viernes, 6 de septiembre de 2013

Entre calle y recintos


Cd. Victoria, Tam.- Aprobada en la Cámara de Senadores la Ley del Servicio Profesional Docente, a sus opositores sólo queda la protesta callejera y el estruendo en las redes sociales.
Lo suyo se llama desesperación. Son numerosos (ni quien lo dude) al grado de saturar los espacios públicos en la capital y en muchas ciudades. Pero insuficientes en donde se toman las decisiones: las cámaras.
La agenda de PEÑA NIETO tiene prisa en dar vuelta a esta página. El mandatario leyó su informe al siguiente día de que la cámara baja aprobó la iniciativa. Vuela a Moscú cuando el Senado hace lo propio.
A su regreso el presidente espera noticias en las iniciativas que siguen: la hacendaria y la energética.
Este manejo tan cercano de los tiempos hace que se mezclen inconformidades diversas en las marchas callejeras. Quienes se oponen a la apertura privada en Pemex se cruzan con los maestros de la coordinadora, mientras por ahí ya asoman letreros y mantas contra la probable aplicación del IVA en alimentos y medicinas.
Tomadas las calles del DF, flota en los medios la incertidumbre en torno a la ceremonia próxima del Grito y el correspondiente desfile del día 16.
A los batallones del CNTE y de CUAUHTEMOC CÁRDENAS se suma la protesta anunciada por LÓPEZ OBRADOR.
Mitad en broma, mitad en serio, los mismos medios retoman lo que se dice en las calles: una ciudad cansada de ser capital, pararrayos secular de cuanta inconformidad brota en la República. Por momentos sueñan con dejar de serlo.
La conjunción de protestas ralentiza todo, las rutas de los niños a la escuela, de los padres al trabajo, el paso de ambulancias, bomberos y las corporaciones de seguridad mismas.
El tráfico no fluye, gotea, se estanca. Para el observador tamaulipeco, recorrer esas calles es encontrar un incontable y variopinto abanico de plantones, algunos de ellos muy antiguos.
Algún día llegaron con alguna demanda de justicia no atendida en sus lugares de origen (Tabasco, Guerrero, Chihuahua, Chiapas) y ahí se quedaron, con sus carpas, en cualquier esquina, plaza, camellón.
Protestas itinerantes que dejaron por saldo dos o tres tenderetes de donde brota el humo del café y el guiso matutino al rayar el alba.
Rostros cenizos, ojerosos, de sus mantas raídas ya no se distingue el motivo de la lucha, símbolo de un abandono que hace al turista preguntar no en tiempo presente sino en pretérito imperfecto (“¿Y ustedes contra qué protestaban?”) encontrando por respuesta el silencio, la mirada lánguida.
Escuché por esas calles la broma del sambódromo. Si Brasil construyó en ciudades como Sao Pablo y Río de Janeiro estadios gigantes para dar cabida a la gente que antaño bailaba en la vía pública, ¿Por qué no habría de hacerlo la capital mexicana para administrar su estado de protesta endémica, las marchas y contramarchas que trastornan todo?
El Presidente de México se encuentra en Rusia para asistir a la cumbre del G20 donde representantes de 19 países y la Unión Europea se reúnen para ventilar asuntos de las finanzas globales.
PEÑA NIETO y su homóloga brasileña DILMA ROUSSEF han dicho por separado que desean entrevistarse con BARACK OBAMA para tratar cara a cara el escándalo del espionaje desatado en la víspera.
En el caso mexicano no creo que esto llegue, siquiera, a un reclamo. Compartirán su pasmo entre risitas contenidas y con la disposición a dar por buena cualquier explicación del imperio que (por cierto) no será larga, tampoco detallada ni (menos) contrita. Quedará como una falla técnica, un mal entendido y caso cerrado.
Acaso sea la trinchera carioca la que más preocupe a la Casa Blanca, entre otras razones por el carácter franco de DILMA.
Y también porque el incidente pone en riesgo la compra de una flotilla de aviones F18 Super Hornet requeridos por la fuerza aérea brasileña.
Se dice fácil, pero la norteamericana Boeing podría perder una venta de 7 mil millones de dólares, la cuál sus competidores europeos estarían felices de subsanar.