jueves, 10 de noviembre de 2016

Oscuridad triunfal

Cd. Victoria.- Interesante reto a la imaginación, la tarea de proyectar el tipo de gobierno que presida DONALD TRUMP a partir del 20 de enero próximo.
Y no será por la estrategia económica republicana que conocimos bien en la era REAGAN y con los señores BUSH. Recortes a subvenciones sociales y también a los impuestos que pagan los ricos, incremento al gasto militar y de seguridad nacional.
Amén de esa doble moral que solo entiende el libre comercio de manera unívoca, del centro a la periferia, pero obstaculiza las importaciones con medidas de proteccionismo disfrazado.
Lo novedoso serán sus promesas sobre el tema migratorio, la mano dura contra la criminalidad que buscará centrar sus acciones sobre la población hispana, su actitud beligerante contra el mundo islámico.
El pavor mundial está perfectamente justificado sin observamos que un hombre de perfil altanero, impulsivo, irracional, será comandante en jefe de la primera potencia nuclear del orbe.
Con la salvedad de que ni Rusia ni China tienen destacamentos fuera de sus territorios, mientras que Estados Unidos cuenta con 800 bases militares desperdigadas en los cinco continentes (el dato es de DAVID VINE, “Base Nation”, Metropolitan Books, 2015).

OFENSA MAYOR
Y, desde luego, esa gran tapia que deberá cubrir los 3 mil 118 kilómetros lineales entre Brownsville y San Isidro, de Matamoros a Tijuana.
Fuente de estupefacción en principio, pasmo que devino en burla, la muralla de TRUMP (que, según dice, pagaremos los mexicanos) es uno de esos absurdos cuyo solo enunciado resulta vejatorio.
Peor todavía si buscará financiarlo con impuestos expropiatorios a las remesas en dólares que mandan los paisanos a sus familias. Agresión salvaje, por principio, contra los destinatarios de dichas remesas, al sur del río Bravo.
Aunque la polémica mayor es la viabilidad del cobro, si recordamos que buena parte de sus remitentes han dejado de ser indocumentados para convertirse en residentes, incluso en ciudadanos americanos.
Un eventual manotazo contra dicho flujo de recursos violentaría intereses y conculcaría derechos a núcleos de población urbana y educada que nada tienen que ver con la pizca del algodón y del tomate.
Afectaría de paso a numerosa población anglosajona. Los caucásicos blancos y rubios que votaron por él. Los amparos legales se contarían por miles, decenas de miles.
Mire usted, la mentalidad racista que dio vida al fenómeno TRUMP no distingue entre indocumentados y latinos de nacionalidad estadounidense.
Al periodista JORGE RAMOS, conductor estelar de UNIVISIÓN, un guardaespaldas de TRUMP le dijo “Vete de mi país” (“Get out of my country”) durante aquella infortunada conferencia de prensa en la ciudad de Dubuque, Iowa (agosto de 2015) a lo cuál RAMOS replicó diciendo “soy ciudadano norteamericano” (“I am a U.S citizen”).
El incidente refleja bien la óptica de los supremacistas blancos. Por encima de la ley está el desprecio al color de piel, el odio al migrante oriundo de naciones pobres.

LOS PROFETAS
Y, bueno, se puso de moda el capítulo aquel de la familia SIMPSON (“BART to de future”, marzo del 2000) ubicado hipotéticamente en una etapa posterior a la presidencia de TRUMP que habría dejado por saldo las finanzas quebradas.
Aunque se insiste mucho en que dicha previsión (hace 16 años) tuvo alguna suerte de carácter profético, se trató solamente de una broma macabra.
Algo semejante a la película también futurista “Demolition man” (1996) donde el personaje interpretado por SYLVESTER STALLONE descubre que ARNOLD SCHWARZENEGGER ya fue presidente de Estados Unidos.
Humor negro y nada más, aunque ello no impidió que ARNOLD fuera gobernador de California siete años después (2003).
Pesadilla autocumplida, acaso.