Cd.
Victoria.- Cumplida la meta previa al desvincular los
minisalarios a las disposiciones legales que fijan impuestos, multas,
pensiones, hipotecas, sanciones, créditos, fianzas y una amplia gama tarifaria
de validez nacional, el camino está abierto para reconsiderar el pago básico
a los trabajadores.
No convendría hacerse demasiadas ilusiones.
La indexación y el consiguiente freno salarial por el temor a un impacto en dichas
variables, fue apenas un pretexto.
La razón de fondo es de corte ideológico.
La deshumanización del jornal empieza cuando lo etiquetan en frío, como un
costo factible de ser economizado en aras de maximizar rendimientos bajo una
lógica estrictamente patronal.
Óptica que privó desde que el Fondo
Monetario Internacional arrebató al gobierno el control de la política laboral
en el quinto año de JOSE LOPEZ PORTILLO, cuyos topes permanecerían vigentes en
los sucesivos regímenes del PRI (DE LA MADRID, SALINAS, ZEDILLO) y con la alternancia
panista (FOX, CALDERÓN) hasta la administración actual de PEÑA NIETO.
Se diría que de 1981 hasta el presente 2015
han transcurrido 34 años de sacrificio brutal para los trabajadores. Una camada
completa.
Dichas medidas de innegable violencia económica
explican y dan contexto a la otra violencia, la que luego brota de manera
explícita en calles y caminos desde los años noventas y en la primera década de
este siglo, para convertirse en el estallido social que cimbró al país en la
primavera de 2010.
Y no fue, precisamente, el levantamiento
armado que en ocasión de fiestas centenarias y bicentenarias tanto temían
algunos estudiosos.
Se trata de una rebeldía sin banderas ni
ideal colectivo, amparada a la sombra de los poderes fácticos que reclutaron en
masa ejércitos de sicarios con capacidad para actuar por cuenta propia.
Aprobada la reforma por el Congreso de la
Unión, el tramo es largo antes de que la desindexación surta efecto en el
ingreso de los trabajadores. La pelota estará en la cancha de los congresos
locales, en espera de aprobación.
Hasta entonces se podrán revisar propuestas
como la de MIGUEL MANCERA que habla de incrementar de 70 a 82 el pago mínimo diario.
¿Qué esto se va a politizar?, desde luego. Esperemos a ver qué cara pone cada
partido.
PAJARITOS
A VOLAR
Y, bueno, tómenla por el lado amable, pero
me veo en la necesidad de dirigir ahora un atento mensaje a los caballeros que
tienen a bien intervenir mis teléfonos, particularmente mi celular, ignoro si
de una o más instancias gubernamentales. De varias, creo.
Jamás he tenido inconveniente en que lo
hagan, entiendo estas formas de monitoreo como parte inevitable del oficio
periodístico y hasta ahora no he tenido razón para sentirme agraviado.
Mientras no represente problema, adelante,
sigan con lo suyo, para eso les pagan y de ello mantienen a sus familias.
Aunque bastante les agradecería que
hicieran lo posible por apegarse a los estándares de eficacia propios de su especialidad,
actúen con la pulcritud debida y eviten ser intrusivos. El undécimo mandamiento
es no estorbar.
Créanme, representa una verdadera monserga el
que mis llamadas (de trabajo, amigos, familia) se entrecorten, goteen y el
audio se pierda por culpa de zumbidos y gorgoteos indeseables.
Puedo sentir el momento exacto en que se
ganchan a mi aparato porque al instante todo se descompone. Tal vez no sea
mucho pedir que fueran un poquito más profesionales en su desempeño.
Solicitud que ni lejanamente espera
respuesta explícita. Contento estaré si despejan mi línea y me permiten una
comunicación fluida con el mundo. Ustedes hagan bien su trabajo que yo trataré
de hacer bien el mío y así nos llevamos la fiesta en paz.