jueves, 3 de noviembre de 2016

Operación marabunta

Cd. Victoria.- La baja estadística de popularidad que observa el presidente PEÑA  NIETO acaso pudiera indicarnos el tipo de estrategia que eventualmente seguiría el PRI rumbo al 2018.
Por principio, se retomaría la fórmula de 1988, cuando un devaluado presidente DE LA MADRID hacía lo posible porque el país (según sus propias palabras) no se le deshiciera entre las manos, mientras impulsaba a su delfín CARLOS SALINAS.
Se buscó, entonces, posicionar al candidato, la persona antes que al partido. Si para lograrlo tuvo además que escamotearle votos a sus rivales CÁRDENAS y CLOUTHIER, eso ya es otra historia.
En segundo lugar, estrenando ahora el marco jurídico que permite las candidaturas independientes, el alto mando tricolor tendría la intención de permitir (fomentar, incluso) el mayor número de opciones posible.
Los minipartidos ya no irían aliados de una fuerza mayor sino que harían suyas las aspiraciones de alguna figura nacional, entre las muchas que hoy día confiesan abiertamente sus anhelos.
Y esto va desde el señor FERNÁNDEZ NOROÑA hasta PEDRITO FERRIZ, JORGE CASTAÑEDA, ROSARIO ROBLES, MANLIO FABIO BELTRONES, RICARDO MONREAL y el reaparecido MARCELO EBRARD.
Pero también gobernadores en ejercicio como JAIME, el Bronco, RODRÍGUEZ de Nuevo León, GRACO RAMÍREZ de Morelos, SILVANO AUREOLES de Michoacán y MANUEL VELAZCO de Chiapas, más los que se acumulen.

ABANICO AMPLIO
Entre esa jungla variopinta de opciones tendrían que moverse los abanderados de los partidos mayores, a saber:
Por el PAN, quien resulte triunfador (a) en la terna formada por MARGARITA ZAVALA, RAFAEL MORENO VALLE y RICARDO ANAYA.
Por el PRI, si la apuesta fuera un político, la decisión andaría entre MIGUEL ANGEL OSORIO y ERUVIEL ÁVILA, sin olvidar a CESAR CAMACHO.
Si, en cambio, la decisión de Los Pinos apunta (con altísimo riesgo) a un tecnócrata, tendríamos que pensar en JOSE ANTONIO MEADE y AURELIO NUÑO.
Por MORENA va AMLO, punto, no hay mucho que añadir.
Dentro del PRD, todo indica que el jefe de gobierno capitalino MIGUEL ANGEL MANCERA se ha ido quedando sin oponentes.
Las figuras de la izquierda ven más próxima su promoción en algún partido menor que disputarle el oxígeno a MANCERA, sabiendo que carga en sus alforjas el presupuesto para medios de la capital mexicana.
Curiosamente, MIGUEL ANGEL ha consolidado su control del PRD sin ser miembro de este partido pues ganó en 2012 como candidato ciudadano del Sol Azteca.
La pregunta, entre tantas, es si la pretendida fracción del voto antipriísta tendría resultado a escala nacional.

TAMAULIPAS, EJEMPLO
Al respecto, los ojos de la capital mexicana debieran conocer más a fondo lo que ocurrió en el proceso electoral tamaulipeco, incluyendo la lista de candidatos, el desempeño de los mismos, el perfil de los debates y, finalmente, la votación.
El lector recordará que la contienda arrancó con ocho abanderados, siete de partido y un independiente que finalmente declinó en favor del panista CABEZA DE VACA.
Y mire usted, ni JORGE VALDEZ del PRD, ni ARMANDO VERA del PT, ni GUSTAVO CÁRDENAS del PMC, ni HECTOR GARZA de MORENA, ni ABDIES PINEDA del PES pudieron evitar que CABEZA DE VACA derrotara con amplísimo margen al tricolor BALTAZAR HINOJOSA.
Desde luego, son dos elecciones distintas y la polarización de fuerzas que vimos en Tamaulipas no representa necesariamente lo que pueda ocurrir a escala nacional.
Pero la enseñanza sirve. Si el enjambre de minicandidatos que veamos en 2018 no levanta campañas con fuerza, identidad y propuesta definida, el elector ajustará su percepción del menú para enfocarse únicamente en las dos o tres opciones reales: PRI, PAN, MORENA.
Los demás serán como los cacahuates, muchos, ruidosos y sin peso alguno.