miércoles, 14 de octubre de 2015

Membretes en disputa

Cd. Victoria.- Se presta a muchas especulaciones el más reciente encuentro del munícipe laredano CARLOS CANTUROSAS con el líder nacional del PRD, CARLOS NAVARRETE.
Cabe pensar que CANTUROSAS no siente muy segura su postulación por el PAN, donde el liderazgo en las encuestas sigue en manos de PACO CABEZA.
Y también la posibilidad de que el virtual candidato del Movimiento Ciudadano GUSTAVO CÁRDENAS quiera aliarse con sus viejos amigos del Sol Azteca.
Lo cuál no sería raro, si recordamos que GUSTAVO, al igual que su señor padre, don JORGE CÁRDENAS, fueron candidatos de una alianza PAN-PRD en 1992, para la alcaldía capitalina y la gubernatura, respectivamente.
Sin olvidar que el MC (desde que se llamaba Partido Convergencia) ha sido socio del PRD en las dos contiendas presidenciales de AMLO (2006 y 2012) y en un sinfín de elecciones regionales.
Es decir, si CANTUROSAS no se apura a construirse un espacio político propio, se puede quedar en la más penosa orfandad partidista.
No está lejana, pues, la posibilidad de que CABEZA consiga la nominación albiazul y GUSTAVO extienda su telaraña hacia una alianza progresista MC-PRD.
Ello si además consideramos que el PANAL y el Partido Verde ya están “pedidos y dados” a la principal coalición que habrá de encabezar el PRI.
De no ponerse las pilas, el muchacho de Nuevo Laredo tendría que conformarse con alguno de los minipartidos de reciente aparición, como el Humanista, Encuentro Social o MORENA.

IMAGEN Y PALABRA
Y, bueno, para fines de marketing, CANTUROSAS arrastra un problema relacionado con la forma un tanto accidentada en que fueron unidos los dos apellidos de su padre para formar uno solo.
Apellido que si hubiésemos de verbalizar como se escribe (sin acento el CANTU y pegado con un ROSAS que además solo lleva una “R”) tendríamos que pronunciar la “R” como “ere”, recayendo la acentuación en la letra “O” y quedando al final algo parecido a venturosas, presurosas o generosas.
O bien, de haber optado por acentuar solamente la “U”, la pronunciación habría sido esdrújula, cosa que no ocurre.
Por mera costumbre, suelen decir como “erre” lo que debiera ser una “ere”, respetando los dos acentos originales, el de la “U” y el de la “O”.
O sea que si usted aborda al personaje en calidad de ciudadano, potencial votante, reportero o simple curioso, tendría todo el derecho a decirle “señor CANTUROSAS” con una pronunciación similar a la de “venturosas” y el susodicho no tendría por qué disgustarse.
Así es como el caballero ha aceptado escribir su apellido y (a diferencia del inglés) en castellano las palabras se dicen como se escriben.

MEGALOMANÍA
Y bien, algo ocurre en el alma mexicana que de manera recurrente buscamos plasmar las grandes ideas en alguna suerte de arquitectura faraónica.
Cuando el presidente LÓPEZ PORTILLO puso en marcha la primera gran reforma electoral de los tiempos modernos (1978-79) su expresión material fue el Palacio Legislativo de San Lázaro, concluido en 1981.
Gigantesca mole donde el arquitecto RAMÍREZ VÁZQUEZ no dudó en calcar el tosco cuadrángulo del Museo Nacional de Antropología.
Majestuosa, por igual, la actual residencia del Senado inaugurada a finales del sexenio calderonista en el cruce de Insurgentes y Reforma, con un costo de 2 mil 563 millones de pesos.
Todo a lo grande, hoy en día el flamante Instituto Nacional Electoral planea construir su nueva sede en la intersección de Tlalpan y Periférico Sur, con 2 torres de 14 pisos, macrosala de prensa, jardines y algo llamado “Plaza de la Democracia”, con una erogación cuyo cálculo inicial es de mil 100 millones de pesos. Gajes de la idiosincrasia nacional.