martes, 24 de noviembre de 2015

Salario y congresos

Cd. Victoria.- Cumplida la meta previa al desvincular los minisalarios a las disposiciones legales que fijan impuestos, multas, pensiones, hipotecas, sanciones, créditos, fianzas y una amplia gama tarifaria de validez nacional, el camino está abierto para reconsiderar el pago básico a los trabajadores.
No convendría hacerse demasiadas ilusiones. La indexación y el consiguiente freno salarial por el temor a un impacto en dichas variables, fue apenas un pretexto.
La razón de fondo es de corte ideológico. La deshumanización del jornal empieza cuando lo etiquetan en frío, como un costo factible de ser economizado en aras de maximizar rendimientos bajo una lógica estrictamente patronal.
Óptica que privó desde que el Fondo Monetario Internacional arrebató al gobierno el control de la política laboral en el quinto año de JOSE LOPEZ PORTILLO, cuyos topes permanecerían vigentes en los sucesivos regímenes del PRI (DE LA MADRID, SALINAS, ZEDILLO) y con la alternancia panista (FOX, CALDERÓN) hasta la administración actual de PEÑA NIETO.
Se diría que de 1981 hasta el presente 2015 han transcurrido 34 años de sacrificio brutal para los trabajadores. Una camada completa.
Dichas medidas de innegable violencia económica explican y dan contexto a la otra violencia, la que luego brota de manera explícita en calles y caminos desde los años noventas y en la primera década de este siglo, para convertirse en el estallido social que cimbró al país en la primavera de 2010.
Y no fue, precisamente, el levantamiento armado que en ocasión de fiestas centenarias y bicentenarias tanto temían algunos estudiosos.
Se trata de una rebeldía sin banderas ni ideal colectivo, amparada a la sombra de los poderes fácticos que reclutaron en masa ejércitos de sicarios con capacidad para actuar por cuenta propia.
Aprobada la reforma por el Congreso de la Unión, el tramo es largo antes de que la desindexación surta efecto en el ingreso de los trabajadores. La pelota estará en la cancha de los congresos locales, en espera de aprobación.
Hasta entonces se podrán revisar propuestas como la de MIGUEL MANCERA que habla de incrementar de 70 a 82 el pago mínimo diario. ¿Qué esto se va a politizar?, desde luego. Esperemos a ver qué cara pone cada partido.

PAJARITOS A VOLAR
Y, bueno, tómenla por el lado amable, pero me veo en la necesidad de dirigir ahora un atento mensaje a los caballeros que tienen a bien intervenir mis teléfonos, particularmente mi celular, ignoro si de una o más instancias gubernamentales. De varias, creo.
Jamás he tenido inconveniente en que lo hagan, entiendo estas formas de monitoreo como parte inevitable del oficio periodístico y hasta ahora no he tenido razón para sentirme agraviado.
Mientras no represente problema, adelante, sigan con lo suyo, para eso les pagan y de ello mantienen a sus familias.
Aunque bastante les agradecería que hicieran lo posible por apegarse a los estándares de eficacia propios de su especialidad, actúen con la pulcritud debida y eviten ser intrusivos. El undécimo mandamiento es no estorbar.
Créanme, representa una verdadera monserga el que mis llamadas (de trabajo, amigos, familia) se entrecorten, goteen y el audio se pierda por culpa de zumbidos y gorgoteos indeseables.
Puedo sentir el momento exacto en que se ganchan a mi aparato porque al instante todo se descompone. Tal vez no sea mucho pedir que fueran un poquito más profesionales en su desempeño.
Solicitud que ni lejanamente espera respuesta explícita. Contento estaré si despejan mi línea y me permiten una comunicación fluida con el mundo. Ustedes hagan bien su trabajo que yo trataré de hacer bien el mío y así nos llevamos la fiesta en paz.