viernes, 3 de junio de 2016

Hipocresía americana

Cd. Victoria.- Se atribuye al presidente FRANKLIN DELANO ROOSEVELT el argumento que fijó en pocas palabras la postura de la justicia estadounidense ante los excesos cometidos por sus aliados en cualquier parte del mundo.
Y lo hizo en defensa de un dictador sanguinario y voraz, el nicaragüense ANASTASIO SOMOZA, tras su ascenso en 1937.
-“SOMOZA será un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta.”
Ahí quedó resuelto el dilema. La diplomacia de los intereses está antes y por encima de la diplomacia de los principios. Punto.
Y mire usted que quien lo estableció es uno de los mandatarios más carismáticos que han pasado por la Casa Blanca, de los mejor recordados y queridos.
El demócrata ROOSEVELT, quien reinventó el estado benefactor, el nuevo trato, la ayuda a los pobres, huérfanos y ancianos.
El que impuso ese “look” hollywoodense y cierto estilo bondadoso de ejercer la política que luego adoptarían los hermanos KENNEDY.
Medio siglo después (1979), una figura del partido contrario, la diplomática republicana JEANE KIRKPATRICK, recordaría dicho paradigma para convencer al presidente REAGAN de apoyar a las dictaduras del tercer mundo cercanas al ánimo americano, sin importar las atrocidades que cometieran con sus pueblos.
Interesante que en ello coincidan ambos partidos. La diferencia es que ella usaba el plural: “son nuestros hijos de puta.”
Encubrimiento sistemático a gobiernos y fuerzas políticas susceptibles de establecer una relación económica conveniente para Estados Unidos. Dureza contra quienes no llenen total o parcialmente las expectativas.

AMBIGÜEDAD DELIBERADA
Hipocresía, en efecto, visible hoy en las tormentas que de tiempo en tiempo desata el gobierno de Estados Unidos contra la clase política mexicana, cuando revela nexos con el narcotráfico, corrupción y lavado de dinero.
Aún dando por ciertas las acusaciones contra destacados miembros del partido tricolor, lo extraño es que jamás señalen nada de gente involucrada con el PAN.
Merecería atención especial por parte de los observadores nacionales esa duplicidad de la justicia estadounidense.
Doble rasero para medir quienes merecen la atención de sus grandes luminarias periodísticas y quienes oficialmente no existen.
Todo va siempre contra un mismo partido al que parecen haber seleccionado como objetivo prioritario de sus escándalos.
Y esto, a pesar de que un personaje como GENARO GARCÍA LUNA ha sido denunciado por colusión con el narcotráfico en medios nacionales como el semanario PROCESO o el equipo de REPORTE INDIGO.
Amen de señalamientos amplios elaborados por la periodista ANABEL HERNÁNDEZ en su libro “Los Señores del Narco” (Grijalbo, 2010).
El ingeniero GARCÍA LUNA fue director de la AFI con VICENTE FOX y secretario de Seguridad Pública bajo el gobierno de CALDERÓN.
Tampoco veo empresarios albiazules, las grandes fortunas amasadas durante esos dos sexenios, incluyendo a esos proveedores y contratistas que convirtieron a PEMEX en queso gruyere durante los 12 años del PAN.
De esto último dan cuenta dos libros, (1) “Camisas azules, manos negras” de ANA LILIA PÉREZ (Grijalbo, 2010), prologado por MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA y (2) otro intitulado “Impunidad” de JULIO SCHERER IBARRA (Grijalbo, 2009).
Curiosamente, por documentadas que estén las investigaciones mexicanas, nada de ello interesa (hasta ahora) al vecino país del norte.
Parecería que la especialidad de sus agencias antilavado, jueces, grandes jurados, su gran prensa y los reportajes televisivos de alto impacto, son los políticos de un solo partido: el PRI.
Lo cuál se antoja tan parcial como la estrategia antidroga emprendida por los dos sexenios panistas, que golpeaban a unos pero protegían a otros.