viernes, 2 de octubre de 2015

El votante, ese desconocido

Cd. Victoria.- La opinión pública habrá de recordar que en fechas otoñales como la actual (septiembre, octubre, noviembre de 2014) el gobierno del presidente PEÑA NIETO vivió una de las peores rachas de infortunio que recuerde administración alguna en los últimos años.
Entre la indignación y el espanto, a los respectivos hechos de sangre en Tlatlaya y Ayotzinapa, se sumaron luego las ruidosas denuncias sobre cierta propiedad de la familia presidencial etiquetada con el mote de “Casa Blanca”.
A lo cuál se añadiría después el despido de la periodista CARMEN ARISTEGUI, del cuál un sector de la ciudadanía culpó al gobierno con efectos imitativos fuera del país.
Paisaje común, ver gente con mantas y cartelones protestando por una y otra causas frente a las embajadas mexicanas en Europa, Estados Unidos y Sudamérica.
En redes y medios del llamado “círculo rojo”, donde se cultiva la animadversión más viva y perseverante contra cualquier autoridad (del partido que fuere) la percepción de una crisis política habría de crecer como bola de nieve en los primeros meses de 2015.
Rebeldía que parecía multiplicarse al paralelo de las campañas por la renovación del poder legislativo federal (los 500 escaños de la Cámara Baja) y los procesos simultáneos en gubernaturas, congresos locales y municipios.

EXPECTATIVA FALLIDA
La elección del 7 de junio pasado, sin embargo, habría de sorprender a un sector importante de la opinión pública nacional que esperaba el advenimiento de una suerte de Apocalipsis tricolor y hasta la probable caída de un gobierno.
Esto es, la sanción severa del votante a un partido y un régimen vulnerado en su imagen por problemas fuera de control y ante los cuáles no habrían sido capaces de generar respuestas contundentes.
En el caso del PRI, fue mínimo su descenso en el número de curules de la legislatura LXII a la LXIII (de 212 a 203 diputados) aunque la noticia más relevante es que sus dos principales contrincantes también vieron descender su respectiva presencia en la cámara. El PAN bajó de 114 a 108 y el PRD se derrumbó de 104 a 60.
Para fines prácticos, el tricolor (con sus aliados PVEM y PANAL) conservó el control legislativo y con ello la fuerza suficiente para navegar sin problemas de gobernabilidad hasta la otra orilla del sexenio.
Inclúyase en esto el caso de Tamaulipas donde (contra todos los pronósticos) el partido tricolor ganó los ocho distritos en disputa, caso meritorio en época de alternancias, el que un partido todavía sea capaz de alcanzar el llamado “carro completo”.

RAZÓN Y SINRAZÓN
A la postre esta será una de las interrogantes más sustantivas que nos deje el presente 2015 en materia político-electoral, expresada así: ¿Por qué la inconformidad manifestada en las calles no permeó las urnas en la proporción esperada?
Apenas tres años atrás, en julio de 2012, el desastre sufrido por el gobierno de FELIPE CALDERÓN se había explicado en los términos más ortodoxos como un claro voto de castigo por su desventurada “guerra contra el narcotráfico”.
Estrategia fallida que ensangrentó el país, disminuyó las expectativas de crecimiento y dejó colgada de la brocha su promesa de convertirse en “el presidente del empleo”.
La frustración y el enojo del elector se verían reflejadas no sólo en la derrota de la candidata albiazul JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA sino en su descenso al tercer lugar de las votaciones.
Medalla de bronce en verdad poco digna para un partido que entonces era gobernante, por abajo de sus contendientes PEÑA NIETO y LÓPEZ OBRADOR.
El derrumbe del voto panista fue, en el año referente de 2012, un fenómeno generalizado y afecto a todos los indicadores, lo mismo a las urnas de senadores y diputados federales, que a las alcaldes, diputados locales y gobernadores.
De aquel verano cabe recordar la típica charla de sobremesa que giraba en torno a la implacable lógica de los resultados. El voto de castigo, la sanción fácilmente explicable al ejercicio de un régimen que habría resultado insatisfactorio.

GOBIERNISMO DE CLOSET
Menos lógico y más difícil de explicar fue el resultado del presente 2015. Y esto nos lleva a la necesidad de adentrarnos en esa maraña exótica llamada psicología del votante, acaso buscando entender al ciudadano que en público manifiesta una postura (la endémica queja contra todo lo que represente instituciones) y, al llegar frente a las urnas, expresa otra.
El fenómeno es incluso visible hoy día en redes sociales donde la virulencia crítica parece operar más bajo los parámetros de la “memética” que de la convicción plena.
Considerada todavía como pseudociencia, esta teoría genética aplicada al comportamiento de la opinión pública se encuentra, desde luego, en pañales.
Sufre, incluso, tergiversaciones graves como el llamar “meme” a cualquier chistorete exitoso que se reproduce de manera viral en redes sociales.
Lo cierto es que mucha de la presunta opinión crítica que circula en nuestra (todavía adolescente) vida democrática posee dicho nivel.
La reproducción de “memes” que ni lejanamente representan una postura política y se aproximan más a un placebo, una moda huérfana de conciencia o (si se quiere) un virus mental.
Huelga decir que la elección federal intermedia suele convocar a un número menor de electores y que el abstencionismo en buena medida beneficia al partido que está en el poder.
Es verdad aceptada que cuando un ciudadano tradicionalmente abúlico se anima a salir de su casa para cumplir con la urna, la probabilidad más alta es que vote contra el gobierno.
Desde luego, el bajo nivel de votaciones (propio, hay que insistir, de los comicios medieros) ayudó a que la inconformidad tuviese un bajo impacto.
Aunque también sea necesario decir que sin alternativas reales o lo suficientemente atractivas, la inercia de las votaciones anteriores se impone.

COMPETIDOR AUSENTE
Y este acaso sea un punto de partida interesante, expresado como paráfrasis de la consabida frase zapatista, solo que adaptada a la competencia por el sufragio, al decir que “la inconformidad es de quien la trabaja”.
Lo cuál significaría, entre otras cosas, que sin oposición organizada capaz de capitalizar los tropiezos de un gobierno, el reclamo se diluye y por ello los vientos que soplaron en la votación previa (la que hizo posible a dicho partido ser gobierno) tienden a prevalecer.
En 2015 la gente sufragó muy parecido a 2012 porque de todo lo sucedido en el lapso intermedio no hubo partidos ni liderazgos políticos capaces de ponerse a la cabeza de los problemas.
Ni siquiera fueron capaces de ofrecer una interpretación digerible que sirviera de orientación al ciudadano promedio y que permitiera partidizar los reclamos.
Durante esos meses críticos que cimbraron al gobierno de PEÑA NIETO, ningún partido, ni dirigente opositor nacional o regional, hizo suya esa efervescencia que entonces y ahora se detecta en la base de la pirámide social.

LEONES VEGETARIANOS
Y este quizás sea un “plus” inesperado del pacto firmado en diciembre de 2012 por el presidente PEÑA NIETO y operado desde Bucareli por MIGUEL ANGEL OSORIO CHONG, en las cámaras por MANLIO FABIO BELTRONES y EMILIO GAMBOA y en el PRI por CESAR CAMACHO.
La aquiescencia de los principales dirigentes opositores como GUSTAVO MADERO y JESÚS ZAMBRANO habría llegado más allá del acuerdo de reformas constitucionales para derivar en una suerte de mansedumbre política que parece haber anulado su condición de opositores.
Agréguese a ello que el caso más grave (Ayotzinapa) ocurrió bajo jurisdicción de un ayuntamiento (Iguala) y un gobierno (Guerrero) entonces del PRD.
Más allá de este detalle, la reconversión de competidores en compañeros de ruta modificó sustantivamente el panorama partidista mexicano y, desde luego, ello le significó un “plus” a la ventaja estratégica del PRI.
Resultado, el PAN se comporta como el PARM y el PRD parece una reedición del PPS o (peor aún) del Frente Cardenista. ¡En pleno siglo 21!