Cd.
Victoria.- Desde luego, todos los sindicatos son
auditables, incluyendo al magisterial SNTE, la sección 30 tamaulipeca y su
multimillonaria “caja chica”, ese aparatoso elefante blanco denominado SARTET.
Históricamente, la proverbial opacidad de
las grandes organizaciones sindicales ha sido una poderosa regla no escrita,
imperante bajo el viejo y el nuevo PRI, aunque también durante los dos sexenios
de la alternancia panista.
Regla de oro que ha convertido a sus
líderes en sultanes a cambio de administrar con mano dura a sus huestes,
castigar la disidencia, premiar la obediencia y repartir privilegios entre sus
incondicionales.
Efectivamente, el manejo turbio de las
cuotas aportadas por millones de trabajadores, tiene un valor estratégico.
Esa manga ancha representa el pago a la
complicidad de los líderes para que mantengan en un estado de narcolepsia a sus
trabajadores. Adormilados con un coctel de amenazas y promesas.
La sumisión a cambio de privilegios
conferidos a cuentagotas, para que aguanten callados los bajos salarios. Y
también para que sirvan como ejército de movilización electoral.
Sin esa cooptación de los dirigentes,
volveríamos al México de los años veintes y treintas, cuando los trabajadores
de todas las ramas se tomaban muy en serio la defensa de sus derechos
consagrados en la Carta Magna.
Huelgas, paros, exigencias de democracia
sindical, impugnaciones a dirigentes enriquecidos con el cargo.
Todo eso acabó cuando se selló el pacto
entre gobiernos controladores y sindicalistas gordos y marrulleros, amparados
en la opacidad y nutridos por el impune manejo de las cuotas.
LA
TREINTA
Administró RAFAEL MÉNDEZ SALAS la sección XXX
del SNTE como el hijo chiflado que hereda una gran fortuna. Con negligencia,
capricho y ausencia de escrúpulos.
Desde su elección, aquel 26 de septiembre
de 2012, parecía claro que le quedaba inmensa la silla de su antecesor ARNULFO
RODRÍGUEZ, maestro rural oriundo de Villagrán, avecindado en Nuevo Laredo.
El contraste era evidente. Hombre de
arrebatos, la vanidad, el narcisismo y el culto a la personalidad caracterizaron
a RAFAEL. Lo contrario precisamente al estilo reposado y colmilludo de ARNULFO.
El arribo de MÉNDEZ al máximo cargo aquel
otoño del 2012 transcurrió en la coyuntura del cambio presidencial.
Para entonces ENRIQUE PEÑA NIETO era ya
presidente electo y (mala noticia) no había necesitado del SNTE ni del PANAL
para llegar a la silla.
Se avizoraban tormentas sobre la dirigencia
nacional de los maestros, entonces en manos de la matriarca ELBA ESTHER
GORDILLO.
Aún así, RAFAEL se enseñoreó sobre el
magisterio tamaulipeco con la misma lógica caciquil y atrabiliaria de su impulsora,
cercano como era (cercanísimo) a la maestra chiapaneca.
EL
RELEVO
En el presente octubre de 2016, concluida
su gestión, RAFAEL se observa huérfano, sin la protección de ELBA ni la
tolerancia que recibió del anterior gobernador EGIDIO TORRE.
Para colmo, no pudo convertir en sucesor a
su delfín JOSÉ ABELARDO IBARRA en la reciente contienda seccional.
Perdió de calle ante un hombre de la vieja
guardia de nombre RIGOBERTO GUEVARA, quien viene de fungir como Secretario de
Conflictos en Secundarias Federales y llega con el apoyo de ARNULFO.
Ya entronizado en la sección 30, el profesor
RIGOBERTO tiene enfrente la titánica labor de conciliar, unificar y cerrar
heridas.
Apapachar y reorganizar a un gremio
golpeado hacia adentro por el autoritarismo de MÉNDEZ y cuestionado desde
afuera por los nuevos criterios de transparencia que impulsa el gobernador
CABEZA DE VACA.
Y bueno, todo indica que en esto tampoco
habrá borrón ni cuenta nueva. De sobrevenir una auditoría, aflora crucial la
duda. De qué lado se pondrá RIGOBERTO.