Cd.
Victoria, Tam. – En tiempo real se
consigna el dato. La historia dirá después que los tres candidatos principales del
2018 exhiben un par de curiosas coincidencias: (1) la corrupción como tema
central de sus discursos, aunque (2) los tres se acusen mutuamente de lo mismo.
Paradoja flagrante. No bien ANDRÉS
MANUEL había anunciado el proyecto de una “Constitución Moral” que regirá la vida
pública mexicana, un coro de internautas le preguntó desde las redes si el catecismo
anunciado aplicaba en los casos de NAPOLEÓN GÓMEZ URRUTIA, ELBA ESTHER GORDILLO
y compañía.
Y también de las recaudadoras
veracruzanas grabadas “in fraganti” recibiendo aportaciones ilícitas para su
campaña. O el añejo tema de BEJARANO, PONCE, AHUMADA y compañía.
Sin olvidar la colección de cartuchos
quemados hoy visibles en dirigencias locales y estatales, candidaturas municipales,
prospectos a diputados locales y federales, senadores y gobernadores.
Caso sonado (entre tantos) el candidato
de MORENA a gobernador de Jalisco CARLOS LOMELÍ, implicado por el Departamento del
Tesoro norteamericano en redes de lavado del narcotráfico.
Concretamente, con el cartel de los AMEZCUA,
esa discreta y próspera ruta de las anfetaminas que corre sobre el litoral Pacífico.
Pero los contrasentidos de RICARDO ANAYA
no se quedan atrás. Al asumir la candidatura, el queretano prometió combatir “a
los políticos corruptos que, coludidos con contratistas, saquean el erario y se
enriquecen en la misma medida en que empobrecen al pueblo”.
Los medios nacionales respondieron con
una denuncia por presuntos delitos financieros, transferencias millonarias y triangulación
de recursos mediante empresas fantasma (“negocios fachada”) con bancos de Canadá,
Suiza y Gibraltar, donde estarían involucrados ANAYA y varios miembros de su
familia.
En cuanto a PEPE TOÑO MEADE, caramba, asegura
en su toma de protesta que será “implacable en el combate a la corrupción”,
aseveración que se antoja de historieta.
En este tenor habló del “profundo
malestar de la sociedad por actos de corrupción, hechos que laceran la vida del
país y ofenden la dignidad de los mexicanos.” Lo mismo que dijo PEÑA seis años
atrás.
Lo curioso es que, en paralelo, se esté
destapando una cloaca formidable en torno a los manejos de ROSARIO ROBLES, a su
paso por la titularidad de SEDESOL, cargo que luego heredó al propio MEADE.
Y tan grave resulta el que MEADE no haya
detectado las corruptelas de ROSARIO, como que (sabiendo de ellas) las hubiese
encubierto. No ver o hacerse de la vista gorda, el resultado es el mismo y se
llama impunidad.
De nuevo escuchamos hablar de triangulaciones,
quebrantos multimillonarios al erario y traspasos cuantiosos de dinero público
a fortunas privadas.
En el caso de la señora ROBLES,
utilizando de parapeto a 13 universidades, mediante convenios ficticios que
justificaron erogaciones, pero jamás llegaron a su destino.
Inevitable el discurso moralizador en los
mensajes de los tres candidatos, sus apariciones en medios, entrevistas
formales o declaraciones de banqueta. Todos rasgan sus vestiduras.
En referencia a TOÑO MEADE, antes aún de
su destape formal, los medios recordaron que su padre DIONISIO MEADE fue el
artífice del Fondo Bancario de Protección al Ahorro, FOBAPROA.
Institución que en tiempos de ZEDILLO
convirtió deuda privada (cartera vencida) en deuda pública, trasladando al
contribuyente la responsabilidad del pago.
Curiosamente, el FOBAPROA subsistiría
con otro nombre (Instituto para la Protección al Ahorro Bancario, IPAB) en cuya
estructura de gobierno haría sus pininos el hijo de DIONISIO, JOSE ANTONIO, hoy
candidato del PRI a la Presidencia.
La posteridad, pues, habrá de juzgar el
farragoso legado que nos deje el actual proceso sucesorio. Con el lodo
llegándoles al cuello, todos hablan de pureza.