Cd.
Victoria, Tam. – Eran medio centenar,
quedaron tres. El experimento de las candidaturas independientes a la Presidencia
avanza entre dudas, huérfano de respeto y con pobres posibilidades de éxito. Larga
y fatigosa secuencia de etapas.
De hecho, cuando la opinión pública
empezó a familiarizarse con la recolección de firmas, su número y extensión
geográfica, la creencia generalizada era que solo MARGARITA ZAVALA y el
gobernador con licencia JAIME RODRÍGUEZ, el “Bronco”, alcanzarían la meta.
La nota interesante viene de un tercer jugador,
el guerrerense ARMANDO, el “Jaguar”, RIOS PITER, cuyo crecimiento fue más
gradual, en buena medida porque se propuso lo que ningún otro. Impulsar el
registro de candidaturas independientes de diputados en los 300 distritos
electorales.
El “Jaguar” entiende bien la necesidad
de contar con bancada propia. Y, en el fondo, al impulsar la formación de un
grupo parlamentario independiente, (como bien lo observa JORGE CASTAÑEDA) está
constituyendo un partido, aunque no lo llame con ese nombre.
De aquí la paradoja de quienes se
autodefinen (de entrada) como una alternativa a la partidocracia y terminan
aceptando que poco pueden hacer sin un grupo político geográficamente estructurado
como partido.
La experiencia más aleccionadora son los
frentazos del “Bronco” al operar sin amarres propios en el congreso de Nuevo
León y terminar aceptando que, sin partido, un gobernador y un presidente están
solos, a expensas de sus adversarios.
En el plano internacional ya he
mencionado el caso del presidente ALBERTO FUJIMORI en Perú, a quien la realidad
le asestó lecciones muy duras.
Llegó a la jefatura de gobierno en 1990
y para 1992 ya estaba disolviendo el Congreso, llamando a elecciones parlamentarias
y convirtiendo en partido al movimiento cívico que lo llevó al poder (“Cambio
90”).
Aplicado al caso mexicano actual, cabría
preguntar cómo piensan gobernar MARGARITA y JAIME en el muy remoto caso de que
el voto les favoreciera. Sin presencia en las cámaras, imposible.
A menos que quieran formar desde el
poder el partido de los “sin partido”. Lo cuál exige algo similar al autogolpe de
FUJIMORI, para regresar al esquema tradicional desechado en un principio.
Puesto que sus posibilidades son mínimas
(milimétricas), queda en el aire el verdadero papel de MARGARITA, JAIME y ARMANDO.
Sinodales, acaso, de los otros candidatos.
El caso de la señora ZAVALA asomó desde
un principio como una expresión de dignidad, cuando renunció a su militancia de
décadas, en protesta contra la candidatura de RICARDO ANAYA.
Los medios nacionales y locales
manejaron entonces que la exprimera dama le haría un agujero muy grande al
panismo, llevándose (decían) la mitad de sus militantes, activistas,
operadores, dirigentes.
Hoy constatamos que la expectativa jamás
se cumplió. Los desertores fueron relativamente pocos y (para colmo) se
hicieron a un lado o, de plano, acabaron enrolándose en el proyecto de TOÑO
MEADE, abanderado del PRI. O bien con MORENA.
No está de más reiterar un deslinde básico
comentado en esta columna cuando el fenómeno de los independientes empezó a tomar
vuelo.
Que solo tendrían posibilidades de éxito
(1) donde la gobernabilidad estuviera asegurada, es decir, en las alcaldías,
cuyo sistema de planillas permite al jefe de la comuna aterrizar con la mayor
parte de su cabildo preseleccionado.
O bien, (2) en puestos donde existe margen
para ofrecer resultados sin el abanderamiento de membrete alguno, en base al esfuerzo
y el talento individual, como diputados locales, federales y senadores.
A la inversa, las tareas de cualquier
ejecutivo (gobernador, presidente de la república) resultan utópicas cuando no
hay bancada que apoye proyectos y presupuestos, iniciativas y reformas. Buenos
o malos, los partidos son necesarios.