Cd.
Victoria, Tam. – A lo largo del 2017 manejé
en esta columna una prospectiva que hoy parece cristalizar. La identidad del abanderado
priísta definiría las intenciones reales de ENRIQUE PEÑA NIETO hacia la
sucesión presidencial.
Lo escribí varias veces, señalando dos
escenarios.
(1) Si el jefe supremo estimaba que su
partido aún podría ganar la contienda del 2018, lanzaría de candidato a un político
con oficio, bajo la consigna tajante de vencer, al precio que fuera.
En esta tesitura, la decisión favorecería
a un hombre como MIGUEL ANGEL OSORIO, CESAR CAMACHO o ERUVIEL ÁVILA.
(2) Si, en cambio, el diagnóstico apuntaba
hacia la inevitable derrota, EPN tendría todavía margen para elegir verdugo, dejando
crecer al candidato del PAN.
El destape tricolor favorecería entonces
a un cuadro de perfil muy técnico, presencia débil y poco oficio, que cumpliría
el papel de sparring.
Se induciría la estrategia del “voto útil”,
para aglutinar en el polo albiazul a todos los sectores que rechazan a LÓPEZ
OBRADOR.
Había varios prospectos con este segundo
perfil. El principal era LUIS VIDEGARAY, aunque también PEPE MEADE, AURELIO
NUÑO y ENRIQUE DE LA MADRID.
Sobre dicha previsión, llegó la reforma
a los estatutos del PRI en septiembre pasado, que abría la puerta a precandidatos
externos como MEADE y, con ello, la intención de arriar banderas, entregar la
plaza y poner en marcha una nueva alternancia pactada.
Todo en aras de bloquear el ascenso de
la izquierda, meta común en las agendas del PRI y el PAN, dos caras hoy de una
misma moneda.
No sería la primera vez que azules y
tricolores recurren a la ayuda mutua. Ya he recordado aquí el debate de 1994
donde DIEGO FERNÁNDEZ apaleó a CUAUHTEMOC CÁRDENAS para abrir camino a ERNESTO
ZEDILLO.
Y al mismo ZEDILLO hundiendo a PANCHO
LABASTIDA para que VICENTE FOX se alzara con el triunfo.
También he comentado aquellas llamadas de
la maestra GORDILLO a los gobernadores priístas (Tamaulipas incluido) exigiéndoles
operar en favor de FELIPE CALDERÓN y contra LÓPEZ OBRADOR, en 2006.
Igual he recordado el proyecto huérfano
y perdedor de JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA en 2012, que hizo factible la entronización
de PEÑA.
Voto útil contra la izquierda, a ratos
cede el PAN, luego le toca al PRI. No en balde, el habla popular abunda en
consignas como “ayúdame que yo te ayudaré” y “hoy por mí, mañana por ti”.
Insistí sobre el asunto todavía en las
recientes columnas del martes 9 de enero (“2018, ¿dos de tres?”) y del viernes
12 (“Heterodoxos, dos”) ya con la tercia de opciones bien definida: AMLO, ANAYA
y MEADE.
El desenlace, en vías de consumarse. Si
en los primeros días de campaña se confirma que RICARDO está mejor ubicado para
enfrentar a LÓPEZ OBRADOR, será necesario que la estrategia común desfonde a PEPE
TOÑO.
Tendrá, desde luego, su medalla de
bronce, algún premio de consolación, como JOSEFINA y MADRAZO, corredores de
relleno ambos.
Aunque la historia es más vieja de lo
que se cree. Estamos ante una hermandad de intereses patronales que nos remite
a los acuerdos discretos fraguados por liberales y conservadores en la Europa del
siglo 19 y luego en Sudamérica durante el siglo 20.
El tema está de moda, por cierto, entre
el columnismo nacional, a propósito del estudio realizado por el analista RONALD
ANTON para la consultoría electoral CPI Latinoamérica, con el título “Crónica
de una alternancia anunciada, el futuro de México, entre LÓPEZ OBRADOR y RICARDO
ANAYA.”
Profusión de datos, reflexión sesuda, agudeza
en su trama, conclusiones altisonantes, mucho eco en los medios. Nada que los
mexicanos no supiéramos desde que encapsulamos el fenómeno en la palabra “PRIAN”.
En efecto, tuvieron que venir de Ecuador
a descubrir el hilo negro para que la prensa chilanga reaccionara. La verdad,
no es para tanto.