Cd.
Victoria, Tam. – Desde las seis y
media de la mañana cuando crucé en mi vehículo la entrada principal de ULSA,
junto a La Salle norte, noté algunas restricciones. Más vigilancia, en efecto.
Cerrado el ingreso regular (a mano
izquierda de la caseta) hube de rodear, camino al gimnasio, para torcer por un
carril que normalmente se emplea como salida.
Empezaba, pues, el operativo de prevención
por la visita que horas más tarde haría el precandidato del PRI JOSÉ ANTONIO
MEADE.
En una entidad donde el partido tricolor
todavía no recupera el músculo mostrado en los procesos de 2012 y 2015, que
luego se desinflaría en 2016.
Tras un vuelo tranquilo y sin
contratiempos, el abanderado priísta cruzó las puertas de cristal para salir al
lobby del aeropuerto con una sonrisa afable pero contenida, flanqueado por el
senador CAVAZOS.
Antaño solía decirse que eventos como este
eran como un viaje en el tiempo para la prensa pues podría acceder al priísmo de
ayer y de antier.
Remontarse sexenios atrás en la memoria,
ante personajes distintivos en la vida partidista y gubernamental de diferentes
generaciones. Personalidades de las más diversas corrientes y grupos.
Hombres y mujeres de toda la geografía
estatal, del valle y la montaña, el altiplano y la costa, la frontera y el
profundo sur. Sus huestes, matraca en mano, se disputaban el espacio, la
atención, un lugar en la fotografía.
Cambian los tiempos, hoy se les vio
llegar a cuentagotas. Cualquiera diría que el comité de recepción estaba
compuesto por los sobrevivientes de un naufragio.
Rostros fantasmales, taciturnos, más
ausencias que presencias. Atraviesa MEADE el umbral, para recibir el saludo franco
y sonoro del dirigente estatal SERGIO GUAJARDO.
Enseguida los abrazos al grupo de los
principales, AÍDA ZULEMA FLORES, PALOMA GUILLEN, MARÍA ESTHER CAMARGO, EDGARDO
MELHEM y acompañantes.
Solo hasta entonces asoma la figura ya crepuscular
de ALEJANDRO GUEVARA, quien se abalanza y retiene al candidato más de la cuenta.
Lo aprisiona en un abrazo deliberadamente largo, mientras le frota una y otra vez la espalda, le susurra al oído quien sabe qué cosas, para luego soltarlo (por fin) aplicando un saludo a cuatro manos, palmas y antebrazos, a manera de despedida.
Lo aprisiona en un abrazo deliberadamente largo, mientras le frota una y otra vez la espalda, le susurra al oído quien sabe qué cosas, para luego soltarlo (por fin) aplicando un saludo a cuatro manos, palmas y antebrazos, a manera de despedida.
Calidez cañera, exceso de protocolo, aunque
también protagonismo afectivo, disfraz de amistad entrañable. Especie poco creíble,
a estas alturas.
Quien sí se mostró muy cerca del visitante
fue MELHEM, sin faramalla ni efectos especiales, con un trato sobrio pero eficaz
que le valió un lugar a la diestra de MEADE en el gimnasio universitario.
A la izquierda se ubicó un atildado ISMAEL
HERNÁNDEZ, exgobernador de Durango y actual dirigente de la CNC, amigo cercanísimo
(comentan) del tamaulipeco ADRIAN GALLARDO.
Durante el trayecto, al paso de la
jornada (encuentro con militancia y legisladores federales, almuerzo con
empresarios y ganaderos) fueron apareciendo más damnificados, como MARCO BERNAL
y BALTAZAR HINOJOSA, entre otros.
El discurso principal de PEPE TOÑO abordaría
con insistencia el problema de la inseguridad, manejando conceptos que antes le
escuchamos a PANCHO LABASTIDA y SANTIAGO CREEL: “somos más los buenos que los
malos.”
Ándele pues. Para añadir que, en
Tamaulipas, “somos más los que queremos ayudar, somos más los que pedimos
seguridad.”
Y lanzar un exhorto (llamado, compromiso)
a que “los criminales no encuentren refugio”, prometiendo que (si el voto le
favorece) le quitarán a la delincuencia “armas y dinero”, cuyo monto será
reutilizado en becas.
Recinto lleno, por cierto, en ULSA, con
lo cual el PRI de CHECO GUAJARDO ya puede al menos dejar constancia de haber
mejorado sustantivamente el aforo, la respuesta.
Esto es, con una capacidad de
convocatoria mayor y más calurosa que la desairada gira por Quintana Roo, la
semana anterior.