Cd.
Victoria.- Voz popular en los medios y la clase
política, la lista de aspirantes a la gubernatura tamaulipeca por el Partido
Revolucionario Institucional esta necesitando, le urge, requiere con apremio, pide
a gritos desesperados, un ajuste, recorte, simplificación que calme el
bullicio, matice el estruendo, ahogue el dispendio, la torne económica y fluida,
menos aparatosa y, por todo ello, mejor focalizada, es decir, con perfiles más
nítidos.
Tarea de limpia que se desencadenaría en
fecha aún no precisada, entre la segunda mitad de octubre y el vecino mes de
noviembre, teniendo por fuente al más alto mando político nacional.
Sobrepoblado como está el convoy de la
sucesión, habría que bajar (se piensa) a varios de los participantes en la
esquina más cercana, el paradero próximo y al grito (ya consignado en esta
columna) de “gracias por venir, siga participando”.
Todo ello para hacer la brecha más
transitable, clarificar el marco de la competencia y fortalecer así a las
opciones restantes, a los sobrevivientes escogidos, aquellos que hayan
demostrado capacidad de adaptación.
Quedarían dos, acaso tres, que se
convertirían después en uno, a más tardar para la quincena final de enero.
DE
LO ALTO VENDRÁ
En cuanto a la identidad de la ilustre voz
arbitral que tendría a bien colocarle el cascabel al gato, se ubicaría, sin
duda, en Insurgentes norte (con extensión simultánea a sus apéndices
regionales) pero bajo encomienda clara de Los Pinos.
Tarea de reducción que sería como una
cuenta regresiva (o acaso como la canción infantil de los diez perritos) y tendría
por meta alcanzar el ansiado número uno, la unidad, el dígito menor, el
guarismo mágico, el entero más simple, tras un procedimiento de descarte gradual
pero irreversible.
Aunque en dicho trance no deberá
extrañarnos si aparecen señales tajantes en el camino, lo más parecido a la luz
roja del semáforo.
Lo cuál no está reñido (o, más bien,
congeniaría a la perfección) con algunas capitulaciones voluntarias, en unos
casos con endoso de fuerzas y cesión de activos políticos a otra opción
plenamente identificada.
Y mire usted, nada de esto había sido
necesario en las elecciones previas, ni hace 6, 12, 18, 24 o 30 años, entre
otras razones porque la vieja regla de la disciplina partidista aún operaba con
cierta eficacia. Ni antes ni después, decían los viejos, con mirada inquisitiva
y ademán premonitorio.
Y también porque en ninguno de los casos anteriores
privó la exuberancia de ambiciones que caracteriza y marca al presente 2015.
CIRUGÍA
DE RIESGO
Huelga decir que la purga (tan inminente
como inevitable) entraña además un proceso algo delicado de negociación que
exige al mismo tiempo tacto y firmeza, desde su concepción misma hasta la
ejecución propiamente dicha, sin olvidar, por supuesto, el “timing”.
Entre otras razones para evitar la fuga de
activos de la que hemos venido hablando en días anteriores, la mudanza de
trinchera (con portabilidad de seguidores incluida) ya sea por ausencia o
deficiente implementación de eso que llaman “operación cicatriz”.
Tiro por viaje, ahí donde la inclusión
falla, la fuga se torna en la única opción de supervivencia y en este Tamaulipas
postmoderno donde los apegos ideológicos y las fidelidades doctrinarias han
cedido por completo ante la puja desnuda por el poder, cambiar de camiseta se
ha convertido en práctica redituable.
Al final del día, siempre se podrá esgrimir
el argumento favorito de todo incomprendido cuando encoge los hombros y se dice
víctima de circunstancias adversas, errores de comunicación, tardanza en el
consuelo, débil compensación y todos los “hubiera” que (en calidad de
justificantes) el caso amerite.