martes, 21 de junio de 2016

Duelo tricolor

Cd. Victoria.- En dos años más los mexicanos elegirán presidente. Sin duda, la más atractiva de las cuatro contiendas bien diferenciadas que se acostumbran en Tamaulipas: (1) presidencial, (2) federal intermedia, (3) gubernamental y (4) estatal intermedia.
Y subrayo “en Tamaulipas” porque hay estados donde el número de fechas se reduce al coincidir las votaciones nacionales y locales.
En otros rincones del país vemos coincidir cada elección federal (presidencial o intermedia) con un puñado de comicios regionales, gubernamentales o medieros.
La contienda presidencial sería entonces el siguiente reto que asuman todos los partidos en tierras tamaulipecas, sus comités estatales, activistas, militantes y simpatizantes.
Se renueva todo el Congreso de la Unión, ambas cámaras, 500 diputados, 128 senadores y el sillón principal de los Pinos.
Antes, en 2017, habrá un bocadillo previo. La disputa por las gubernaturas de Coahuila, Nayarit y Estado de México, el 4 de junio, en manos del PRI las tres.
Se diría incluso que la cuenta regresiva para el 2018 ya empezó o debiera haber empezado en la entidad. Aunque todo es suspenso ahora.

EL MARASMO
Esto lo puede constatar cualquiera que se tome la molestia de encaminar sus pasos por el boulevard Praxedis Balboa de esta capital.
Si además se anima a bajar en dirección oriente por la margen norte del río San Marcos, para detenerse a la altura de las calles Mártires de Chicago y Mártires de Río Blanco.
Encontrará un edificio que es hoy la imagen viva de la desolación. Es el Comité Directivo Estatal del PRI que aún no digiere ni asimila el impacto de la derrota.
Dentro del viejo cuartel de guerra, el fantasma de los candidatos perdedores aún deambula por esos pasillos hoy terrosos donde el desaliño y la nostalgia corren paralelos.
Añoranza de tiempos idos, cuando el partido aplanadora refrendaba su músculo elección tras elección, anunciando triunfos contundentes, inapelables, de ABRAHAM RUBIO a ERNESTO GUAJARDO, de CHUY VEGA a RICARDO GAMUNDI.
Sus espectros aún revolotean cuando alguna racha de viento sacude aquí y allá las ventanas, vuelan los sobrantes de propaganda, algún folleto que jamás llegó a su destino, el machote de un discurso enmohecido.
Una gorra de BHO que se quedó para muestra, un recorte de periódico donde encuestas felices vaticinaban triunfos arrolladores que jamás llegaron.
Así debió sentirse el ambiente en el edificio tricolor de Insurgentes Norte tras las derrotas de LABASTIDA en 2000 y MADRAZO en 2006.
Cabe pensar que así se experimentó el fracaso de JOSEFINA en Avenida Coyoacán, el santuario albiazul de la colonia del Valle, en 2012.

CONTRACORRIENTE
En el ámbito local se vive un descalabro de proporciones inesperadas. Si por lo menos hubieran perdido con poquito, piensan algunos. Si al menos pudieran conservar el control legislativo, arguyen.
Habría territorios aún para la disputa en la butaquería del Congreso, en los forcejeos por los presupuestos, ingresos, egresos, cuentas públicas.
Pero las características de la derrota parecen restar ánimos y espacios a la imaginación creadora, a la impostergable labor de reconstrucción que deberá emprender el partido.
El reparto de culpas se esparce como murmullo. Es deporte cotidiano entre el escaso personal empeñado en ocupar escritorios que parecen más viejos, entre archiveros retacados de papelería inservible, sillas desvencijadas.
Demasiados padres, padrinos y coadyuvantes tiene la victoria. Aunque el fracaso es páramo solitario donde cuesta trabajo encontrar quien plante cara y asuma compromisos.
Puesta a disposición del partido la renuncia de RAFAEL GONZÁLEZ BENAVIDES, el perfil de su relevo parece marcado por la complejidad del reto.
Hay muchos nombres, conviene esperar.