jueves, 8 de marzo de 2012

Larry, sin blindaje


Cd. Victoria, Tam.- Utópico y hasta ridículo que la autoridad se sienta capaz de atajar una guerra sucia ya instalada en las redes sociales y cuyos autores no creen en vedas ni en silencio de intercampañas ni en nada que esté ligado a la palabra prohibir.
Lo demuestra el hecho de que cualquier individuo, desde una trinchera tan impersonal como un chat público, pueda hoy crear cuentas de correo y generar tantos perfiles como su imaginación le alcance en Twitter, Facebook y similares.
Estamos ante la ofensiva de seres anónimos con una amplia capacidad de maniobra y en cuya categoría igual caben los inconformes genuinos que las cuentas generadas en serie como herramientas de contracampaña por los grupos de la cúpula en pugna.
En este último caso estaríamos hablando de verdaderos ejércitos de fantasmas, clones cuya identidad (foto, avatar, datos esenciales) resulta escasa o mínima, pero en cualquier caso ficticia.
A ratos creo que OBAMA tuvo la culpa por esa leyenda que se tejió en torno a la campaña del 2008, donde se dice que ganó gracias a su autopromoción vía Blackberry, al relatar minuto a minuto sus actividades y pensamientos del día.
Mentirosa y simplista, la tesis de que las redes le dieron el triunfo al demócrata está vigente al menos en México y sigue dando de comer a seudo-asesores en propaganda que venden falsas esperanzas a partidos y candidatos.
En este sentido, nada puede blindar hoy a LARRY, el pajarillo de Twitter cuyo nombre apenas conocimos la semana pasada.
Ni siquiera son creíbles los números de seguidores que hoy presumen partidos y dirigentes, candidatos y candidatas, caballeros y bolitas.
Mucho antes de que cobrase vuelo la presente elección federal, me permití comentar acerca de la feroz costumbre de comprar seguidores en el mercado negro, particularmente en Twitter.
La iniciaron, por supuesto, las luminarias del espectáculo, luego siguieron las estrellas del deporte, divas y divos de la noticia, estrellas del intelecto y plumas de postín.
Lo hacen también los polakos y esto desacredita a la estadística de audiencia en las redes. O acaso vuelva más escéptico al usuario promedio, el ciber-ciudadano.
Nadie me lo contó, lo viví a mediados de diciembre pasado cuando pude testificar como una diva del periodismo nacional recién dada de alta en la red del pajarito, ganaba minuto a minuto centenares de followers, con apenas siete “tuits” emitidos.
En los tres días siguientes la vi pasar de mil a diez mil seguidores sin que su actividad superase los diez o doce mensajitos.
Al momento de escribir estas líneas (7 de marzo) dicha persona supera los 52 mil “fans”, aunque su participación siga siendo por demás exigua (51 tuits, en tres meses, menos de uno por día).
Y no le veo el caso dar nombres porque esta referencia se encamina a una reflexión más amplia como es la ausencia de credibilidad en estos ámbitos de la comunicación electrónica absolutamente libres de cualquier verificación.
Llevado al campo electoral, el usuario de Internet carece de herramientas para saber si los candidatos en verdad tienen los números que presumen.
Al respecto les comparto una lista (made in home) con números que recabé en Twitter al filo de las 19 horas de este miércoles 7 de marzo. 
Anexo en primer término la cifra de seguidores y entre paréntesis el número total de mensajes emitidos:
- ENRIQUE PEÑA NIETO: 432 mil 666 (tuits: 345).
- JOSEFINA VAZQUEZ MOTA: 340 mil 625 (tuits: mil 833).
- ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR: 294 mil 919 (tuits: mil 531).
- MANUEL CLOUTHIER CARRILLO: 11 mil 286 (tuits: mil 698).
- GABRIEL QUADRI: 10 mil 365 (tuits: 554).
Detalle curioso, el que PEÑA NIETO tenga más audiencia, a pesar de registrar el menor número de mensajes emitidos (abajo, incluso, de QUADRI).
En correspondencia, acaso sea de alguna utilidad darle mis números (no se ria por favor):
- @lopezarriaga21: 909 seguidores (que pena) a pesar de mis 17 mil 135 tuits. 
Ni modo, las desventajas de no ser candidato ni tampoco divo mediático.