martes, 18 de octubre de 2016

Derechos humanos

Cd. Victoria.- Desde su creación, el 6 de junio de 1990, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha observado una notoria carencia de herramienta legal para cumplir a cabalidad sus funciones.
Tiene facultad para escuchar, recabar quejas, abrir expedientes y poner altavoz al dolor ciudadano. Aunque de sus conclusiones no se desprende acción alguna más allá de las recomendaciones que, de tiempo en tiempo, hace públicas.
Y estas son, mire usted, como las campanadas a misa o los consejos de la abuela, con un escaso poder de convocatoria.
Están supeditadas siempre a la voluntad que autoridades distintas tengan para medianamente responder o darles curso de manera cansina y muy limitada.
Al organismo le faltan dientes, nació chimuelo, no tiene manera de hacer cumplir los resultados de sus investigaciones.
No es, pues, una fiscalía con poder para procesar directamente a los servidores públicos involucrados en algún abuso. Su función se reduce, apenas, al de una consejería.
Y esto se comprueba, por igual, en el pobre desempeño del organismo nacional y en sus 32 equivalentes estatales, incluyendo la capitalina.

FOGOSO ESTRENO
Importa recordar que la CNDH vivió sus mejores momentos durante la gestión inaugural del doctor JORGE CARPIZO, bajo el gobierno de CARLOS SALINAS.
Y lo fue porque el exrector de la UNAM y exministro de la Suprema Corte tenía un prestigio personal que defender y el propio SALINAS quería capitalizar dicho prestigio para legitimarse como gobernante.
Ocurrió entonces el publicitado “tour de force” entre CARPIZO y el entonces titular de la SIEDO, JAVIER COELLO TREJO, cuyos guardaespaldas eran señalados como violadores seriales.
Largas semanas de forcejeos en la cúpula que culminarían con la consignación de los involucrados y la renuncia del entonces llamado “fiscal de hierro”.
Quedaba claro, pues, que la eficacia de dicha dependencia no descansaba en sus capacidades propias sino en el pundonor de quien fuese su titular y la voluntad política del Presidente en turno.
De aquellos lances han pasado poco más de 20 años. El doctor CARPIZO sería luego Procurador, titular de SEGOB y embajador en Francia. Moriría en marzo de 2012 por complicaciones derivadas de una intervención quirúrgica.
¿COELLO?, vueltas que da la vida, sigue vigente. Hoy día como defensor implacable del empresario JORGE VERGARA en el pleito que sostiene con su exmujer ANGÉLICA FUENTES por el control del equipo Chivas y la corporación Omnilife.

ASUNTO DEL DÍA
El tema viene a cuento hoy que un creciente número de ciudadanos se queja de las malas maneras, el estilo abusivo y atrabiliario que emplean los retenes de tránsito militarizados cuando interceptan, revisan, catean autos donde viajan familias.
Y también en los “operativos mochila” donde la rudeza verde olivo se ha dejado sentir en las aulas de bachillerato sin tener un indicio firme. Tan solo porque una llamada anónima les dijo que podría haber armas en un salón de clases.
Cualquiera diría que arbitrariedades de este corte ameritarían una presencia más participativa de nuestra fosilizada Comisión Estatal de Derechos Humanos. Su respuesta, al día de hoy, ha sido meramente ornamental, declarativa.
Si en aquella primera escaramuza entre CARPIZO y COELLO, la CNDH pudo alzarse con la victoria fue por decisión de arriba y no por fortaleza institucional.
Igualmente, los “ombudsman” estatales tendrán siempre la fuerza que el gobernador quiera darles. A menudo poca o ninguna y entonces su misión se restringe a pastorear con burocrática resignación una oficina inocua.
Está por verse cuánto valora el nuevo gobierno de Tamaulipas el tema de los derechos humanos. Especialmente hoy, que la voz popular está exigiendo su defensa urgente.