Cd. Victoria.- Tres pujas presidenciales, 2000, 2006, 2012, tres proyectos victoriosos aunque también el mismo número de derrotas para organizaciones partidistas que no supieron apreciar el valor de la unidad.
En 2000, VICENTE FOX derrotó de calle a un PRI dividido entre madracistas y labastidistas que en el fondo era reflejo de una pugna feroz entre ERNESTO ZEDILLO y CARLOS SALINAS.
Igualmente fragmentado marchó el PRI en 2006, con la abierta pugna entre el candidato ROBERTO MADRAZO y lo que quedaba del zedillismo, los gobernadores agrupados en el TUCOM. El triunfo fue para FELIPE CALDERÓN.
También el PRD del 2006 compitió afectado por una fisura grave, el vacío que el grupo de CUAUHTEMOC CÁRDENAS propinó al proyecto de AMLO.
En 2012 el dividido fue el PAN. Por un lado, el pleito frontal entre calderonistas y foxistas por el apoyo que VICENTE otorgó a las aspiraciones del tricolor ENRIQUE PEÑA NIETO.
Y, para colmo, porque la candidata JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA tampoco contó con las simpatías de CALDERÓN, cuyo favorito era el exsecretario de Hacienda ERNESTO CORDERO.
LAS GRIETAS
Detalle curioso, en la víspera del 2018, las tres principales corrientes políticas del país lucen amagos de división, lo cuál de sobra sabemos que es sinónimo de debilidad, de riesgo.
El PAN está viviendo una polarización interna de fuerzas entre los simpatizantes de la exprimera dama MARGARITA ZAVALA y los seguidores del joven abogado queretano RICARDO ANAYA, dirigente nacional. Hay guerra sucia entre ellos.
Hacia el interior del PRI, hay dos aspirantes punteros y muy visibles como son el titular de Hacienda LUIS VIDEGARAY y su similar de SEGOB MIGUEL ANGEL OSORIO.
En calidad de caballo negro un tanto agazapado habría que incluir al líder de la fracción priísta en San Lázaro CESAR CAMACHO.
De plano, no saben lo que dicen quienes a estas alturas del conflicto magisterial siguen considerando en la lista de probables al jefe de la SEP AURELIO NUÑO.
O quienes todavía le ponen veladoras al desgastado gobernador mexiquense ERUVIEL ÁVILA.
Si muy apenas tienen fuerzas para sobrevivir en sus cargos, no vemos con qué capital pretenderían alcanzar la silla mayor.
Fuera del equipo de PEÑA NIETO, la única carta con garra suficiente es el exdirigente del PRI, MANLIO FABIO BELTRONES.
En torno al sonorense ha estado haciendo ruido una presunta corriente crítica que busca participar (todavía no precisan cómo) en la puja sucesoria.
Sin embargo, el estilo ortodoxo demostrado por PEÑA NIETO en la selección de candidatos no parece dar margen a una competencia abierta.
La nominación será como sus similares en las gubernaturas. Bajo una disciplina férrea y en la modalidad ya conocida. Designación personal.
UNIDAD AUSENTE
En la izquierda el panorama no pinta mejor. El PRD parece decidido a lanzar candidato propio, lo cuál significa que no tiene contemplado postular por tercera vez a LÓPEZ OBRADOR.
La ventaja en el Sol Azteca se antoja naturalita para el jefe de gobierno capitalino MIGUEL MANCERA, cuyo presupuesto de publicidad es garantía de que ninguna otra figura de ese partido le hará sombra.
Acaso la única duda es si MARCELO EBRARD cumplirá su dicho de lanzarse por alguno de los membretes restantes (MC, PT) o si el escándalo en la línea 12 del metro será suficiente para desanimarlo o (incluso) vetarlo.
Faltarían de nombrar los independientes, aunque entre la media docena de nombres que a la fecha circulan no vemos a alguien con capacidad suficiente para retar a los candidatos con partido.
Mal que bien, la estructura territorial de organizaciones como el PRI, el PAN, el PRD y (de manera focalizada) MORENA, no parece dejar espacios para proyectos solitarios. Guste o no, el 2018 se dirimirá entre partidos.