Cd. Victoria, Tam.-
Aprobada en la Cámara de Senadores la Ley del Servicio Profesional Docente, a
sus opositores sólo queda la protesta callejera y el estruendo en las redes
sociales.
Lo suyo
se llama desesperación. Son numerosos (ni quien lo dude) al grado de saturar
los espacios públicos en la capital y en muchas ciudades. Pero insuficientes en
donde se toman las decisiones: las cámaras.
La
agenda de PEÑA NIETO tiene prisa en dar vuelta a esta página. El mandatario leyó
su informe al siguiente día de que la cámara baja aprobó la iniciativa. Vuela a
Moscú cuando el Senado hace lo propio.
A su
regreso el presidente espera noticias en las iniciativas que siguen: la
hacendaria y la energética.
Este
manejo tan cercano de los tiempos hace que se mezclen inconformidades diversas
en las marchas callejeras. Quienes se oponen a la apertura privada en Pemex se
cruzan con los maestros de la coordinadora, mientras por ahí ya asoman letreros
y mantas contra la probable aplicación del IVA en alimentos y medicinas.
Tomadas
las calles del DF, flota en los medios la incertidumbre en torno a la ceremonia
próxima del Grito y el correspondiente desfile del día 16.
A los
batallones del CNTE y de CUAUHTEMOC CÁRDENAS se suma la protesta anunciada por
LÓPEZ OBRADOR.
Mitad
en broma, mitad en serio, los mismos medios retoman lo que se dice en las
calles: una ciudad cansada de ser capital, pararrayos secular de cuanta
inconformidad brota en la República. Por momentos sueñan con dejar de serlo.
La
conjunción de protestas ralentiza todo, las rutas de los niños a la escuela, de
los padres al trabajo, el paso de ambulancias, bomberos y las corporaciones de
seguridad mismas.
El
tráfico no fluye, gotea, se estanca. Para el observador tamaulipeco, recorrer
esas calles es encontrar un incontable y variopinto abanico de plantones, algunos
de ellos muy antiguos.
Algún
día llegaron con alguna demanda de justicia no atendida en sus lugares de
origen (Tabasco, Guerrero, Chihuahua, Chiapas) y ahí se quedaron, con sus
carpas, en cualquier esquina, plaza, camellón.
Protestas
itinerantes que dejaron por saldo dos o tres tenderetes de donde brota el humo
del café y el guiso matutino al rayar el alba.
Rostros
cenizos, ojerosos, de sus mantas raídas ya no se distingue el motivo de la
lucha, símbolo de un abandono que hace al turista preguntar no en tiempo presente
sino en pretérito imperfecto (“¿Y ustedes contra qué protestaban?”) encontrando
por respuesta el silencio, la mirada lánguida.
Escuché
por esas calles la broma del sambódromo. Si Brasil construyó en ciudades como
Sao Pablo y Río de Janeiro estadios gigantes para dar cabida a la gente que
antaño bailaba en la vía pública, ¿Por qué no habría de hacerlo la capital
mexicana para administrar su estado de protesta endémica, las marchas y
contramarchas que trastornan todo?
El
Presidente de México se encuentra en Rusia para asistir a la cumbre del G20
donde representantes de 19 países y la Unión Europea se reúnen para ventilar
asuntos de las finanzas globales.
PEÑA
NIETO y su homóloga brasileña DILMA ROUSSEF han dicho por separado que desean
entrevistarse con BARACK OBAMA para tratar cara a cara el escándalo del
espionaje desatado en la víspera.
En el
caso mexicano no creo que esto llegue, siquiera, a un reclamo. Compartirán su
pasmo entre risitas contenidas y con la disposición a dar por buena cualquier
explicación del imperio que (por cierto) no será larga, tampoco detallada ni
(menos) contrita. Quedará como una falla técnica, un mal entendido y caso cerrado.
Acaso
sea la trinchera carioca la que más preocupe a la Casa Blanca, entre otras
razones por el carácter franco de DILMA.
Y
también porque el incidente pone en riesgo la compra de una flotilla de aviones
F18 Super Hornet requeridos por la fuerza aérea brasileña.
Se dice
fácil, pero la norteamericana Boeing podría perder una venta de 7 mil millones
de dólares, la cuál sus competidores europeos estarían felices de subsanar.