Cd.
Victoria.- Dos exgobernadores, uno del PRI, otro
del PAN, se encuentran hoy en la etapa franca del fuego cruzado que suele
interpretarse como antesala a su arresto bajo cargos diversos por corrupción.
El albiazul de Sonora GUILLERMO PADRÉS y
el tricolor de Veracruz JAVIER DUARTE concitan pasiones, reclamos, peticiones
de cárcel por el cambio drástico en sus haberes personales observado en el
lapso de sus gobiernos.
Curiosamente, el papel de fiscal y
acusado cambian de colores partidistas en uno y otro estados. A PADRÉS lo juzga
ahora la administración priísta de CLAUDIA PAVLOVICH, mientras que DUARTE será
investigado por la entrante administración panista de MIGUEL YUNES.
Los cuatro, DUARTE, YUNES, PADRÉS,
PAVLOVICH son abogados, lo cuál acaso prometa una disputa más aguerrida.
Diferencias hay, desde luego. Ni la
criminalidad ni el problema de los derechos humanos en Sonora alcanzan los
extremos trágicos que hoy enlutan a Veracruz.
Variantes también de calendario, PADRÉS
entregó el poder en septiembre del 2015, mientras que DUARTE fue obligado a
pedir licencia el miércoles pasado, cuando aún le restaban 48 días de mandato.
DAÑO
NEGOCIADO
Las teorías conspirativas que pueblan
medios y redes le otorgan a ambos procesos el significado único de un
intercambio de piezas entre el PRI y el PAN, como en el ajedrez. Cada partido
pierde una ficha de similar importancia, políticos en fase terminal,
exmandatarios ambos.
Acaso mayormente cargado de patetismo el pleito
veracruzano donde DUARTE está viviendo un derrumbe, el holocausto de un régimen
que ni siquiera alcanzó a concluir.
Los manuales de ajedrez suelen discutir
tres puntos críticos en torno a este tipo de jugadas donde ambas partes ganan y
pierden de manera simultánea.
Qué tan forzado es el intercambio y
cuánto beneficiará a la posición de cada jugador.
Importa meditar esto si consideramos que
el partido del presidente PEÑA NIETO se resistió hasta el último al sacrificio
de DUARTE. El amago hubo de apuntar hacia el rey para que diera su brazo a
torcer.
Aunque valorando la utilidad de cada
pieza, no hay duda de que PADRÉS tendría aún posibilidades de vida política más
allá de su sexenio, mientras que DUARTE es visto como un auténtico desecho.
MONTO
PENDIENTE
Y, bueno, la deuda que hereda DUARTE a
los veracruzanos es hoy tema de sobresaltos, polémica y cierta dosis de
misterio, ante la diversidad de cálculos.
La cifra más sonada por estos días es la
que maneja la joven diputada local del PAN ANA CRISTINA LEDEZMA quien estima
(al cierre de 2015, sin contar 2016) una deuda pública de 180 mil millones de
pesos.
Cifra monstruosa que supera en nueve y
medio tantos a la de Tamaulipas (19 mil millones), triplica los 60 mil millones
de RODRIGO MEDINA en Nuevo León y equivale a cinco veces la deuda dejada por
HUMBERTO MOREIRA en Coahuila (36 mil millones).
Un estudio del llamado “Observatorio de
Finanzas” en la Universidad Veracruzana, menciona una cantidad menor de 115 mil
millones de pesos hasta diciembre de 2015.
Ello, mientras el sucesor definitivo de
DUARTE, el gobernador electo del PAN MIGUEL ANGEL YUNES habla de 100 mil
millones, monto que de cualquier manera se antoja brutal.
Más allá de números y porcentajes, otro
detalle que despierta el morbo en los medios es el destino actual de los
mandatarios señalados. ¿Dónde está PADRÉS, a dónde se fue DUARTE?
Se insiste en que la salida adelantada
del cargo podría significar un plan de escape para DUARTE, si observamos la
manera como se orquestó su retiro.
Sencillamente, mandó su solicitud de
licencia con un propio (su secretario particular) luego de anunciarlo en
entrevista con CARLOS LORET y reiterarlo en un mensaje videograbado en el
portal de YouTube.