Cd.
Victoria.- La división cuesta cara a cualquier
partido. Máxime en épocas como la nuestra cuando las ideologías se han vuelto algo
difusas.
Guste o no, las diferencias doctrinarias
entre los partidos de izquierda, centro y derecha han dejado de ser un
impedimento para el tránsito de una organización a otra.
Los escurrimientos, fugas y cambios de
camiseta que antaño observamos como un fenómeno aislado son hoy un recurso de
uso regular.
En especial, cuando grupos ciudadanos se
asumen insatisfechos con su organización de origen.
La prensa tamaulipeca dio seguimiento
puntual a la aparatosa disputa por la candidatura del PRI a gobernador.
Puja feroz que arreció en la segunda mitad
de 2015 y encontró su desenlace con la designación de BALTAZAR HINOJOSA a
finales de enero.
Para entonces (aquí lo advertimos)
demasiada gente se había movido en cuatro trincheras antagónicas del mismo
partido: ALEJANDRO GUEVARA, ENRIQUE CÁRDENAS, MARCO BERNAL y ALEJANDRO ETIENNE.
Lo cuál significó una intensa y costosa tarea
de propaganda, movilizaciones masivas, cabalgatas, mítines, estrategias
paralelas en medios impresos, electrónicos y redes sociales.
Se disputaron tribunas y la esperanza de la
gente a sabiendas (observe usted el absurdo) de que no habría competencia en el
sentido estricto de la palabra.
Era obvio que no estaba en marcha una
elección interna, pues la decisión no pasaría por las urnas sino que vendría de
la cúpula.
TUMULTOS
DE OTOÑO
Aún así, precandidatos, equipos de
logística, simpatizantes y hasta financieros enfocaron sus esfuerzos a
construir y posicionar cada proyecto.
Ello, sin ver los riesgos que entraña la
movilización ciudadana cuando el telón cae y llega el desencanto entre quienes se
la jugaron por alguno de los perdedores.
En tono de broma me permití insistir que
nada más hay una silla gubernamental en Tamaulipas y el mismo PRI habría de
postular solamente a un candidato para dicho cargo.
Me preguntaba entonces cómo le iban a hacer
con tanta gente ilusionada, comprometida, involucrada en causas de dudosa
viabilidad, que además gastó de su bolsa para apoyar eventos, banquetes y
reuniones.
Centenares de militantes que descuidaban
sus hogares y trabajos para incorporarse en alguna de las causas en movimiento,
con la fantasía ranchera de que su gallo fuera “el bueno” y ello podría
significar mejores oportunidades de vida.
Y aunque el CEN priísta a cargo de MANLIO
FABIO BELTRONES reconoció beligerancia a siete tamaulipecos, ni PALOMA GUILLEN
ni RAMIRO RAMOS parecían estar en la pelea. Su presencia fue de relleno.
EL
AGRACIADO
Detalle curioso, quien a la postre se
convertiría en candidato, BALTAZAR HINOJOSA, fue el último en incorporarse al
desfile de luminarias.
Atenido a que el anuncio le favorecería,
observó un bajo perfil y solo hasta entonces (ya con la candidatura en la
bolsa) empezaría a moverse.
El ruido mayor descansó en la cuarteta
arriba mencionada: GUEVARA, CÁRDENAS, BERNAL y ETIENNE. Ninguno llegó.
Sus respectivas huestes se quedaron
vestidas y alborotadas, entre la frustración y el desaire. Esa sensación de
vacío que es incubadora natural de toda suerte de audacias, como (por ejemplo) cambiar
de partido.
Máxime cuando la operación cicatriz que
antaño había garantizado un lugar a los perdedores, esta vez brilló por su
ausencia.
Los dejaron sueltos, sin atención ni guía. Aunque
(justo es reconocerlo) eran tantos los alborotados que difícilmente habría
lugar para todos.
La historia posterior contará que alguien
más les ofreció esperanza, pero bajo colores distintos al emblema tricolor.
De aquí, en buena medida, emergieron las
muchedumbres que terminaron de catapultar al abanderado panista CABEZA DE VACA.