lunes, 15 de agosto de 2016

Bellezas de papel

Cd. Victoria.- Todo indica que el entrante gobernador CABEZA DE VACA y sus alcaldes afines empiezan actividades incluyendo en sus respectivas agendas el cumplimiento de la regla “Tres de tres”, conocida en redes por el hashtag #3de3.
Propuesta independiente que ha ganado terreno en todo el país, señalando como ideal de mediano plazo el que todos los funcionarios de los tres niveles (desde las candidaturas, incluso) deberán hacer públicos los tres puntos ya antes comentados aquí.
 (1) Declaración patrimonial. Estado, evolución y valor estimado de los bienes que posee el declarante desde el inicio al fin de su encargo. Cuánto tienen al llegar y con cuánto se van, incluyendo a familiares inmediatos.
(2) Declaración fiscal, que no requiere mayor ciencia. Andar al corriente en sus contribuciones.
(3) Y algo más difícil de explicar como es la denominada “declaración de intereses.” La cuál alude a todas aquellas actividades o relaciones que puedan interferir con el ejercicio sano de la función pública.
Permite identificar el llamado “conflicto de interés”, cuando los negocios privados inclinan la balanza pública en beneficio de particulares concretos. Igual, incluye a familiares en primer grado.

LETRA DORMIDA
El detalle es que dichos avances (algunos ya legales, otros apenas incorporados a la exigencia social) son meros instrumentos, herramientas al servicio del escrutinio popular.
Si este no se pone en operación, por bien intencionadas que sean las disposiciones o muy sonoros los compromisos de campaña, todo se queda en el limbo, como tantas leyes en México.
Podríamos mencionar muchas. La asignación justa (y transparente) de contratos de obra y proveedurías, por ejemplo, está en la ley desde hace décadas pero su práctica se encuentra aún en pañales.
Y ello porque la vigilancia ciudadana es todavía una cultura en fase larvaria, con resultados que no por ruidosos dejan de ser esporádicos. No es todavía una usanza regular, madura, con la observancia y cobertura necesarias.
A las comisiones de derechos humanos les siguen faltando dientes que les permitan llegar más allá de sus aislados (y desairados) clamores de justicia.
Obsérvense los reglamentos de instituciones como Profeco y Profepa. Son verdaderamente sublimes en el papel, pero ineficaces en la praxis.
Lo cuál inevitablemente nos lleva a un punto. La democracia es mucho más que campañas equitativas y sufragio efectivo.
Constituye un estilo de vida que involucra a los gobernados y exige tareas permanentes en legislaturas, partidos y la sociedad civil en su conjunto.
Esto es, en cualquiera de sus expresiones: redes y medios informativos, ONG´s, cúpulas empresariales, sindicales y hasta en las tareas de investigación académica.

VARIADA RESPUESTA
Y, bueno, ante la novedad, la reacción de la clase política oscila entre un puñado de figuras que se han ido subiendo con cierto protagonismo al proyecto, hasta aquellos que celebran el avance y (como el Son de la Negra) aseguran que van a cumplir aunque no precisan cuando.
Pero también un número mayoritario de personajes que palmariamente se desentienden del asunto o parecen dispuestos a postergar hasta el límite su cumplimiento.
Vale la pena insistir en ello. Mientras la gente no lo exija de manera contundente, sistemática y efectiva, la pachorra seguirá reinando y la opacidad también.
Acaso los aludidos respondan como el maestro CHAVA FLORES (mañana si te pago, mañana te lo doy) o como el divo de Juárez, dirán que pasado mañana, el lunes, el martes, cualquier día.
Para abril o para mayo, añadirían los hermanos CARRIÓN. Ese mal hábito (tan mexicano por cierto) llamado procrastinación. Postergar, dilatar, prorrogar, demorar, dejar para luego, en efecto.