martes, 4 de octubre de 2016

¿Borrón sindical?

Cd. Victoria.- Desde luego, todos los sindicatos son auditables, incluyendo al magisterial SNTE, la sección 30 tamaulipeca y su multimillonaria “caja chica”, ese aparatoso elefante blanco denominado SARTET.
Históricamente, la proverbial opacidad de las grandes organizaciones sindicales ha sido una poderosa regla no escrita, imperante bajo el viejo y el nuevo PRI, aunque también durante los dos sexenios de la alternancia panista.
Regla de oro que ha convertido a sus líderes en sultanes a cambio de administrar con mano dura a sus huestes, castigar la disidencia, premiar la obediencia y repartir privilegios entre sus incondicionales.
Efectivamente, el manejo turbio de las cuotas aportadas por millones de trabajadores, tiene un valor estratégico.
Esa manga ancha representa el pago a la complicidad de los líderes para que mantengan en un estado de narcolepsia a sus trabajadores. Adormilados con un coctel de amenazas y promesas.
La sumisión a cambio de privilegios conferidos a cuentagotas, para que aguanten callados los bajos salarios. Y también para que sirvan como ejército de movilización electoral.
Sin esa cooptación de los dirigentes, volveríamos al México de los años veintes y treintas, cuando los trabajadores de todas las ramas se tomaban muy en serio la defensa de sus derechos consagrados en la Carta Magna.
Huelgas, paros, exigencias de democracia sindical, impugnaciones a dirigentes enriquecidos con el cargo.
Todo eso acabó cuando se selló el pacto entre gobiernos controladores y sindicalistas gordos y marrulleros, amparados en la opacidad y nutridos por el impune manejo de las cuotas.

LA TREINTA
Administró RAFAEL MÉNDEZ SALAS la sección XXX del SNTE como el hijo chiflado que hereda una gran fortuna. Con negligencia, capricho y ausencia de escrúpulos.
Desde su elección, aquel 26 de septiembre de 2012, parecía claro que le quedaba inmensa la silla de su antecesor ARNULFO RODRÍGUEZ, maestro rural oriundo de Villagrán, avecindado en Nuevo Laredo.
El contraste era evidente. Hombre de arrebatos, la vanidad, el narcisismo y el culto a la personalidad caracterizaron a RAFAEL. Lo contrario precisamente al estilo reposado y colmilludo de ARNULFO.
El arribo de MÉNDEZ al máximo cargo aquel otoño del 2012 transcurrió en la coyuntura del cambio presidencial.
Para entonces ENRIQUE PEÑA NIETO era ya presidente electo y (mala noticia) no había necesitado del SNTE ni del PANAL para llegar a la silla.
Se avizoraban tormentas sobre la dirigencia nacional de los maestros, entonces en manos de la matriarca ELBA ESTHER GORDILLO.
Aún así, RAFAEL se enseñoreó sobre el magisterio tamaulipeco con la misma lógica caciquil y atrabiliaria de su impulsora, cercano como era (cercanísimo) a la maestra chiapaneca.

EL RELEVO
En el presente octubre de 2016, concluida su gestión, RAFAEL se observa huérfano, sin la protección de ELBA ni la tolerancia que recibió del anterior gobernador EGIDIO TORRE.
Para colmo, no pudo convertir en sucesor a su delfín JOSÉ ABELARDO IBARRA en la reciente contienda seccional.
Perdió de calle ante un hombre de la vieja guardia de nombre RIGOBERTO GUEVARA, quien viene de fungir como Secretario de Conflictos en Secundarias Federales y llega con el apoyo de ARNULFO.
Ya entronizado en la sección 30, el profesor RIGOBERTO tiene enfrente la titánica labor de conciliar, unificar y cerrar heridas.
Apapachar y reorganizar a un gremio golpeado hacia adentro por el autoritarismo de MÉNDEZ y cuestionado desde afuera por los nuevos criterios de transparencia que impulsa el gobernador CABEZA DE VACA.
Y bueno, todo indica que en esto tampoco habrá borrón ni cuenta nueva. De sobrevenir una auditoría, aflora crucial la duda. De qué lado se pondrá RIGOBERTO.