miércoles, 15 de junio de 2016

Control de daños

Cd. Victoria.- Desde los días previos a la reciente elección se escuchaba el mismo diagnóstico en los equipos que operaron las campañas del PRI a los ayuntamientos.
“El adversario es CABEZA”, decían, en referencia al impacto que el entonces candidato panista a la gubernatura tendría en las urnas vecinas, de alcaldías y diputaciones.
A la inversa, en voz bajita solían añadir que el abanderado del PRI BALTAZAR HINOJOSA iba a necesitar la ayuda de los aspirantes a presidentes municipales, quienes tendrían la misión extra de jalar votos para la urna estatal.
Hoy, en torno a la derrota, las explicaciones abundan, algunas más creíbles que otras. Aflora un esfuerzo por identificar fallas y eso podría ser bueno si se funda en una revisión crítica, profesional, objetiva.
Aunque igual resultaría lesivo si se dejan llevar por tesis conspirativas que pretendan reducirlo todo a una sola variable, a personas específicas.
Quien metió zancadilla, quien escamoteó el apoyo, quienes se quedaron con dinero sin ejercer, cuáles de los estrategas negociaron a escondidas con emisarios azules y tantos etcéteras como la imaginación lo permita.

SINERGIA NEGATIVA
En verdad, la derrota del PRI en Tamaulipas es multifactorial y hasta es probable que las hipótesis señaladas como causas, lejos de competir se complementen.
La falla es general y atañe a un desgaste que acaso tenga por principal culpable al padre tiempo.
Por bien que se gobierne, el ejercicio de poder desgasta y cuando se ha sustentado por tantos años en manos de un solo partido no se requiere mucho para derribarlo.
Solo alguien con la suficiente paciencia, capaz de tejer las alianzas necesarias, trabajar a ritmo sostenido y no bajar la guardia.
Otra cosa que los priístas deben saber es que la derrota no significa extinción, ni desaparición. No es el fin del mundo.
Y esto lo supo DULCE SAURI cuando su candidato PANCHO LABASTIDA fue derrotado por VICENTE FOX en 2000.
Como también lo supo GUSTAVO MADERO luego de que su abanderada JOSEFINA VÁZQUEZ fuera arrollada por PEÑA NIETO y el propio AMLO en 2012.
La cultura de la alternancia implica eso, precisamente. Percibir la política como una rueda de la fortuna donde lo natural es el cambio y resulta anormal la ilusión de permanecer arriba siempre.
Aceptar la derrota sin desintegrarse será el primer reto del PRI estatal, hasta hoy a cargo de RAFAEL GONZÁLEZ, acaso pronto con otra rienda.
El que asuma, en todo caso, llega a levantar los pedazos, a realizar el delicado pero indispensable control de daños, como lo hicieron ROBERTO MADRAZO, CÉSAR AUGUSTO SANTIAGO, MARIANO PALACIOS y BEATRIZ PAREDES bajo el foxismo.

ETAPA ÁRIDA
La diferencia al cambiar de partido oficial a opositor es que se tienen recursos más limitados, hay menos puertas que tocar y el margen de acción se estrecha.
Por otra parte es clara y manifiesta la voluntad del gobernador electo CABEZA DE VACA cuando invita a ciudadanos de todas las corrientes para que se sumen a su proyecto.
Estamos viendo (y veremos más) priístas encaminados en este propósito. Cabe recordar que FOX mismo preservó (o, incluso, encumbró) a personajes del anterior régimen.
Decir que la competencia acabó implica muchas cosas. Entre otras que CABEZA ya no es la carta de un partido sino que tiene en sus manos el aval jurídico para representar a todo el estado.
Lo cuál incluye al medio millón de ciudadanos que votaron por otras opciones, los de BALTAZAR, GUSTAVO y el resto, incluyendo los nulos.
Lo anormal sería que el PRI se quedase en el pasmo, sin hacer nada. Desde luego, esto no va a suceder. Existe incluso la posibilidad de que el ajuste postelectoral no solamente refresque a los mandos estatales.
Que la renovación llegue hasta Insurgentes norte.