miércoles, 8 de junio de 2016

Los abandonados

Cd. Victoria.- La división cuesta cara a cualquier partido. Máxime en épocas como la nuestra cuando las ideologías se han vuelto algo difusas.
Guste o no, las diferencias doctrinarias entre los partidos de izquierda, centro y derecha han dejado de ser un impedimento para el tránsito de una organización a otra.
Los escurrimientos, fugas y cambios de camiseta que antaño observamos como un fenómeno aislado son hoy un recurso de uso regular.
En especial, cuando grupos ciudadanos se asumen insatisfechos con su organización de origen.
La prensa tamaulipeca dio seguimiento puntual a la aparatosa disputa por la candidatura del PRI a gobernador.
Puja feroz que arreció en la segunda mitad de 2015 y encontró su desenlace con la designación de BALTAZAR HINOJOSA a finales de enero.
Para entonces (aquí lo advertimos) demasiada gente se había movido en cuatro trincheras antagónicas del mismo partido: ALEJANDRO GUEVARA, ENRIQUE CÁRDENAS, MARCO BERNAL y ALEJANDRO ETIENNE.
Lo cuál significó una intensa y costosa tarea de propaganda, movilizaciones masivas, cabalgatas, mítines, estrategias paralelas en medios impresos, electrónicos y redes sociales.
Se disputaron tribunas y la esperanza de la gente a sabiendas (observe usted el absurdo) de que no habría competencia en el sentido estricto de la palabra.
Era obvio que no estaba en marcha una elección interna, pues la decisión no pasaría por las urnas sino que vendría de la cúpula.

TUMULTOS DE OTOÑO
Aún así, precandidatos, equipos de logística, simpatizantes y hasta financieros enfocaron sus esfuerzos a construir y posicionar cada proyecto.
Ello, sin ver los riesgos que entraña la movilización ciudadana cuando el telón cae y llega el desencanto entre quienes se la jugaron por alguno de los perdedores.
En tono de broma me permití insistir que nada más hay una silla gubernamental en Tamaulipas y el mismo PRI habría de postular solamente a un candidato para dicho cargo.
Me preguntaba entonces cómo le iban a hacer con tanta gente ilusionada, comprometida, involucrada en causas de dudosa viabilidad, que además gastó de su bolsa para apoyar eventos, banquetes y reuniones.
Centenares de militantes que descuidaban sus hogares y trabajos para incorporarse en alguna de las causas en movimiento, con la fantasía ranchera de que su gallo fuera “el bueno” y ello podría significar mejores oportunidades de vida.
Y aunque el CEN priísta a cargo de MANLIO FABIO BELTRONES reconoció beligerancia a siete tamaulipecos, ni PALOMA GUILLEN ni RAMIRO RAMOS parecían estar en la pelea. Su presencia fue de relleno.

EL AGRACIADO
Detalle curioso, quien a la postre se convertiría en candidato, BALTAZAR HINOJOSA, fue el último en incorporarse al desfile de luminarias.
Atenido a que el anuncio le favorecería, observó un bajo perfil y solo hasta entonces (ya con la candidatura en la bolsa) empezaría a moverse.
El ruido mayor descansó en la cuarteta arriba mencionada: GUEVARA, CÁRDENAS, BERNAL y ETIENNE. Ninguno llegó.
Sus respectivas huestes se quedaron vestidas y alborotadas, entre la frustración y el desaire. Esa sensación de vacío que es incubadora natural de toda suerte de audacias, como (por ejemplo) cambiar de partido.
Máxime cuando la operación cicatriz que antaño había garantizado un lugar a los perdedores, esta vez brilló por su ausencia.
Los dejaron sueltos, sin atención ni guía. Aunque (justo es reconocerlo) eran tantos los alborotados que difícilmente habría lugar para todos.
La historia posterior contará que alguien más les ofreció esperanza, pero bajo colores distintos al emblema tricolor.
De aquí, en buena medida, emergieron las muchedumbres que terminaron de catapultar al abanderado panista CABEZA DE VACA.