jueves, 15 de octubre de 2015

La purga que viene

Cd. Victoria.- Voz popular en los medios y la clase política, la lista de aspirantes a la gubernatura tamaulipeca por el Partido Revolucionario Institucional esta necesitando, le urge, requiere con apremio, pide a gritos desesperados, un ajuste, recorte, simplificación que calme el bullicio, matice el estruendo, ahogue el dispendio, la torne económica y fluida, menos aparatosa y, por todo ello, mejor focalizada, es decir, con perfiles más nítidos.
Tarea de limpia que se desencadenaría en fecha aún no precisada, entre la segunda mitad de octubre y el vecino mes de noviembre, teniendo por fuente al más alto mando político nacional.
Sobrepoblado como está el convoy de la sucesión, habría que bajar (se piensa) a varios de los participantes en la esquina más cercana, el paradero próximo y al grito (ya consignado en esta columna) de “gracias por venir, siga participando”.
Todo ello para hacer la brecha más transitable, clarificar el marco de la competencia y fortalecer así a las opciones restantes, a los sobrevivientes escogidos, aquellos que hayan demostrado capacidad de adaptación.
Quedarían dos, acaso tres, que se convertirían después en uno, a más tardar para la quincena final de enero.

DE LO ALTO VENDRÁ
En cuanto a la identidad de la ilustre voz arbitral que tendría a bien colocarle el cascabel al gato, se ubicaría, sin duda, en Insurgentes norte (con extensión simultánea a sus apéndices regionales) pero bajo encomienda clara de Los Pinos.
Tarea de reducción que sería como una cuenta regresiva (o acaso como la canción infantil de los diez perritos) y tendría por meta alcanzar el ansiado número uno, la unidad, el dígito menor, el guarismo mágico, el entero más simple, tras un procedimiento de descarte gradual pero irreversible.
Aunque en dicho trance no deberá extrañarnos si aparecen señales tajantes en el camino, lo más parecido a la luz roja del semáforo.
Lo cuál no está reñido (o, más bien, congeniaría a la perfección) con algunas capitulaciones voluntarias, en unos casos con endoso de fuerzas y cesión de activos políticos a otra opción plenamente identificada.
Y mire usted, nada de esto había sido necesario en las elecciones previas, ni hace 6, 12, 18, 24 o 30 años, entre otras razones porque la vieja regla de la disciplina partidista aún operaba con cierta eficacia. Ni antes ni después, decían los viejos, con mirada inquisitiva y ademán premonitorio.
Y también porque en ninguno de los casos anteriores privó la exuberancia de ambiciones que caracteriza y marca al presente 2015.

CIRUGÍA DE RIESGO
Huelga decir que la purga (tan inminente como inevitable) entraña además un proceso algo delicado de negociación que exige al mismo tiempo tacto y firmeza, desde su concepción misma hasta la ejecución propiamente dicha, sin olvidar, por supuesto, el “timing”.
Entre otras razones para evitar la fuga de activos de la que hemos venido hablando en días anteriores, la mudanza de trinchera (con portabilidad de seguidores incluida) ya sea por ausencia o deficiente implementación de eso que llaman “operación cicatriz”.
Tiro por viaje, ahí donde la inclusión falla, la fuga se torna en la única opción de supervivencia y en este Tamaulipas postmoderno donde los apegos ideológicos y las fidelidades doctrinarias han cedido por completo ante la puja desnuda por el poder, cambiar de camiseta se ha convertido en práctica redituable.
Al final del día, siempre se podrá esgrimir el argumento favorito de todo incomprendido cuando encoge los hombros y se dice víctima de circunstancias adversas, errores de comunicación, tardanza en el consuelo, débil compensación y todos los “hubiera” que (en calidad de justificantes) el caso amerite.