato de clientes y usuarios, dificultando con ello las investigaciones de la justicia.
Y bueno, esta semana, el presidente ENRIQUE PEÑA NIETO comentó la puesta en marcha del Número Único de Llamadas de Emergencias 911.
La cobertura noticiosa abundó que en medios gubernamentales persiste la preocupación por contrarrestar los millares de llamadas falsas hechas a bomberos y cuerpos de seguridad.
Los responsables incurren en un delito que, por cierto, suele incrementarse entre menores de edad durante las temporadas de vacaciones escolares.
Me pregunto si con la misma decisión que nuestras autoridades pretenden emplear contra las alarmas apócrifas, estarían dispuestas a combatir el uso criminal de la telefonía nacional.
Si en verdad existe la voluntad de investigar la conducta mercenaria de quienes lucran ilegalmente con bases de datos y los bancos que permiten la apertura de cuentas a estos falsos cobradores.