martes, 23 de agosto de 2016

Augures cumplidos

Cd. Victoria.- El miércoles anterior le comenté en este espacio sobre el infame papel de México en los juegos olímpicos, desde la primera participación en Paris (1924) hasta Londres (2012), sin considerar todavía los números de Río (2016).
Y bien, tras la ceremonia de clausura este domingo, se confirma lo antes dicho. La representación mexicana brilla únicamente en aquellas disciplinas que descansan en el esfuerzo individual.
El lado oscuro serían sus sonoras derrotas en los deportes que demandan coordinación grupal, juego por equipos.
La cosecha final esta vez fue de cinco medallas. Ninguna de oro, tres de plata, dos de bronce, nadie en tareas de grupo. Todas producto del empuje personal, atletismo, taekwondo, box y clavados.
En futbol, el oro esta vez fue para el anfitrión Brasil, el equipo al que México había vencido hace cuatro años, logrando aquella insólita y meritoria medalla de oro.
Hoy eso quedó atrás. En el balompié nos eliminaron pronto, por llevar un equipo con ausencias notables de jugadores ligados al duopolio televisivo.
Les prohibieron viajar, tras quedar fuera de las transmisiones adquiridas en exclusiva por el imperio SLIM.

FUEGO DE JUDAS
A nadie extraña el linchamiento mediático contra ALFREDO CASTILLO, titular de CONADE. Se fraguó en la víspera, antes de los descalabros.
Lo acusan de ignorancia deportiva y excesivo burocratismo. Sus empleados administrativos habrían salido más caros, en pagos y gastos, que los propios competidores.
Extraño peregrinaje. De lidiar con las autodefensas en Michoacán y supervisar precios en PROFECO, el abogado mexiquense sufrió un desplome mayor en el ranking de las figuras públicas.
Problemas de imagen. Habría que dar, desde luego, una salida más productiva a la iracundia que hoy se manifiesta en todos los ámbitos por el enésimo frentazo deportivo.
Ello, aunque persista el fundado temor de que esos planes reciclen las buenas intenciones de antaño, acostumbradas luego de cada humillación.
El mito de SÍSIFO en pleno. La roca como expresión figurada de una esperanza colectiva que llega hasta su punto más alto para despeñarse de nuevo. La mexicana costumbre de empezar una y otra vez.

PLANILLA IMPAR
Y, bueno, finalmente no fue necesario devorar (ni digerir) el ladrillo de la convocatoria emitida por el comité estatal panista para renovar su dirigencia.
Afortunados aquellos que entendieron la nula utilidad de esas 46 páginas escritas en lenguaje sacramental, vocabulario inhóspito y siglas oscuras como ROEM, CDMS, RNM, CEO, CEN, CDE.
Demasiados brincos, en efecto, para un suelo tan (pero tan) parejo. Al final, el proceso se resumió en los términos ya familiares para quienes hemos seguido por años los hábitos y manías del partido tricolor.
Galimatías aparte, finiquitado el ritual y agotado el humo de la liturgia, el mensaje es tan claro como las viejas directrices de CARLOS SALINAS. No se hagan bolas, los buenos son ISMAEL y KIKO, planilla única. Punto.
Ciertamente, ha sido una competencia con final tan anunciado (predecible, digamos) como las peleas de DON KING.
La votación será el 25 de septiembre, eso no cambia. Aunque el registro de aspirantes cerró este lunes 22 con los personajes arriba mencionados en calidad de opción única. Ya hay, de hecho, mancuerna ganadora, como en el PRI.
La lógica diría que concurso sin competidores no es concurso y convocatoria sin participantes tampoco.
Pero la experiencia indica que la línea es más barata que la competencia y esto lo supieron los tres sectores del tricolor desde 1929. El lenguaje de los hechos, pues.
La decisión de facto, siempre más atractiva que cualquier especulación. Por favor, ya déjense de cosas, la política es así. Punto.