Cd.
Victoria.- En su quinta edición, esa cacería
temprana de aguinaldos instaurada en 2011 por FELIPE CALDERÓN y denominada
“Buen fin”, reporta prácticas de vértigo en todo el país.
Se empieza a lograr con ello el posicionamiento
en su definición más profunda, señalada por los gurús de la publicidad como meta
superior.
No basta (dicen) que determinado producto
(en este caso, una práctica comercial) ocupe un lugar en el mercado. El balón realmente
está en la red cuando se conquista un lugar en la mente del consumidor.
Cuando se arraiga la costumbre, como ya
ocurre con las ventas navideñas y también los días que honran afectos
específicos, madre, padre, compadre, familia, muertos, amor y amistad, por
citar algunos.
Claro, esta iniciativa de consumo
organizado necesitaba, además del impulso empresarial, de la ayudita
presidencial.
Se promovió desde entonces el adelanto de
aguinaldos en el sector privado y entre burocracias de los tres niveles.
Y aunque esta vez el “Buen fin” coincidió
con el puente revolucionario, lo cierto es que no está pensado en función de
ello.
Su razón sería, más bien, el adelantarse a
la vacación decembrina que es cuando los aguinaldos se fugan a Estados Unidos,
destino típico de los paseantes navideños. Antes de que eso ocurra, se
atraviesa ahora este invento.
LOS
EXCESOS
Los embotellamientos viales y la saturación
de tiendas hablarían por sí mismos del éxito, en la versión mexicana del
legendario viernes negro al norte del río Bravo.
El cuál, como usted sabe, se celebra al día
siguiente del llamado Día de Acción de Gracias (cuarto jueves de noviembre)
cuando la neurosis consumista se manifiesta en tumulto.
Peor aún, parecería ya parte de la
idiosincrasia mexicana el desaforado hábito de gastar dinero que aún no se gana
(el tener en desorden nuestras prioridades, diría MONSIVAIS) y de cuyas
desventuras hay testimonio viejo en el humor popular.
El patetismo de esas largas colas frente a
las casas de empeño durante la “cuesta de enero”.
Faltaría mucho trabajo de actualización en
las instituciones gubernamentales creadas para auxilio, educación y defensa del
consumidor.
Con dinero en la mano la gente se comporta
de manera irracional. Somos niños en busca del satisfactor más inmediato, sin
pensar en otros usos (desde luego más inteligentes) del recurso que se percibe
como justo fruto del año trabajado.
Por ejemplo, pagar deudas, reparar o
reequipar viviendas y ahorrar aunque sea una pequeña parte, para imprevistos. No
es así como están ocurriendo las cosas, a pesar de que la PROFECO y el minimizado
INCO, datan de 1976.
VIERNES
FATAL
Y, bueno, sobre lo ocurrido en París, el
proyecto yihaidista montado en Siria opera con un esquema algo complejo de
financiamiento. Con Isis hacen negocio, mire usted…
(1) Los fabricantes de armas europeos y
norteamericanos que para mantener sus respectivas plantas en producción y sus
niveles de ventas necesitan generar conflictos de mediana intensidad en algún
lugar del mundo.
(2) También hay petrodólares de los jeques
árabes. Las organizaciones terroristas tienen a cuota a los opulentos pachás y
emires vecinos, a cambio de permitir a dichos caciques petroleros vivir a sus
anchas con la riqueza de sus pueblos.
(3) Otro chorro de dólares les llega por
narcotráfico. La locura yihaidista actúa estimulada con anfetaminas cuya
fabricación se ubica en la zona del Cáucaso y en las antiguas repúblicas
soviéticas, hoy independientes y dominadas por el Islam.
Por supuesto, Isis no es ningún títere,
aunque confluyan en tal engendro muchos intereses. Su existencia es real y
actúa con agenda propia, aprovechando la geopolítica privilegiada de esa región
petrolera, gozne y umbral de tres continentes.