Cd.
Victoria, Tam. – Hace 24 años
exactos, un 11 de enero de 1994, la prensa nacional daba cuenta del primer
evento proselitista de LUIS DONALDO COLOSIO, candidato del PRI a la Presidencia.
Había arrancado el lunes 10 en la
localidad huasteca de Huejutla, Hidalgo, bajo un entorno político conmocionado
por la insurrección armada en Chiapas y dos protagonistas que robaban reflectores
a COLOSIO.
El Subcomandante MARCOS y el recién
nombrado negociador semioficial ante la guerrilla, MANUEL CAMACHO SOLÍS.
Aquel martes 11, ambos se llevaron las
ocho columnas de los diarios y las imágenes principales de primera plana, quedando
en segundo término el evento inaugural de LUIS DONALDO que, en otras
condiciones, habría gozado de los mejores espacios.
Al paso de los años se ubica esta fecha
clave como el inicio de un propósito oscuro y retorcido denominado “campaña contra
la campaña”. El desapego de los medios a las actividades del candidato oficial.
A decir verdad, desde un punto de vista
estrictamente periodístico, la nota de impacto mundial estaba en San Cristóbal
de las Casas.
Sin embargo, al paso de los días, fue
creciendo en el equipo tricolor la sensación de que la Presidencia misma metía
sordina a las tareas proselitistas. En contraste, en forma deliberada, la
negociación con MARCOS recibía una cobertura avasallante.
Máxime cuando el presidente CARLOS
SALINAS había permitido que CAMACHO asumiera la encomienda bajo la modalidad de
un colaborador voluntario, sin nombramiento y sin sueldo.
Al no ser funcionario formal, tampoco tendría
impedimento legal para asumir una candidatura, quedando libre del candado que
exige no ocupar cargo alguno al momento de la nominación.
Los medios empezaron a comentar que, con
dicha fórmula, CAMACHO se proyectaba como un factible candidato sustituto. Esto
le movía mucho el piso a COLOSIO.
La reflexión que, a manera de pregunta, se
hacía LUIS DONALDO, era más que reveladora: “¿Por qué me hace esto mi amigo el presidente?”
De aquel 11 de enero hasta la muerte del
sonorense (23 de marzo) se habría de extender dicha maniobra siniestra que
tendría por vórtice la residencia oficial de Los Pinos.
Con el tiempo, algunos observadores
culparán al propio SALINAS, aunque con mayor insistencia se llegó a pensar que quien
movía los hilos desde la sombra era su poderoso asesor en jefe PEPE CÓRDOBA.
Y, bueno, para el columnismo en
cualquier parte del mundo, la extrapolación tiene un atractivo a ratos
irresistible, aunque no sea del todo exacta o viable.
Comparar lo que ocurrió en el pasado,
algún episodio candente o memorable, con una circunstancia actual, es factor
que atrae lectores. Aunque el ejercicio de memoria naufrague a veces y las discrepancias
emerjan, inocultables.
Hoy en día, circula la especie de que el
precandidato del PRI a la primera magistratura JOSÉ ANTONIO MEADE ha tenido un
arranque flojo, pálido, desalentador.
Con buen perfil académico y notable
experiencia administrativa, MEADE muestra dotes de conversador ágil y asertivo
cuando lo apreciamos en corto, en las entrevistas televisivas.
Pero, ciertamente, en los grandes
escenarios se pierde. Ni voz ni ademanes ni su presencia misma motivan al espectador.
Se percibe tibio, desangelado, poco convincente.
De aquí surge la creencia en alguna
suerte de conspiración interna de grupos (y hasta cúpulas) que lo bloquean o le
hacen el vacío.
Ello (dicen) se debería al disgusto del
priísmo tradicional ante el primer abanderado de origen apartidista, sin
militancia ni experiencia electoral.
El referente a COLOSIO surge (creo) con
demasiada facilidad, sin reparar en las obvias diferencias que privan entre
ambos casos.
Ya se habla, incluso, de un probable
reemplazo. Lo cual nos trae recuerdos poco gratos a quienes vivimos de manera
intensa aquel año terrible de 1994. Cabe esperar.