viernes, 26 de agosto de 2016

#CuatroDeCuatro

Cd. Victoria.- Sin importar el desenlace que tenga el “tesisgate” emplazado por la señora ARISTEGUI contra el presidente PEÑA, lo estimulante del caso es que señala una zona muy oscura en el perfil de los personajes públicos. Su desempeño en el aula.
Conocer de cerca el ejercicio universitario de un candidato, funcionario, dirigente partidista, representante popular, aportaría elementos sin duda útiles que permitirían valorar mejor a las figuras políticas antes de emitir el voto.
La razón es que las biografías oficiales de nuestras luminarias suelen maquillar sus lunares, planchar las arrugas y adulterar trayectorias con proezas no siempre documentadas.
Ver más allá del oropel, constituiría una buena práctica ciudadana. Un enérgico levantón de garras para saber que esconden bajo las crinolinas, tras las capas de lentejuela.

GALONES ACADÉMICOS
Lo básico: ¿con qué títulos te presentas y en qué escuelas?
Se recuerdan los casos de PEPE CÓRDOBA, asesor de CARLOS SALINAS y FAUSTO ALZATI titular de Educación con ZEDILLO.
El primero decía tener un doctorado en economía por la Universidad de Stanford, mismo que el semanario PROCESO denunció como inconcluso. Pasó por ahí, en efecto, nunca terminó.
El segundo se jactaba de un título similar (igualmente trunco) sólo que en la Universidad de Harvard. Aunque las consecuencias de su mentira fueron más graves. El Presidente ZEDILLO lo destituyó.
Anécdotas aparte, el tema aquí descansa en saber, por principio, si los papeles que muestran son ciertos o fueron comprados en la Lagunilla. Y también si provienen de instituciones acreditadas.
Hoy en día, el medio laboral mexicano está plagado de doctorados chatarra emitidos por escuelas patito.
Esas que (mitad en broma, mitad en serio) son conocidas en el mundillo educativo como “Tres Cuartitos University”.
Grande el letrero que oferta toda suerte de licenciaturas y postgrados en cualquier segundo piso de una calle comercial. Puerta a borde de banqueta, escalera oscura, pasillo al fondo.

SER O PARECER
En una sociedad que rinde culto al demonio de la apariencia, el papel enmarcado y colgado en la pared ha devenido en meta superior, fruto principal, sin mediar en ello el conocimiento.
La foto de óvalo, saco y corbata, lustrosa la goma del pelo, mirada en lontananza, firmas, sellos lacrados, el respectivo logotipo de la institución deseada, el marco dorado con su respectivo fondo de terciopelo.
Todo ahora tan accesible como una sopa instantánea. Tiempos los nuestros de licenciaturas Nissin y doctorados Maruchan.
Otro subtema exigiría preguntar a quienes buscan el voto popular, liderazgos y cargos públicos, cuánto tiempo tardaron en concluir sus grados.
Caso paradigmático, el prócer de Macuspana.
Tanto amó ANDRES MANUEL a su Alma Mater que permaneció en ella 10 años antes de concluir su licenciatura. Y tan grande fue su cariño por algunas materias que las cursó hasta tres veces para honrarlas mejor.

LA CUATRO
No luce mal, pues, como vertiente cuarta de la hoy afamada prueba #TresDeTres, el exigir a nuestros altos jerarcas que llenen además un reporte básico sobre los estudios que dicen tener.
En dónde, entre qué años, qué grados y (por supuesto) algún link donde pudiéramos conocer la (s) tesis.
Como subcultura extendida, la falsificación, pues, no empieza ni acaba con unos autores mal citados, párrafos sin fuente o ausencia de comillas.
Está presente en todo el proceso, envilece al presunto profesionista en una variedad amplia de atajos tramposos que ameritan la luz de la opinión pública.
Es tan fácil perpetrar engaños en este campo y tan laxo el control institucional que cualquier revisión devendría pródiga en hallazgos.
Raro sería si no lo estuvieran haciendo.